La apnea del sueño es una enfermedad a la que cada vez se le presta mayor atención. Hace muchos años se confundía con la roncopatía simple (los pacientes que roncan por la noche), lo cual probablemente solo servía para restarle importancia.

No es lo mismo un paciente con apnea del sueño y un paciente roncador.

Por suerte, en los últimos años se ha observado que los pacientes con apnea del sueño (aquellos que hacen numerosas pausas largas de la respiración durante el sueño, que se acompañan de microdespertares que ayudan a recuperar el ritmo respiratorio) tienen una menor esperanza de vida, y suelen fallecer por complicaciones médicas (infarto de miocardio, tromboembolismo pulmonar, infarto y hemorragia cerebrales, entre otras muchas) o por accidentes relacionados con la somnolencia diurna (inevitable por los numerosos microdespertares nocturnos, que impiden un sueño reparador).

La apnea del sueño es una enfermedad compleja, pero en la mayoría de los pacientes la circunstancia desencadenante es una estrechez anatómica de la vía aérea que aumenta debido a la relajación muscular y a la postura del cuerpo durante el sueño. Por ello, apnea del sueño casi siempre es sinónimo de apnea obstructiva del sueño, y su acrónimo es SAOS: síndrome de apnea obstructiva del sueño. En ocasiones se le añade una H de "hipopnea", y queda SAHOS.

La atención a los pacientes de apnea del sueño tiene que incluir siempre un estudio médico (en el que se lleva a cabo el diagnóstico de la apnea del sueño, se discrimina si se trata de una apnea obstructiva (SAOS) o de una defecto de impulso respiratorio cerebral, y se evalúa el riesgo para la salud que supone) y un estudio quirúrgico, para evaluar el componente obstructivo de la apnea, y proponer alternativas de tratamiento.

El tratamiento que se propone en primer lugar a los pacientes es que pierdan peso, y se suele combinar con CPAP, que son las iniciales inglesas de "presión positiva continua de la vía aérea". Se trata de un aparato superficialmente parecido a una mascarilla de buceo, que aporta presión a la vía aérea, de modo de se mantiene la vía aérea abierta durante toda la noche. Se considera un tratamiento muy eficaz. Sin embargo, muchos pacientes no quieren depender para dormir el resto de su vida de un armatoste grande, incómodo y que además hace ruido. Uno de los cambios más radicales que se han producido en el tratamiento de la apnea del sueño en los últimos años es la incorporación de técnicas habituales de la cirugía maxilofacial (técnicas de ciugíaEste enlace se abrirá en una ventana nueva ortognáticaEste enlace se abrirá en una ventana nueva).

Efectivamente, hasta hace unos 25 años las únicas técnicas quirúrgicas de la apnea del sueño eran la reducción del paladar blando y las amígdalas (la úvulopalatofaringoplastia, UPPP en sus siglas inglesas) y algunas técnicas muy traumáticas sobre la base de la lengua, así como el tratamiento quirúrgico de la desviación del tabique nasal o de la hipertrofia de los cornetes de la nariz. Se trataba de intervenciones muy dolorosas y de una eficacia pequeña, lo que explica que el tratamiento quirúrgico de la apnea del sueño haya sido una opción secundaria.

Sin embargo, las técnicas de cirugía ortognática, en las que el tratamiento se dirige a mejorar la posición de los huesos de los maxilares, son mucho más eficaces y además muchísimo menos dolorosas. En relación con estas técnicas, en los últimos años se ha propuesto el uso de férulas dentales especiales que proyectan la mandíbula hacia delante durante la noche manteniendo de ese modo abierta la vía aérea por detrás de la lengua. Es una opción de tratamiento que se puede considerar en pacientes que no toleran la CPAP y no se deciden por tratamientos quirúrgicos.