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Blog del Dr. J. L. Carrasco, Dir. Científico Unidad de Personalidad y Comportamiento de Ruber Juan Bravo

  • El síndrome del bebé zarandeado sigue siendo un drama

    Los datos que llegan del otro lado del Atlántico son realmente preocupantes. La revista ‘Journal of Neurosurgery: Pediatrics’ publica en su última edición (12 de julio) una investigación (ver estudio completo en http://thejns.org/doi/full/10.3171/2016.1.PEDS15583Este enlace se abrirá en una ventana nueva) llevada a cabo por un grupo de investigadores liderados por Paul Klimo, del Instituto de Neurociencias del Hospital Infantil Le Bonheur en Memphis (EEUU) que constata que el síndrome del bebé zarandeado o sacudido es la tercera causa principal de lesiones cerebrales en menores de dicho país. En los bebés menos de un año, representa ya la causa de la mayoría de lesiones graves de cabeza que pueden causar incapacidad permanente o la muerte.

    Maltrato infantilMaltrato infantil

    La Asociación Española de Pediatría recuerda que este síndrome "hace referencia al conjunto de lesiones cerebrales que se producen al sacudir vigorosamente a un bebé. Es relativamente frecuente. Se estima que su incidencia en el mundo es de 20-25 casos por cada 100. 000 niños menores de dos años. En España, de los 450 000 niños nacidos al año, unos 100 pueden sufrirlo".

    La investigación estadounidense es fruto del examen de los expediente de todos los pacientes menores de 5 años de edad que habían sido admitidos en el Hospital de Le Bonheur entre 2009 y 2014 por lesiones craneales causadas por maltrato infantil, un auténtico documento epidemiológico que saca a la luz un problema de salud pública del que todos debemos ser conscientes: el maltrato infantil en todas sus versiones.

    Los especialistas que día a día atendemos a menores, adolescentes y jóvenes tenemos conocimiento de que una buena parte de los trastornos de comportamiento o de personalidadEste enlace se abrirá en una ventana nueva que les han llevado hasta nuestras consultas esconde un forma de violencia sufrida anteriormente. Puede ser acoso escolar, puede ser maltrato psicológico o físico ejecutado de la mano de un familiar…Lo que sí sabemos es que el maltrato infantil deja una huella honda en la mente y en la personalidad de sus víctimas.

    La sociedad, las autoridades y los profesionales de la salud debemos ser conscientes de la existencia de este tipo de violencia y sus consecuencias a corto y largo plazo y mantener la alerta ante la mínima sospecha. Nuestra misión debe ser contribuir en la medida que podamos a la defensa de la población infantil poniendo freno de forma precoz a todo tipo de abusos para lograr que el futuro de las generaciones futuras no se trunque.

  • El acoso escolar, una ‘marca’ que puede llegar a durar toda la vida

    Ni es una broma, ni una irrealidad intangible. Los insultos, las humillaciones, la intimidación, las amenazas, la persecución, las miradas intimidatorias, las agresiones físicas, constantes y reiteradas en el tiempo persisten día a día en los centros escolares españoles. El acoso escolar es un tipo de violencia entre iguales que hace años se instaló en nuestras aulas y guarda muchas similitudes con otro tipo de violencia: la doméstica. Esta última forma de maltrato está atenazando a las mujeres y, por extensión a sus hijos, y también se sufre en silencio, mina la salud emocional hasta el punto de causar trastornos de salud mental y ‘puede marcar para toda la vida’.

    Es cierto que, hasta ahora, este tipo de violencia entre menores no ha traspasado ‘ciertas fronteras’ como ha sucedido con la violencia sexista. Hablamos de asesinato, pero este límite sólo lo establecen los agresores y la sociedad no puede permitirse el lujo de que se nos escape de las manos esta posible situación porque un día cualquiera un agresor pierda un poco más el control.

    Acoso EscolarAcoso Escolar

    El ‘suicidio’ como forma de escape en los maltratados

    Desafortunadamente, la desprotección de los menores acosados, junto con la impunidad en la que se mueven los agresores, así como la falta de freno a tiempo y la carencia de abordaje psicológico de las víctimas forman parte directa de la consecuencia fatal que muchos de las víctimas han llevado a la práctica: el suicidio.

    Y no sólo. Buena parte de los que lo padecen (nueve de cada diez alumnos) acaba sufriendo secuelas psicológicas o desarrolla durante la juventud, incluso en la edad adulta, distintos tipos de trastornos mentales tal y como hemos podido comprobar los especialistas en atención psiquiátrica de adolescentes y jóvenes. De hecho, sabemos ya que esta forma de violencia aparece con una alta prevalencia detrás de trastornos como la depresión, el trastorno bipolar, los de la personalidad o los de la conducta alimentaria. Y este conocimiento nos ha impulsado a llevar a cabo un programa específico para el estudio y orientación del acoso escolar.

    Sabemos que en los últimos años parece que la sociedad está haciendo un esfuerzo por plantarle cara a este grave problema, pero lo cierto es que las medidas adoptadas siguen siendo insuficientes, máxime si valoramos las cifras del número de víctimas (uno de cada diez alumnos) y, peor aún, es que detrás de estas estadísticas aún permanecen los casos que no salen a la luz. Porque pasan meses y meses, años, hasta que las víctimas ponen en alto su sufrimiento.

    Por si fuera poco, hablar de acoso escolar no es sólo hacer referencia a la violencia dentro de las aulas o en el patio del colegio o a la salida del ‘cole’. Los acosadores se apoyan desde hace tiempo en las redes sociales y en el móvil para extender ‘su territorio de humillación y maltrato hacia otros’, lo que conlleva que el acoso ‘persiga’ a las víctimas hasta su propia casa, en su misma habitación. En definitiva: allí donde vaya. Prueba de ello, son los datos del último estudio Estudio sobre ciberbullying según los afectados, elaborado por la fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) y la fundación Mutua Madrileña a partir de la base de datos de los teléfonos de ayuda a niños y adolescentes y a los adultos y la familia de ANAR que ha atendido 60.408 llamadas relacionadas con acoso escolar, de entre los que se han seguido 1.363 casos de bullying.

    Desde este espacio en la red, quiero dar pautas que ayuden al entorno de las víctimas a identificar los ‘signos’ del acoso escolar con el objetivo de poder intervenir de forma precoz. Es importante consultar con un especialista aunque el menor asegure que está bien.

    -Absentismo leve o grave.

    -Descenso del rendimiento escolar.

    -Problemas de concentración.

    -Apatía y cansancio

    -Sentimientos de culpa.

    -Síntomas depresivos o de ansiedad: irritabilidad, insomnio, pesadillas, falta de apetito, problemas gastrointestinales, ahogos, mareos, dolor de cabeza, inquietud, nerviosismo, pesimismo, etc.

    -Agresividad, problemas de autocontrol.

    -Conductas de huida y evitación

    -Miedo y síntomas de pánico.

    -Ideas autolíticas.

    -Negación de los hechos.

    -Respuestas emocionales extremas, como por ejemplo llanto incontrolado.

    Las ‘señales’ que pueden ayudar al entorno social a establecer si es posible una situación de violencia según el perfil del acosador:

    -Frecuente agresividad verbal y/o física.

    -Utiliza los insultos con frecuencia.

    -Suele realizar acoso psicológico.

    -Antecedentes de altercados y agresividad

    -Conductas violentas

    -Gestos violentos y discriminatorios.

    -Impulsividad.

    -Acoso psicológico.

    -Se establecen como líderes de grupo.

    -Pueden tener antecedentes familiares de violencia doméstica.

    -Falta de autoestima.

    -Fracaso escolar.

    -Sentimientos de envidia y de inferioridad.

    -Necesidad de notoriedad.

    Los expertos insistimos en la ‘hipervigilancia’ de los hijos para evitar que tanto uno de ellos sea víctima como acosador. Pedir ayuda y orientación especializada desde el primer momento en que se sospeche la existencia de este tipo de situaciones. En la Unidad de Personalidad y Comportamiento (Orientación familiar y prevención)Este enlace se abrirá en una ventana nueva hemos desarrollado una Escuela de padres que puede ser de gran ayuda a las familias que estén pasando por este trance.

  • Primer día de ‘guarde’: ¿Cómo aliviar el trastorno de ansiedad por separación?

    En pocos días, muchos pequeños empezarán una gran aventura: su primer día de guardería. Y es normal que muchos de ellos se sientan ansiosos al separarse de sus padres. Sabemos que la ansiedad por separación es una etapa normal del desarrollo del niño, pero es importante estar alertas a esta situación para que saber, en verdad, qué es normal y que no.

    La escena en la puerta de las guarderías de pequeños llorando, con berrinches, y padres angustiados se suele repetir todos los años. Los pequeños pasan por sentimientos de ansiedad por separación por diferentes razones, pero en un nivel básico, es por la necesidad de creer que su ‘cuidador’ principal, sus padres, deben estar siempre cerca. También, porque ellos no entienden el concepto ‘tiempo’. Para ellos, separarse unos minutos con una niñera o dos horas en una guardería pueden interpretarlo como que es para siempre, de ahí la importancia de transmitirles que es una situación temporal y que no hay motivo de alarma.

    Niño guarderíaNiño guardería

    Ansiedad por separación normal

    Como hemos mencionado anteriormente, que los pequeños sientan ansiedad por separación es normal, ya que forma parte del desarrollo evolutivo de las personas.

    Sin embargo, existen medidas que pueden ayudarles a sobrellevar esta situación.

    - Nunca irse de forma furtiva del aula de la guarde o cuando el menor parezca que se ha despistado, pensando que así no va a llorar.

    - No se debe prometer al menor que se estará fuera en el patio esperando o cerca de la puerta.

    - Dejar al niño con alguien que le cuide durante periodos de tiempo breves al principio, para que se vaya acostumbrando a que los padres siempre vuelven.

    - No separarse de los niños al principio, cuando están cansados o con hambre, ya que son más susceptibles.

    - Desarrollar un ritual para despedirse.

    - Separarse del niño sin dramas y con alegría.

    - No mostrar angustia a la hora de separarse.

    - Fortalecer su confianza social

    - Tratar de pasar tiempo con él a la vuelta de la guardería.

    Cuando la ansiedad por separación se convierte en trastorno

    Hasta un 4% de menores sufre trastorno por ansiedad de separaciónEste enlace se abrirá en una ventana nueva cuyo síntoma más evidente es una angustia extrema cuando se separa de sus padres o cuidadores. Los niños o adolescentes que lo padecen suelen mostrar síntomas como: miedo irracional a perderse, ser secuestrado y que estos acontecimientos les separen de los seres queridos; rechazo repetido a ir al colegio, sobre todo por miedo a la separación y problemas para dormir solo o despertarse durante la noche para comprobar si sus familiares están. También pueden padecer rechazo repetido a dormir fuera del hogar, temor persistente a estar sin sus padres en casa, padecer síntomas como náuseas, dolores gástricos, cefaleas o vómitos en situaciones que implican la separación de personas que les importan o experimentar rabietas, llanto, tristeza, apatía o retraimiento social cuando perciben que el padre o la madre se va alejar o durante y después del alejamiento.

    Buscar ayuda

    El trastorno por ansiedad de separación puede suceder tanto en la infancia como en la adolescencia. Si usted cree que su hijo puede estar afectado no dude en consultar con un especialistaEste enlace se abrirá en una ventana nueva que le indicará la terapia más adecuada.

  • Cuando la vuelta al cole se convierte en un suplicio

    Las vacaciones se acaban y la vuelta al cole está cada día más cerca. No todos los niños viven ese momento de la misma forma y muchos adultos no deberían trivializarlo; para bastantes pequeños se trata de una situación muy dura.

    Porque volver a la rutina, a las obligaciones, también puede resultar problemático para los pequeños de la casa. Al igual que los adultos, ellos han desconectado del día a día durante las vacaciones. Han sido dos meses largos sin horarios, sin madrugones, sin deberes, sin profesores, sin actividades extraescolares, sin exámenes… Por todo ello, algunos menores (entre un 5% y un 8%) también pueden sufrir el llamado síndrome postvacacional o depresión postvacacional, un proceso de adaptación a la vuelta a la rutina que se manifiesta en forma de una serie de síntomas.

    La ‘cara infantil’ de la depresión postvacacional

    La ‘vuelta al cole’, por tanto, puede desembocar en la aparición síntomas emocionales, de comportamiento y fisiológicos. Concretamente, estamos hablando de cambios en el estado de humor, irritabilidad, alteraciones en el sueño, pesadillas, alteraciones con la comida, necesidad de acaparar la atención de los padres, dolores de cabeza o tripa, entre otros.

    Todos estos síntomas pueden ser más leves o más graves dependiendo de cada niño, aunque lo normal es que su duración no exceda la semana. En los casos en los que los síntomas y su severidad se prolonguen en el tiempo es conveniente consultar con un especialista.

    Niña vuelta al coleNiña vuelta al cole

    Los padres pueden ayudar a sus hijos en la vuelta al cole con medidas sencillas.

    1. Pregunte a sus hijos, por sus sentimientos y preocupaciones antes de empezar las clases. Hable con ellos de los aspectos positivos de ir a la escuela, empezar actividades, aprender cosas nuevas y reencontrarse con los amigos.

    2. Dar buen ejemplo. Los padres no deben trasmitir a sus hijos ideas negativas sobre la vuelta al trabajo (‘qué horror’, ‘qué pereza’, ‘otra vez los jefes’). Un pequeño no puede escuchar de sus progenitores el lado negativo de la vuelta a la rutina y a las obligaciones. Hay que reforzar los aspectos positivos.

    3. Organización. Es importante no dejar todo para el último día, la compra del material escolar, el uniforme, forrar los libros y organizar y ordenar todo evitará preocupaciones y ansiedad a los pequeños.

    4. La readaptación a los nuevos horarios y obligaciones debe realizarse de manera gradual. Es bueno que durante los últimos días de las vacaciones se vuelvan a los horarios de sueño habituales (levantarse más temprano y acostarse antes) y los horarios de comida.

    5. Compaginar el inicio de la actividad lectiva con alguna actividad de ocio cuando termine la jornada escolar para que el cambio de rutinas no sea tan brusco.

    6. Elevar progresivamente el nivel de exigencia en cuanto al rendimiento, tanto en el colegio como en casa (tiempo dedicado a hacer deberes).

    7. Acompañar a los pequeños los primeros días y mostrarles que van a estar ahí si surge algún problema.

    Todas estas medidas y todas las que el sentido común de cada padre y madre dicte son un ‘buen colchón’ para hacer frente a la ‘vuelta al cole’.

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Sobre este blog

Bienvenidos, este nuevo espacio en la red nace con el objetivo de extender los "lazos" entre padres e hijos, aumentar el conocimiento sobre la posible existencia de trastornos de comportamiento y personalidad, y aportar la mayor información necesaria que contribuya a preservar la salud mental de nuestros adolescentes y jóvenes.

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