El verano es una época en la que los niños pasan mucho más tiempo en el agua o cerca de ella. Piscinas, mar, ríos, lagos… son lugares donde podemos disfrutar y refrescarnos. Y en general a los niños les encanta, pero no debemos olvidarnos de hacerlo con seguridad.

La doctora Raquel Fernández, del servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Bizkaia, señala que los menores de 1 año son los que corren más riesgo porque no son capaces de moverse ni protegerse, aunque la cantidad de agua sea muy poca. Además, explica cuál es el peligro tanto en niños como en adolescentes: "La falta de conciencia de peligro en los niños de 1 a 4 años, sumado a que se mueven mucho y rápido, les hace ser muy vulnerables. En el caso de los adolescentes, en ocasiones participan en actividades y retos que les ponen en riesgo sin ver el peligro, a lo que hay que añadir que están menos vigilados".

Los ahogamientos son una de las 10 principales causas de muerte en personas de 1 a 24 años en todo el mundo. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, es la segunda causa de muerte accidental tras los accidentes de tráfico. Y no debemos olvidar que también existen secuelas y discapacidades secundarias a este tipo de accidentes. Lo que puede marcar la diferencia es el entrenamiento en maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP). "Que los adultos, adolescentes y niños mayores conozcan y sepan realizar la RCP es clave en una situación crítica, tienen que saber, además, que hay que sacar del agua a la persona en peligro lo más rápido posible", añade la especialista en Pediatría.

Desde el servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Bizkaia, siguiendo las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría, nos recuerdan las principales pautas para prevenir accidentes y evitar riesgos:

  • SUPERVISIÓN Y VIGILANCIA. Esta es la pauta principal. Vigilar a cualquier niño que esté cerca del agua. Debe estar siempre al alcance del cuidador. Tenga la edad que tenga el niño, tanto si sabe como si no sabe nadar.
  • PRESENCIA DE UN SOCORRISTA. Su función es el rescate y salvamento en caso de que se esté produciendo un ahogamiento, pero no sustituye a la vigilancia de los menores por el adulto que los acompaña. En las piscinas privadas, donde no haya socorrista, los niños deben estar siempre acompañados y supervisados por un adulto.
  • BARRERAS FÍSICAS. Cercado perimetral de la piscina con cierre automático de la puerta y cubierta de piscinas cuando no se estén utilizando.
  • SEÑALIZACIÓN ADECUADA. Debe estar indicada la profundidad de la piscina a los lados. Prohibir tirarse de cabeza si la profundidad es menor de 1,20m. Sólo permitirlo si es mayor de 1,80m. Recordar que siempre es más seguro tirarse de pie.
  • CLASES DE NATACIÓN. Es recomendable que los niños aprendan a nadar, especialmente a partir de los 4 años (la decisión de en qué momento hacerlo, debe individualizarse). Aunque acudan a clases de natación, esto no sustituye a la supervisión del adulto.

La doctora puntualiza que saber nadar en una piscina no es lo mismo que estar en el mar, río, pantano… por lo que nunca deberá hacerlo sin supervisión de un adulto. Destaca la importancia de "educar a los niños" enseñándoles todas estas recomendaciones. Por último, recuerda que los niños que no sepan nadar, sean pequeños o tengan alguna discapacidad, deben llevar siempre chaleco salvavidas "cuando se bañen o estén cerca del agua", también cuando se está en una embarcación (parada o en marcha) o se realice cualquier deporte acuático. Advierte la doctora que los flotadores o manguitos dan una falsa sensación de seguridad y hay que mantener la vigilancia siempre.

Para más información sobre prevención de lesiones puedes consultar la Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantilEste enlace se abrirá en una ventana nueva de la Asociación Española de Pediatría.