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Blog del Dr. Alfonso Vidal Marcos. Anestesiología y Reanimación. Hospital Sur.

  • Bloqueo del ganglio impar

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    El sistema nervioso está constituido por una intrincada red de diversos tipos de fibras que interrelacionan entre sí. Esta es una de las razones por las que el tratamiento del dolor resulta, en ocasiones extremadamente complejo. Son muchos los receptores, los neurotransmisores: activadores e inhibidores, las fibras: aferentes y eferentes, las interneuronas, los ganglios raquídeos, sustancia gris, núcleos talámicos, ínsula, amígdala, corteza cerebral.

    Por si esto es poco, existe un sistema nervioso, que regula los procesos automáticos relacionados con las respuestas reflejas, el ritmo intestinal, los órganos secretores y la vascularización, es el sistema nervioso autónomo.

    Este sistema está constituido por dos redes complementarias el simpático y parasimpático que regulan de forma solidaria muchas de nuestras funciones internas, como si de un yin y yang se tratara.

    El ritmo del corazón, la secreción gástrica, la sudoración o el rubor responden a estos sistemas en muchos casos de forma automática y en muchos otros modulado por comportamientos aprendidos consciente o inconscientemente (como los famosos perros de Paulov).

    No tenemos un control consciente de estos sistemas (aunque personas entrenadas y algunas culturas como los Yoguis son capaces de hacerlo) y por tanto, nos convertimos en esclavos de nuestras pulsiones. ¡Que decepción!, el homo sapiens capaz de llegar "hasta el infinito y mas allá" se ruboriza, suda, le sube la tensión o la frecuencia cardiaca cuando"Lolita, su jefe o el pato Donald" le mira bien o mal. Pero, no debe ser motivo de tristeza, hay esperanza, otros pueden controlar esas situaciones con entrenamiento, y si no, los simpaticolíticos, vagolíticos y demás fármacos reguladores, nos pueden ayudar.

    Muchas veces lo difícil es detectar esa anomalía, esa hiperfunción inadecuada o incómoda para esta vida nuestra, social y políticamente correcta. A veces, esa hiperfunción localizada, es la responsable de la perpetuación de dolor en algunas zonas del organismo y responde a bloqueos selectivos de los centros que gobiernan esa función.

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    Nuestra paciente María de 60 años, maestra de profesión (un homenaje desde aquí a este abnegado colectivo, responsable de todos nuestros éxitos y nunca bien ponderado, ni remunerado) acudió por presentar dolor abdominal, inguinal, glúteo,… de varios meses de evolución. Comenzó de forma silente y progresiva haciéndose casi insoportable. Le impedía estar de pie, caminar, estar sentada. Le dificultaba la micción, la deposición y desde luego mantener relaciones. No mejoraba con el decúbito, ni con los cambios posturales.

    La paciente lo refería como una sensación eléctrica como una presión en el periné que se incrementaba cuando mantenía una postura y aflojaba al cambiar haciendo necesario cambiar continuamente de postura. El tratamiento inicial con AINES y tramadol mejoró en algo la sensación, pero precisó asociar amitriptilina para asegurar al menos algo de descanso nocturno.

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    Tras una nueva revisión, y al insistir en el interrogatorio la paciente recordó una caída casual de nalgas en su trabajo, sentada sobre la tarima del aula. No fue una caída muy fuerte y apenas le dió importancia. Optamos entonces por un bloqueo del ganglio impar que produjo un alivio casi completo a los pocos minutos y casi definitivo a lo largo de las siguientes semanas. Lo que nos permitió disminuir la medicación hasta suprimirla. Por una vez, conseguimos la cura de una paciente, o resolver casi todo su problema de dolor. Como diría mi amigo el Dr. Santiago Uña: "una pequeña línea de luz entre dos abismos de oscuridad."

  • Codo de tenista

    Denominamos epicondilitis lateral o epicondilitis a secas a un cuadro de dolor en la parte lateral del codo, en la articulación entre húmero y radio. La causa es el microtraumatismo repetido y continuado sobre los tendones de los músculos, radial externo y cubital posterior.

    Codo de tenista

    La fisiopatología del codo de tenista se debe inicialmente a microdesgarros en el origen de ambos músculos. Esto conlleva una inflamación secundaria y dolor que pueden cronificarse por un sobreuso continuado o una sobrecarga de los extensores del antebrazo. La bursitis y artritis traumática también contribuyen a la perpetuación del cuadro.

    El codo de tenista aparece en pacientes que realizan actividades repetitivas que implican la acción de agarre, como los políticos al dar la mano repetidas veces (quien lo diría), o giros de muñeca con esfuerzos angulares considerables, como los de los motoristas al acelerar o los heladeros al hacer las bolas de helado de forma repetitiva.

    Codo de tenista

    Los tenistas lo desarrollan por dos mecanismos diferentes: la tensión del agarre como consecuencia del uso de una raqueta demasiado pesada y la realización del revés con el hombro y el codo adelantados en vez de mantener ambas articulaciones en paralelo a la línea de separación del campo. Desde luego otros deportes de raqueta como pádel, bádminton, squash,… pueden desarrollar esta patología.

    El dolor se localiza en la región del cóndilo externo, es constante y aumenta con la contracción activa de la muñeca. Los pacientes muestran una gran incapacidad para coger objetos pesados como una pala, o ligeros como una simple taza. Suele asociarse una alteración del descanso nocturno, al no encontrar posición de descanso..

    En la exploración, encontramos dolor a la movilización y palpación de los músculos extensores a nivel del epicóndilo o justo por debajo del mismo. En muchos casos, se evidencia de engrosamiento de los tendones de los extensores afectados. La fuerza de prensión está claramente disminuida.

    La prueba del codo de tenista, consistente en la estabilización del antebrazo mientras se pide al paciente que cierre el puño y extienda la muñeca activamente. A continuación, se flexiona bruscamente la muñeca produciéndose un dolor agudo, y localizado en el epicóndilo.

    No debemos confundirlo con el síndrome del túnel del radio cuya irradiación a la exploración se produce distal al codo, mientras que en el codo de tenista se localiza en epicóndilo.

    La radiculopatía cervical C6-C7 también puede remedar alguno de los síntomas pero la EMG puede aclarar el diagnostico. La radiología o la RMN nos permiten descartar posibles alteraciones óseas o tendinosas encubiertas.

    Paciente de 58 años mujer, conocida de nuestra unidad por haberla tratado por patología lumbar. Acude por un cuadro de dolor en el codo catalogado de epicondilitis. Como es habitual afectaba al miembro dominante.

    La exploración era absolutamente demostrativa y la paciente refería la imposibilidad siquiera de lavarse los dientes con esa mano. Al preguntar por la vida que llevaba, deportes que practicaba etc. No practica deportes de raqueta, ni conduce motos (y desde luego no se dedica a la política) pero sí realiza el deporte de transportar la compra en dos bolsas iguales que luego en casa coloca en la encimera para redistribuir en las alacenas. Concluimos que esta podía ser la causa.

    La rehabilitación que ya había realizado consiguió una gran mejoría pero un dolor permanecía en los puntos de inserción tendinosa resistente al tratamiento rehabilitador y los AINES.

    Optamos por aplicar radiofrecuencia pulsada durante tres minutos. Con una única sesión mejoró muy significatiovamente pudiendo comenzar a recuperar, lentamente su forma de vida.

    Aconsejamos insistir en los ejercicios de estiramiento y tonificación aprendidos, en evitar sobreesfuerzos a un solo brazo en el deporte (o en las otras actividades comentadas) y en seguir la sabiduría oriental. Dice un aforismo tradicional chino: " La puerta que se abre y se cierra, no se oxida", mantener la actividad de forma constante ayuda a preservar la salud.


  • Avicena, el primero de los sabios

    Avicena

    Avicena, (Abu Ali Ibn Sina) eminente médico árabe del siglo X (980-1037), filosofo, pensador, dotado de un conocimiento casi enciclopédico de la medicina y de muchas otras disciplinas fue conocido como príncipe de los médicos por su erudición en múltiples campos del saber. Entre sus muchos trabajos destacamos la descripción del cuadro de neuralgia del trigémino, la describió el cuadro como paresia y desviación dolorosa de la boca (Laqve) con todo lujo de detalles en su tratado: El Canon de la Medicina.

    Avicena es uno de los personajes imprescindibles para explicarnos la conservación de la sabiduría clásica y en la innovación, en un momento tan oscuro de la historia como la Edad Media en la que la ciencia y el saber se refugiaron en las cortes de los emperadores abasíes en Bagdad y Córdoba, y en las bibliotecas de los monasterios cristianos.

    El progreso de la ciencia suele correr de la mano de la prosperidad económica, aunque también necesita de la tenacidad en el esfuerzo. Resulta paradójico que muchos conocimientos se hayan conservado en la historia por causas tan distintas y por personas tan alejadas en creencias y en distancia, aunque con un afán común, la perpetuación del conocimiento (quizá también para gloria de líderes, reyes, religiones, etc; en eso no es muy distinto nuestro tiempo).

    Avicena

    En su canon de la medicina, Avicena realiza una descripción minuciosa de múltiples patologías y plantea la manera de abordar los tratamientos basado en el diagnóstico certero.

    Para él, el fundamento del diagnóstico está en la observación minuciosa y sistemática del paciente. Aunque no tenemos la certeza de que realizara disección anatómica, aunque la claridad de sus descripciones de los ojos o del corazón y sus válvulas, nos hacen intuir que si las realizaba.

    Las descripciones de enfermedades como la diabetes el sarampión o la viruela son perfectamente superponibles a las actuales en claridad y precisión.

    Como médico y filósofo, Avicena no se limitó a una medicina clínica organicista sino que se planteó la relación entre medicina y filosofia y con la concepción psicológica del hombre.

    Para él, la medicina depende del conocimiento de los elementos que componen la materia y de las leyes de la naturaleza. Es preciso conocer el cuerpo humano, su funcionamiento y las bases de la salud y de la enfermedad.

    En su Canon de medicina se aprecia la idea de una correspondencia entre lo somático y lo psíquico, hasta el punto de que este último influye más de lo que parece en el estado, sano o enfermo, de aquél.

    Avicena considera la medicina como ciencia racional, recurriendo constantemente a las reglas de la lógica y aplicando sistemáticamente, sus principios filosóficos. El Canon contiene consideraciones de orden filosófico sobre la naturaleza del mundo y del hombre; la medicina debe referirse a la filosofía para establecer sus principios y determinar los elementos que constituyen al ser humano y regulan su temperamento y la influencia de este sobre la salud.

    Avicena

    Avicena tuvo una vida tormentosa, relacionada con su proximidad al poder, su acierto en la curación de las enfermedades de reyes y príncipes, y las intrigas palaciegas y conflictos territoriales de una época convulsa (y un territorio también convulso).

    Durante aquellos años, sirvió para varios príncipes mientras atendía también al pueblo, y redactaba su compendio: El libro de la curación, autentica enciclopedia de todo el saber.

    Fue un maestro, para los médicos de su época y para muchos durante varios siglos y, hoy en día, sigue vigente su legado como filósofo, erudito y médico para todos nosotros.

    El conocimiento integral de la realidad es el primer escalón para el conocimiento de la medicina y es necesario ampliar el campo de visión cuando nos enfrentamos a las enfermedades y a los pacientes que las sufren. Como reza la conocida máxima "el médico que solo sabe de medicina, ni siquiera de medicina sabe".




  • El dolor y la muerte

    Nacemos para morir. La vida siempre tiene fecha de caducidad y el tiempo, su aliado más fiel, ratifica de forma inexorable esta realidad. Sin embargo, aunque todos hemos de morir, algunas muertes nos parecen más injustas, casi crueles. La muerte inesperada, la de los inocentes.

    Elvira M. acudió a consulta por primera vez en el primer trimestre del año. Ya había sido operada por un cáncer de mama dos años atrás. Acudía por la aparición de un dolor óseo a nivel costal de difícil control con naproxeno y tramadol a dosis altas. Con apenas 37 años y dos hijos pequeños despertaba ternura por su fragilidad y por la viveza con la que sufría aquellas molestias. Comenzamos un tratamiento con fentanilo transdérmico en dosis crecientes y planteamos el uso de radioterapia local en la metástasis ósea costal. De otro lado la quimioterapia parecía controlar la diseminación y apenas generaba efectos secundarios. Un ligero prurito en palmas y plantas de los pies.

    Dolor y muerteDolor y muerte

    Tras casi cinco meses de tratamiento, la paciente comenzó de nuevo con dolor intenso en la cadera. Un tac evidenció metástasis óseas en pelvis, ambos fémures y quinta vértebra lumbar. El dolor precisó un incremento de la dosis de fentanilo transdérmico y dosis ocasionales de fentanilo oral para el dolor irruptivo.

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    Dado el incremento de los síntomas optamos por realizar un bloqueo epidural analgésico con colocación de catéter tunelizado conectado a una bomba externa. La paciente mejoró de forma espectacular. Prácticamente asintomática a los cinco días con dosis progresivas de bupivacaína y morfina epidurales.

    Ante la perspectiva de un incremento de síntomas y una esperanza de vida mayor de seis meses optamos por la colocación de una bomba implantada de flujo fijo con catéter intratecal. Un sistema totalmente implantado con un reservorio de 40 ml con un flujo fijo de 0,5 ml al día.

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    Colocamos el dispositivo en quirófano y comenzamos la infusión a dosis equivalente vía intratecal (aproximadamente una décima parte de la usada por vía epidural). La paciente fue dada de alta necesitando revisiones para el relleno de la bomba cada dos meses. La dosis inicial de analgesia precisó revisión al alza en las tres siguientes visitas. La cuarta visita se acompañó de disfagia y odinofagia después de una sesión de radioterapia vertebral. Una endoscopia descubrió una estenosis esofágica friable y no abordable con dilatación o cirugía. Todo ello coincidió con un empeoramiento progresivo del dolor. Nuevas metástasis a varios niveles en húmero, y vértebras torácicas precisaron duplicar la dosis de analgesia intratecal añadiendo dexmedetomidina a la bupivacaína y morfina empleadas.

    La paciente empeoró en su estado general, cada vez con más dificultades para incorporarse, para sentarse incluso para cambiar de postura en la cama. Comenzó a tener edemas en miembros inferiores. Perdió peso de forma progresiva y empezó a tener lapsus de memoria. Un nuevo tac craneal apreció una metástasis cerebral que comenzaba a desplazar la línea media.

    Varias semanas después la paciente falleció, además de la vía intratecal empleamos un suplemento de sedación intravenosa. Murió en compañía de sus seres queridos en un entorno de intimidad.

    Nuestra paciente acudió para recibir tratamiento para el dolor, usamos los mejores medicamentos, opioides agonistas selectivos mu, la mejor vía de administración la vía intratecal, que disminuye la dosis y los efectos secundarios y mejora los resultados por su acción central. Incluso empleamos los medios tecnológicos más sofisticados, las bombas implantables con catéteres de silicona aptas para largos periodos de utilización.

    Lo hicimos lo mejor que pudimos, lo mejor que se puede y nuestra paciente falleció. Falleció como suponíamos de su enfermedad. Nuestro tratamiento no la curó, probablemente no modificó el curso de su enfermedad. Sin embargo, creemos que mejoró su vida, la hizo más confortable y la ayudó en el terrible momento de su final, tanto a ella como a su familia.

    Es difícil para nosotros renunciar al objetivo completo de la curación, y también, aceptar qué nuestros pacientes fallezcan a pesar de nuestros cuidados. Es difícil sobreponerse a la experiencia de la muerte. Es difícil aceptar la muerte de los otros, siempre existe una relación personal que se consume con la muerte.

    La muerte de los otros, además, anticipa la nuestra propia y nos recuerda que somos seres limitados, en conocimientos y en esperanza de vida.

    Descanse en paz, nosotros intentaremos también hacerlo.

  • Cuando los golpes no son lo que más duele

    Ivonne es una mujer de 37 años en la actualidad, de origen subsahariano, con dos hijos, acudió a nuestra Unidad por lumbociatalgia y cervicalgia de meses de evolución sin control pese a los tratamientos empleados con AINES y paracetamol. Contaba una historia de dolor relacionado con su actividad en una gran superficie y con las actividades de cuidado de sus hijos de corta edad. Aportaba unas radiografías de columna cervical y lumbar sin lesiones significativas. El cuadro era algo confuso, pero dadas las dificultades de comunicación y lo inespecífico de su dolencia, lo atribuimos a las circunstancias laborales y de adaptación de una persona natural de otro país.

    Cuando los golpes no son lo que más duele

    Una revisión de reflejos y movilidad fue inespecífica, por lo que iniciamos tratamiento con tramadol y clonacepam para mejorar el dolor y el descanso nocturno que manifestaba muy deficiente.

    Un mes después, acudió a revisión con una reagudización de su cuadro con predominio lumbar y escasa irradiación a MMII. A la exploración la paciente presentaba signos de un traumatismo lumbar con un hematoma localizado en L3-L4 y dolor a la palpación que se irradiaba en sentido craneal. La paciente comentó que había sufrido una caída que le generó estas lesiones.

    Dadas las quejas de la paciente y el agravamiento relacionado con el traumatismo, propusimos la realización de un bloqueo analgésico combinado epidural y facetario.

    Acudió a realizarlo y al colocar a la paciente en decúbito y descubrir el área lumbar encontramos un hematoma lumbar, pero también no menos de siete lesiones por dientes, perfectamente marcados en hombros y cuello. Lesiones circulares que parecían quemaduras por cigarrillos. Además, marcas paralelas en glúteos y muslos,.. nunca habíamos visto nada parecido. Pensábamos que eran lesiones de otra época, de otra civilización, más próximas a la ficción que a la realidad, pero habían sido perpetradas por un compatriota, en nuestro país y en nuestro tiempo.

    Cuando los golpes no son lo que más duele

    Al preguntar, la paciente nos contó entre lagrimas su terrible relación de pareja, el chantaje de su permiso de residencia y la dependencia económica que la tenían atada de pies y manos; La huida a la desesperada de él y como se habían vuelto a reencontrar. Cómo el miedo atenazaba su vida aun más que el dolor.

    Además de hablar con ella y aconsejarle, casi rogarle, que pidiera ayuda, presentamos a través de la dirección del centro la correspondiente denuncia de las lesiones.

    Aquella mujer vivía una pesadilla cada día, de la que ni los médicos ni la sociedad éramos capaces de ayudarle a salir. Para muchos, en aquel momento, esto era parte de la intimidad de la alcoba??

    Afortunadamente para ella su pareja fue detenida y alejada de su vida, nunca hemos vuelto a encontrar casos de tortura como estos. Hombres aprovechándose de sus mujeres, maltratándolas sin pudor, sin piedad, sin humanidad.

    ¿Qué clase de hombres hacen eso a sus semejantes?

    La vida de Ivonne más de diez años después es bien distinta, desaparecida la amenaza recuperó su salud física y mental y, a pesar de la crisis, vive de su trabajo con dignidad y ha rehecho su vida con otra pareja.

    La vida de Ivonne ha cambiado pero no así la de muchas otras, algunas porque sucumben en el intento y otras porque nosotros seguimos siendo incapaces de ayudarles todo lo necesario. La violencia de género es intolerable y siempre que no actuamos y no la denunciamos nos convertimos en cómplices.

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