Quirónsalud
Blog del servicio de Geriatría de los Hospitales Quirónsalud Alicante, Torrevieja, Murcia y Valencia
Texto elaborado por la Doctora Erika Torres, jefa de la Unidad de Neurociencias Avanzadas de Quirónsalud Torrevieja y Alicante.
Consulta también con nuestros especialistas en Geriatría de Quirónsalud Valencia y Murcia.
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica que afecta al sistema nervioso central, específicamente a las células nerviosas que controlan el movimiento. Se caracteriza por una pérdida gradual de neuronas productoras de dopamina en una región del cerebro llamada sustancia negra.
Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, tras la enfermedad de Alzheimer. Es ligeramente más frecuente en hombres que en mujeres.
Los síntomas de la enfermedad y los más conocidos son los motores: el temblor, la rigidez, la bradicinesia o lentitud de movimientos, la alteración de la marcha y de los reflejos posturales.
También puede haber cambios en la voz, la expresión facial y la escritura. A medida que la enfermedad progresa, los síntomas pueden empeorar y pueden aparecer otros problemas, como depresión, ansiedad y trastornos del sueño.
Suele aparecer en la sexta década de la vida y el riesgo de aparición aumenta con la edad, sin embargo, no es infrecuente el diagnóstico por debajo de los 50 o 40 años.
Hay una minoría de casos en personas más jóvenes.
Para hablar de síntomas de la enfermedad tenemos que dividirlos en motores y no motores.
Los motores son parte fundamental de los criterios diagnósticos y síntomas cardinales de la enfermedad.
Entre los motores destaca el temblor (síntoma más conocido y frecuentemente asociado con esta enfermedad, presente en los pacientes en los que hay un exceso de movimiento), pero no todos los pacientes que tiemblan tienen una enfermedad de Parkinson ni todos los pacientes con una enfermedad de Parkinson tiemblan.
Hay algunos pacientes en los que, por el contrario, hay un defecto de movimiento y predomina la rigidez y la lentitud de movimiento que asocian menos expresión facial e inestabilidad en la marcha.
También pueden sufrir alteraciones en la postura y reflejos posturales, responsables de las caídas que sufren estos pacientes en etapas en general, más avanzadas de la enfermedad.
En cuanto a los no motores o síntomas no cardinales de la enfermedad, son menos conocidos, pero hay que darles mucha importancia en la consulta, ya que muchas veces son los que más limitan a nuestros pacientes y son aquellos relacionados con alteraciones gastrointestinales como el estreñimiento, alteraciones cognitivas, alteraciones en el sueño, alteraciones disautonómicas, alteraciones del lenguaje, el dolor y alteraciones emocionales como la ansiedad y el desánimo.
El diagnóstico de la enfermedad es clínico y se basa fundamentalmente en la entrevista con el paciente y en la exploración física de un neurólogo con experiencia en el área de trastornos de movimiento. Aunque también hay pruebas complementarias que nos pueden ayudar a realizar el diagnóstico en casos dudosos o algo más complejos. Para ello se hace uso de analítica general y un Tc craneal o RM cerebral que nos ayudan a descartar enfermedades sistémicas y patología estructural cerebral que pueda producir una sintomatología parecida.
También contamos para profundizar más en cada caso con la ecografía döppler trasncraneal (que nos ayuda a evaluar la ecogenicidad de la sustancia negra del mesencéfalo), pruebas de medicina nuclear como el PET y SPECT con diversos trazadores que nos ayudan a estudiar el sistema dopaminérgico presináptico y postsináptico y la gammagrafía cardiaca que nos permitirán diferenciar la enfermedad de Parkinson de otros parkinsonismos atípicos que pueden presentar síntomas parecidos.
En cuanto a los estudios genéticos, no hay actualmente unas normas generales para el uso de los mismos, por lo que individualizando cada caso se verá la idoneidad de hacerlo o no.
Hay que tener en cuenta que no todos los pacientes presentan todos los síntomas ni evolucionan de la misma forma, ya que esta enfermedad tiene una variabilidad en su expresión importante.
La mayoría de los casos de enfermedad de Parkinson son de causa idiopática, sin embargo, hay un porcentaje bajo que está en relación con la herencia familiar y, por tanto, es de origen genético. Aproximadamente será el 15% de los casos.
Especificando un poco más, un 2-3% de los casos de inicio tardío será producido por una mutación y el 50% de los casos de inicio precoz también será de causa genética.
Podemos agrupar los factores de riesgo en dos, los genéticos y los no genéticos.
En cuanto a los factores de riesgo no genéticos, los podemos dividir a su vez en modificables y no modificables.
Los no modificables son la edad, el género y la raza.
El envejecimiento puede incrementar el riesgo de padecer la enfermedad, pero no parece ser el principal factor de riesgo etiológico.
Es poco probable que el sexo influya en el riesgo de padecer la enfermedad, pero es ligeramente más frecuente en hombres que en mujeres.
Además, se ha observado menor prevalencia de la enfermedad en el continente africano con respecto al europeo y norteamericano.
Dentro de los modificables destacan el tabaquismo, la exposición a pesticidas que incrementa el riesgo de padecer la enfermedad (más frecuente en el entorno rural), el ejercicio físico que si lo practicamos en la edad media de la vida de una forma enérgica nos protegemos de padecer esta patología, el consumo de cafeína o té también parece protegernos de padecer una Enfermedad de Parkinson y sufrir un traumatismo craneoencefálico importante nos incrementa el riesgo de padecerla.
En Quirónsalud contamos con los especialistas en Neurociencia Avanzada que te ayudarán a detectar los síntomas de la enfermedad. Consulta con el equipo tus dudas.
Texto elaborado por Alejandro Cruz, psicólogo de Quirónsalud Torrevieja.
Consulta también con nuestros especialistas en psicología y geriatría de Quirónsalud Valencia y Murcia.
Llega un momento en la vida de toda persona adulta en la que, por razones biológicas, vamos a ver cómo nuestros progenitores van envejeciendo. Es común que en esos momentos a los familiares les asalten las dudas de si esta persona que está envejeciendo necesita a una persona que cuide de ella. Esta cuestión puede provocar cierta angustia entre los familiares, ya que es una situación nueva y puede que no sepamos cómo gestionarla.
Lo principal de cara a saber qué hacer o cómo actuar ante esta pregunta es averiguar el grado de dependencia que pueda tener nuestro mayor y, la mejor manera de averiguarlo es acudiendo a los profesionales pertinentes, como los médicos de la Unidad de Geriatría de Quirónsalud.
El mejor momento para buscar una persona que cuide de ellos es, quizás, ese momento en el que nos demos cuenta de que, por determinadas circunstancias, (por ejemplo, por trabajo) seamos conscientes de que no vamos a poder dedicarles el tiempo que, dada su dependencia, puedan necesitar.
Una vez sepamos el grado de dependencia, y si todavía seguimos con esa duda de si buscar una persona para nuestros mayores, es momento de plantearse otras cuestiones, como, por ejemplo, si necesito una persona para cuidar a mis mayores por horas durante el día (para no tener que renunciar al trabajo), o si necesito a una persona que se encargue de ella por las noches (para poder descansar debidamente).
En este punto es importante recalcar que es muy difícil cuidar de otra persona si primero no nos cuidamos a nosotros mismos. Y siempre es bueno recordar que buscar ayuda para cuidar de nuestros mayores no hace, ni implica que los queramos menos.
Ante el planteamiento de buscar una persona que se encargue de cuidar a nuestros familiares, puede ocurrir que estos no consideren necesaria dicha ayuda. Al fin y al cabo, aceptar que una persona desconocida entre en sus vidas única y exclusivamente para cuidarles implica, de algún modo, reconocer que ya no se valen por sí mismos y es una pérdida clara de independencia, lo que puede provocar ciertos problemas psicológicos con los que habrá que lidiar.
A la hora de introducir a una persona que se encargue de cuidar a nuestros familiares sería interesante que dicha persona empezase cuidándolo una cantidad pequeña de horas para, poco a poco, y según se vaya sintiendo más cómodo, ésta persona pueda estar cada vez más tiempo junto a nuestro familiar.
Por otro lado, ante la posibilidad de que nuestros mayores necesiten que haya una persona cuidándola 24 horas al día, es importante que tengamos la seguridad de que los primeros días o incluso semanas podamos estar nosotros también parte del tiempo junto a ellos, de forma que el choque emocional sea algo menor y que los cambios sean menos bruscos.
Existen diferentes formas de encontrar a la persona que se adecue mejor a nuestras "exigencias" a la hora de cuidar a nuestros mayores. Muchas personas optan por el tradicional cartel anunciando que se busca un trabajador para cuidar a una persona mayor o incluso mediante anuncios en internet.
Otra opción es consultar a compañeros, familiares o amigos que tengan contratada a una persona que esté cuidando a algún familiar para así poder pedirles referencias ya que, en muchas ocasiones si esa persona trabaja por unas horas puede cuidar a varias personas mayores. Por último, existen empresas que se dedican a gestionar los currículums de los/las cuidadores/as que desean trabajar cuidando a personas mayores.
Sea cual sea la opción utilizada, hay que tener en cuenta que se trata de una persona que va a pasar una serie de horas con nuestros familiares, por lo que siempre es bueno que el último filtro lo pongamos nosotros mismos. Cabe destacar, que si la persona todavía tiene buenas capacidades cognitivas sería conveniente hacerle partícipe de esta elección y que también tenga poder de decisión.
Siempre es interesante, a pesar de todo, y aun habiendo encontrado a la persona idónea para cuidar a nuestro familiar, que como parte de su familia hagamos un seguimiento de la evolución en la relación cuidador-paciente.
La mejor forma de saber cuáles son las limitaciones y por tanto las necesidades de nuestros mayores es recurriendo a médicos, psicólogos, neuropsicólogos, etc. que puedan ayudarnos a discernir si esas limitaciones que puede tener nuestro familiar son de nivel físico o psicológico. En función de qué tipo sea la dependencia que pueda tener es más probable que necesite ejercitación física o motora (fina o gruesa) o trabajar a nivel cognitivo de cara a tratar de retrasar o minimizar el posible deterioro cognitivo que pueda tener.
Las personas mayores conforman uno de los grupos más grandes en muchos países y, sin embargo, son siempre los grandes olvidados de la sociedad. Debido a ciertos cambios a diferentes niveles biológicos pueden sentir que no sirven para nada o que no se tiene en cuenta sus opiniones entre otras muchas cosas.
Algunas de las mejores cosas que podemos hacer para tratar a una persona mayor son:
● Tratar a la persona mayor con respeto y educación.
● Hazles sentir útiles.
● Tener mucha paciencia y empatía.
● Ayúdales con las nuevas tecnologías.
●Acompañarlos en la realización de actividades agradables.
● Ayudarles fomentando el contacto social con otras personas.
● Tratar de no infantilizarles.
● Interésate por ellos/ellas.
Debemos ser conscientes que con la vejez llegan una serie de cambios. Nos encontramos ante una etapa compleja en la que se dan muchas alteraciones simultáneas. Lo más importante es que seamos conscientes de que estos cambios van a ocurrir y que tratemos de tenerlos presentes a la hora de tratar con nuestros mayores.
Entre estos, encontraremos cambios:
A nivel físico.
Van a mostrar cambios como una peor coordinación y disminución de su velocidad motora, así como cambios en su estatura. A esto suele acompañar la pérdida de masa muscular y, en algunos casos, ciertas enfermedades que afectan directamente a la movilidad y coordinación de la persona.
A nivel cognitivo.
Con el paso de los años vamos perdiendo facultades cognitivas y cuando hablamos de personas mayores los mayores cambios se observan a nivel auditivo y visual. Además, podemos encontrarnos con que nuestros mayores tengan problemas para recordar cosas entre otras limitaciones.
A nivel social
Nos encontramos en una etapa en la que puede haber una gran cantidad de cambios a nivel social. Muchas personas mayores pierden a su cónyuge o familiares, o incluso a sus amistades de toda la vida lo que les producirá una enorme tristeza y soledad, además de cierto miedo de encontrarse dentro de ese grupo.
A nivel familiar
La familia es el pilar fundamental para estas personas y para su bienestar. En muchas ocasiones las personas mayores se sienten olvidadas y abandonadas y, no es algo que sea cosa de su imaginación. Es que realmente en muchas ocasiones la familia ve más a la persona mayor como una carga que como un miembro más de la misma.
A nivel laboral
Llegada cierta edad las personas debemos dejar nuestro puesto laboral. Puesto en el que quizás la persona se haya pasado más de la mitad de su vida. Ello puede provocar sentimientos de inutilidad y tristeza frente a la gran cantidad de tiempo libre que se les plantea en el horizonte. Hay personas que se adaptan mejor que otras a esta nueva situación, buscando hobbies con los que llenar esos espacios de tiempo vacíos.
A nivel de carácter
Todos estos cambios mencionados anteriormente pueden causar el cambio de carácter de las personas mayores aún incluso cuando tienen una buena salud mental. Ello puede hacer que se aíslen socialmente, que se vuelvan más introvertidas o que incluso muestren un menor interés por la vida.
En la mayoría de ocasiones los conflictos que pueden surgir con las personas mayores pueden venir derivados de la falta de entendimiento y comprensión en relación a la etapa que les está tocando vivir, además de que muchas veces no se tienen en cuenta o se nos olvidan la cantidad de cambios que viven las personas mayores en un corto lapso de tiempo. De ahí la importancia de entender todos estos cambios para tratar de tener una mejor relación con ellos.
Como se puede deducir de los cambios que ocurren en la vejez, lo más probable es que una persona mayor se estanque en el sedentarismo, algo que no les beneficia.
En este sentido, es interesante buscar alguna actividad que se pueda adaptar a las capacidades y limitaciones de nuestros mayores.
Establecer una serie de rutinas de ejercicios diarios planteados como pequeños objetivos a superar (andar unos minutos, subir y bajar escaleras, hacer ejercicios para la mente). Es importante que se realicen siempre bajo supervisión, ya sea de su cuidadora o de algún familiar (sobre todo aquellas actividades que impliquen esfuerzo físico). Debemos tener en cuenta que la persona mayor estará más dispuesta a realizar dichas actividades si cuenta con la compañía de alguien que las haga a la vez o que simplemente esté ahí haciéndole compañía.
Existen además muchos centros para personas mayores donde estos acuden para socializar y realizar determinadas actividades. Incluso simplemente para no sentirse tan solos. En este tipo de centros es posible que al principio la persona mayor pueda tener reparo en ir sola, por ello es bueno que las primeras veces (a modo de adaptación) vaya acompañada de un familiar y que, poco a poco, la persona se sienta más cómoda rodeada de personas con sus inquietudes.
Ante la situación en la que nuestros mayores tengan algún tipo de limitación siempre es recomendable acudir a profesionales (dependiendo de la limitación) para que estos nos den unas pautas o nos aconsejen sobre qué elementos pueden ser útiles (sillas de ruedas, muletas, andadores, ejercicios de estimulación cognitiva, etc).
Como comentaba antes, la vejez es un momento vital en el que las personas, si no tienen apoyos y ciertas facilidades van a volverse cada vez más sedentarias. Es por ello, que es importante facilitarles en la medida de lo posible la realización de actividades para las cuales, en ocasiones necesitarán de elementos externos. Si hablamos de limitaciones físicas, es posible que sea necesaria una silla de ruedas o un andador para poder salir a pasear, un ascensor con silla para subir y bajar las escaleras si la casa no está adaptada, etc.
Por otro lado, si hablamos de limitaciones más relacionadas con déficits cognitivos, podemos hacer con ellos ejercicios de estimulación cognitiva, visionado de fotografías, escuchando o cantando canciones para recordar momentos pasados, o la utilización de post-its para recordar ciertas cosas que necesiten para el día a día.
Puedes consultar con los especialistas en Psicología de Quirónsalud Torrevieja.
La Geriatría viene definida como la rama de la medicina que estudia, previene, diagnóstica y trata las enfermedades o procesos clínicos en los adultos mayores.
Esta definición evoluciona en el tiempo centrándose en evitar, reducir o revertir la pérdida de independencia o capacidad funcional que con frecuencia concurre en los mayores, promoviendo de esta forma un envejecimiento saludable y libre de discapacidad.
Desde laUnidad de Geriatría de Quirónsalud, tratamos las enfermedades de los mayores minimizando el impacto de estas en su capacidad funcional, mejorando así su independencia y calidad de vida y el bienestar de su entorno social.
Generalmente atendemos pacientes mayores de 75 años. La edad exacta para acudir al geriatra es difícil determinar, dado que más que la edad cronológica de los pacientes mayores, nos interesa la edad funcional o biológica para detectar lospacientes en riesgo de iniciar la dependencia. De esta manera podremos mejorar robustez, acompañándolo durante el envejecimiento. Por ello en los centros de Quirónsalud solemos tratar en la Unidad de Geriatría a los pacientes a partir de 75 años.
Aunque no sería exacto definir a nuestro paciente por la edad sino más bien por un determinado perfil, es cierto que a partir de esa edad existe mayor vulnerabilidad o fragilidad en el individuo, que le condiciona mayor riesgo de eventos adversos y pérdida de autonomía ante cualquier proceso que el paciente más joven superaría sin problemas.
Detectar la fragilidad e implementar medidas para evitar su progresión a la dependencia así como tratar las enfermedades desde una perspectiva especializada en los mayores frágiles, mejora los resultados en salud y la calidad de vida de nuestros mayores.
La Geriatría es una especialidad generalista con ánimo integrador de los diferentes procesos que los mayores suelen presentar.
La formación MIR del geriatra reúne conocimiento en todos los aspectos clínicos de la medicina con especial atención a los llamados Síndromes Geriátricos, de alta prevalencia en los mayores y con un elevado impacto en su capacidad funcional, como son la polifarmacia, las caídas, la sarcopenia o pérdida de masa muscular y rendimiento físico, la mencionada fragilidad, el deterioro cognitivo y demencia, los trastornos del ánimo y el insomnio entre otros.
El procedimiento diagnóstico más destacado en la Unidad Geriatría de Quirónsalud es la Valoración Geriátrica Integral. Esta herramienta permite conocer al mayor de forma exhaustiva y desde una perspectiva clínica, funcional, cognitiva, anímica y social, elaborando así un tratamiento y plan de cuidados individualizado dirigido a mejorar el control de sus enfermedades y favorecer el mantenimiento de su autonomía o independencia funcional.
El abordaje médico orientado a la enfermedad o diagnóstico puede ser útil o suficiente en el adulto joven, pero en los mayores debemos ampliar esa perspectiva e incluir variables funcionales, cognitivas, anímicas, sociales y evaluación de síndromes geriátricos para obtener un resultado óptimo en salud.
Solicita información en la Unidad de Geriatría de Quirónsalud Valencia
El envejecimiento demográfico conlleva situaciones en las que coexisten varias enfermedades en un mismo individuo.
Las enfermedades, factores biológicos, genéticos y moleculares suponen una amenaza para la autonomía del paciente, para su capacidad funcional e independencia. Es frecuente encontrar situaciones de discapacidad y dependencia en nuestro proceso de envejecimiento, en muchas ocasiones muy prolongados, incluso años antes de fallecer.
La geriatría es la disciplina especializada en envejecimientoy aplica las guías clínicas habituales adaptadas a las peculiaridades del envejecimiento para lograr comprimir la morbilidad o, lo que es lo mismo, prolongar el periodo de independencia y mejorando la calidad de vida del paciente mayor.
Para ello se nutre de la información obtenida de la llamada valoración geriátrica integralque consiste en una valoración multidimensional que incluye las variables clínicas habituales en la práctica médica además de variables funcionales, físicas, cognitivas, emocionales, sociales y síndromes geriátricos.
La edad exacta para acudir al geriatra es difícil determinar, dado que más que la edad cronológica de los pacientes mayores, nos interesa la edad funcional o biológica para detectar lospacientes en riesgo de iniciar la dependencia.De esta manera podremos mejorar robustez, acompañándolo durante el envejecimiento.
Esta situación es variable entre individuos y no siempre se produce a la misma edad aunque los expertos en Geriatría de Quirónsalud, solemos considerar los 75 años como el momento a partir del cual existe mayor fragilidad y riesgo, y por tanto, en la que todo paciente debería disponer de una valoración geriátrica.
Existen además otros procesos muy prevalentes en la población mayor y sobre los que el geriatra aporta una visión global y holística que permite mejorar los resultados, como es el caso de las caídas, deterioro cognitivo y demencia, trastornos del ánimo, polifarmacia o exceso de medicación, pérdida de movilidad e incontinencias.
El proceso de envejecimiento incrementa la incidencia y prevalencia de determinados procesos muy concretos y exclusivos del paciente mayor y que llamamos síndromes geriátricos.
Estos procesos aparecen junto con la enfermedad principal que se está tratando en un momento determinado y muchas veces ocasionan que la evolución empeore. Otras veces aparecen de forma aislada. Por su elevada frecuencia, tienen un impacto muy negativo en los resultados funcionales del paciente mayor y en su salud en general y suponen un elevado coste en la atención.
Uno de los más prevalentes es el deterioro cognitivo, dentro del cual se encuentra la demencia, que al carecer de tratamiento curativo, se beneficia de un diagnóstico y una intervención lo más precoz posible. En ese sentido también es importante el trabajo multidisciplinar junto con las especialidades de neuropsicología, neuroradiología y medicina nuclear que permita alcanzar un diagnóstico más certero y precoz.
Otros síndromes geriátricos importantes por su prevalencia y su impacto en la calidad de vida y costes son las caídas y fracturas, la polifarmacia, la malnutrición, las incontinencias y los trastornos del ánimo.
Vivimos más años por múltiples motivos, entre ellos los progresos en salud pública, medidas preventivas, educación y avances diagnósticos y terapéuticos en el campo de la sanidad.
El reto ahora es envejecer con calidad y sumar independencia y autonomía a los años ganados y ese es precisamente el objetivo de la geriatría.
La transformación demográfica requiere una transformación en los recursos sanitarios que atienden al paciente, que en el entorno sanitario es mayoritariamente mayor. Las consecuencias de no abordar ese cambio y adaptarnos al incremento de la esperanza de vida y sus riesgos, se medirán en términos de exceso de dependencia, muchas veces por períodos prolongados, que sin duda reduce la calidad de vida de los pacientes, familiares e incrementa los costes de la atención.
El paciente mayor no suele seguir una norma estricta en su manera de enfermar, no todos lo hacen igual.
Es una población muy heterogénea y, por otra parte, en ellos, la enfermedad tiene un impacto negativo en su capacidad funcional y autonomía. A su vez, esta dependencia, suele estresar el entorno social que lo atiende generando una peor evolución de los procesos clínicos. Por tanto, hablamos de una población que necesita un abordaje holístico y multidimensional que permita generar una intervención también multidimensional, que incluya no solo el tratamiento concreto de una enfermedad concreta, sino también una intervención dirigida a la recuperación funcional, a evaluar la situación cognitiva y anímica, al entorno social que garantice la continuidad de los cuidados y a los comentados síndromes geriátricos.
La valoración geriátrica integral ha demostrado beneficios muy contundentes que están publicados desde hace más de 30 años.
Se trata de una herramienta de valoración multidimensional que incentiva el trabajo multidisciplinar para un objetivo común, que se resume en mantener la calidad de vida y autonomía funcional. Representa la metodología de trabajo más eficiente cuando tratamos a pacientes mayores y en el contexto demográfico actual y futuro, no existe excusa para no llevarla a cabo de una forma estandarizada y generalizada.
Esta valoración permite identificar múltiples procesos más allá de la enfermedad motivo por el que la persona mayor consulta al médico y por tanto, amplia la intervención terapéutica mejorando los resultados en cualquier ámbito asistencial, tanto ambulatorio como, sobre todo, hospitalario. Los resultados se miden en independencia, autonomía y calidad de vida, que es el elemento más valorado por los pacientes mayores y sus familiares.
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Encontrarás información sobre como mejorar la calidad de vida de las personas mayores de mano de profesionales especializados en el tratamiento de las patologías más comunes en la tercera edad. Todo ello con el objetivo de cuidar de su salud y bienestar y la de sus familiares.
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