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Blog del Sº de Cirugía Oral y Maxilofacial & Unidad de Odontología y Periodoncia Hospitalaria. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo

  • La rinoplastia y la negociación de la apariencia física

    Dr. Javier Arias Gallo.

    Una de las funciones más importantes de la cara es la de presentarnos y reconocernos como seres humanos. Y qué duda cabe que la nariz, por estar en el centro de la cara, imprime un carácter muy específico al resto de las facciones. La nariz es una característica genuinamente humana, y resulta un rasgo netamente diferenciador con respecto a nuestros primos los chimpancés y gorilas. Así que junto con la mayor capacidad cerebral, la posición erguida y la capacidad de oponer el pulgar a los demás dedos, la nariz nos hace humanos. El tamaño y forma de la nariz va a decir mucho a los demás de qué tipo de humanos somos.

    Están las narices pequeñas. Están las narices grandes; y las finas, y las bulbosas, y las rectas, y las torcidas. La nariz está en el centro de la cara, y a lo largo de la vida se ve expuesta a los rigores vitales: a los golpes, a las infecciones, al paso de aire con más o menos dificultad, pero también a la presión de los músculos masticatorios sobre el esqueleto facial.

    Nariz

    Justa o injustamente, la forma y tamaño de la nariz crean una impresión en los demás y en uno mismo. Y muchas veces es una impresión sutil. Cuántas veces se juzga de alguien que no es de fiar, o que es agresivo, o que es huidizo, sin saber muy bien porqué. Y muchas veces ese porqué viene influenciado por la nariz.

    La nariz excesivamente pequeña transmite una sensación de pobreza. Una nariz grande da un aspecto expansivo a la cara, quizá generoso, quizá rudo. Las narices aguileñas dan cierto aire rapaz. Una nariz con piel fina transmite esa "fineza" a la persona, de la misma manera que una nariz de piel gruesa, o con las estructuras anatómicas poco definidas, da cierta idea de falta de elegancia. Una nariz torcida y achatada nos remite directamente a un boxeador, o a alguien que se mete en problemas....

    Es cierto que estas características son muy sutiles. Cuando vemos por primera vez a una persona recibimos toda la información de golpe. Las personas, en general, reciben todos los estímulos visuales sobre los demás, y muchas veces no individualizan los defectos que resultan muy evidentes a los expertos.

    Cuando una persona se plantea una cirugía estética sobre la nariz, la situación cambia bastante. La persona se ha mirado mucho, de frente, de medio lado, de perfil (con ayuda de un espejo, o haciéndose un "selfie"). Incluso desde abajo. El paciente que solicita información sobre la cirugía de la nariz suele tener una idea bastante más clara de los problemas que tiene su propia nariz. Y, sin embargo, durante la entrevista es muy frecuente que el criterio del paciente no coincida con el del cirujano. Por ejemplo, con cierta frecuencia los pacientes con "caballete" nasal pronunciado no son conscientes de que parte de la deformidad puede deberse a una punta nasal demasiado pequeña, y no tanto a una nariz más grande de lo normal. Otro tanto ocurre con los pacientes con caballete y mentón pequeño. El tamaño de la nariz y el tamaño del mentón deben estar en equilibrio para que la cara se vea armoniosa. Pero el mentón es a veces injustamente olvidado en la cirugía de la nariz. Puede ser más interesante reducir sólo discretamente el tamaño de la nariz y a la vez aumentar el tamaño del mentón. Se consigue así un equilibrio correcto entre las partes, sin dejar al paciente con una nariz ridículamente pequeña.

    Como ese ejemplo hay muchas situaciones en las que la principal preocupación del paciente no coincide exactamente con el criterio del médico. Esto no significa que el médico ignore al paciente. Significa que el médico tiene como tarea transmitir al paciente que, para conseguir el resultado visual que el paciente pide, es recomendable hacer modificaciones del resto de la nariz, o del resto de la cara, que a priori pueden resultar algo complicadas de entender. El cirujano no debe ser nunca un "despachador" de operaciones a criterio exclusivo del paciente. Debe ser un profesional que guíe al paciente hacia la mejor solución para su problema, y que complemente la idea que trae el paciente a la consulta.


  • Qué esperar tras una cirugía de rinoplastia

    Dr. Javier Arias Gallo

    RinoplastiaRinoplastia

    Después de una intervención quirúrgica es importante dar al paciente instrucciones sobre qué hacer y qué no hacer, para que el postoperatorio sea lo más liviano posible. Por mi parte, y esto lo digo como autocrítica, aunque le doy mucha importancia a las instrucciones, puede que se me quede en el tintero (cielos, que expresión más anticuada, aunque siempre se puede considerar que el tintero es el bote de tinta de la impresora), digo que se me queda a veces en el tintero contar al paciente qué puede esperar después de la intervención. Qué es normal, qué no lo es, y ante qué signos tiene que consultar con nosotros anticipadamente. Por cierto, que despachar al paciente con un "ante cualquier incidencia en el curso clínico, acuda a la consulta" como última frase del informe de alta, es poco informativo. Es, digamos, bastante perogrullesco.

    Así que, sin más dilación, vamos a empezar. El paciente ha sido intervenido de una rinoplastia. La rinoplastia lleva a cabo generalmente en régimen de hospital de día. Cuando se combina con el tratamiento del tabique nasal y los cornetes, que alargan el tiempo quirúrgico, muchas veces preferimos que el paciente pase la primera noche en el hospital, aunque no es estrictamente imprescindible.De un modo u otro, el paciente es dado de alta. Los requisitos para ello son ausencia de sangrado activo, buen estado general, tensión arterial dentro de la normalidad, que el paciente haya probado líquidos y no los haya vomitado, y que haya orinado sin problemas. Todo eso es tarea del equipo médico y de enfermería, así que no especificaremos más.

    El paciente sale por la puerta del hospital con una escayola en la nariz y con una gasa sobre el labio superior. La llamamos bigotera porque se pone sobre el labio superior, haciendo de bigote. Sirve para limitar la inflamación del labio superior y para recoger la sangre que pudiera salir, en escasa cantidad, en todo caso, por los orificios nasales. Raramente pongo taponamiento nasal, así que mis pacientes se ahorran esta enorme incomodidad, que realmente solía ser lo peor del postoperatorio de la cirugía nasal en el pasado.

    Es muy recomendable que el paciente se vaya a su casa acompañado por un familiar o por un amigo. Sobre todo, por el apoyo moral que la compañía brinda en esos momentos. Una vez que el paciente sale de la habitación, el trayecto hasta su casa debe hacerse en coche particular o en un taxi. Ahí el amigo o familiar juega un papel fundamental (no para pagar el taxi, me refiero para conducir el coche). No recomendamos en ese momento grandes caminatas ni uso de transporte público, por el ajetreo inherente a esos medios de transporte, y porque puede haber un pequeño sangrado (más sobre eso luego), cosa que no es muy recomendable exhibir en presencia de desconocidos (gente por lo general quisquillosa y poco comprensiva con ese tipo de cosas, sobre todo cuando implican a su propia camisa). Cuando el paciente sale de alta los párpados no suelen estar hinchados (más sobre eso luego también), pero algún paciente ocasional raramente puede parecer ya un émulo de Rocky Balboa en plena faena (Jesús, qué mayor soy; como dicen los memes, a quien entienda esta referencia le vacunan antes del verano…). En fin, no vamos a abundar más en el tema del trayecto, que no da para más.

    En los primeros dos días del postoperatorio se va a producir la máxima inflamación. O sea, la inflamación, poca o mucha, suele llegar a su máximo a las 48 horas. A partir de entonces, irá en descenso. La inflamación y su amigo el hematoma. Bueno, realmente suele ser una equimosis, pero comúnmente la llamamos hematoma porque equimosis, aunque es un término más exacto, es también más técnico y en general, incomprensible. Es como llamar pierna a toda la extremidad inferior: la pierna, médicamente, es lo que queda debajo de la rodilla. Pero no nos vamos a poner estupendos y también lo llamamos moratón sin que se nos caigan los anillos.

    Inflamación y hematoma, como digo, tienen una intensidad variable. El refinamiento de la cirugía, el uso de bisturí piezoeléctrico (ultrasónico) para cortar los huesos y la eliminación de los taponamientos nasales son algunos de los factores que reducen la inflamación en el postoperatorio. En todo caso, algo de inflamación va a haber. Para minimizarla, el paciente debe estar en "reposo relativo". O sea, tranquilo, sin hacer esfuerzos ni agacharse. El postoperatorio con su cese de actividad inherente no debe ser motivo para ensayar esos cambios de disposición de mobiliario que tanto hemos deseado y nunca llevado a cabo por falta de tiempo. Ni es el momento de investigar el (por otro lado, apasionante) mundo que se esconde debajo de aquel sofá bajo el que raramente barremos. Lo mejor para minimizar la inflamación es dedicar las primeras 48 horas a ponerse hielo en los párpados y en el labio superior. A ratitos, claro. Tras la cirugía es normal tener más sueño del habitual. Las siestas están permitidas, pero con la cabeza más elevada que el corazón. Esto se consigue a base de almohadones, generalmente. Hay que dormir como en las películas, o por lo menos como en algunas películas. Esas en las que la protagonista se levanta sin un pelo fuera de su sitio. Seguro que saben a qué me refiero. Siestas y sueño nocturno, con la cabeza levantada. Es de especial ayuda, para evitar apoyar la nariz en la almohada, añadir una almohada de viaje, de las que rodea el cuello. Permite pequeños giros de la cabeza, pero no ponerse boca abajo.

    Aún así, algo de inflamación va a haber. En los párpados, en la frente y en el labio superior, sobre todo. A veces con algo de moratón en la piel, que puede llegar al borde rojo del labio superior, o a la mucosa interior del labio. Con los días, el moratón suele migrar hacia abajo, hacia el borde inferior de la mandíbula… incluso un poco al cuello. Es normal, que no cunda el pánico. Cada vez es más frecuente que el paciente nos cuente que no se ha inflamado nada de nada. Pero no pasa nada si se inflama. Incluso si le cuesta un poquito abrir los párpados.

    El sangrado nasal es poco frecuente. Si hay mucha cirugía de cornetes puede haber algo más. En general, poca cosa. La bigotera, que recoge la sangre de los orificios nasales, puede quitarse si sigue limpia al llegar a casa desde el hospital. En todo caso, si se acumula algo de sangre en los senos paranasales, a veces cambios en la posición de la cabeza hacen que la sangre acumulada salga, por los orificios nasales, o hacia la garganta. Suele ser sangre oscura, en escasa cantidad. Si hay algo de sangre con un rojo más vivo, puede merecer la pena comprimir el labio superior durante unos minutos (5-10-60…). El sangrado va a ceder sin hacer nada más. Es excepcional que una cirugía nasal normal provoque un sangrado que requiera acudir al médico.

    La congestión nasal es muy frecuente. Sobre todo, cuando operamos el tabique y los cornetes. Al empezar la cirugía solemos poner un espray (el autocorrector no me deja poner spray así como así) con medicación descongestionante, que dura unas horas. El paciente se despierta respirando mejor que nunca. En parte por la cirugía, y en parte por el espray. Conforme pasan las horas, el efecto del descongestionante desaparece y la inflamación del interior de la nariz aumenta. La sensación es la de estar acatarrado. Con menos olfato (cielos, que no cunda el pánico). Como las lágrimas terminan en la nariz, esa congestión también produce algo de lagrimeo por retención. Pasa en unos días. La sensación es peor por la noche, por estar tumbado. Puede cambiar de una fosa nasal a la otra, o ser de ambos lados a la vez. No hay que poner más descongestionante. No hay que sonarse la nariz tapando uno de los orificios nasales. Se puede lavar el interior de la nariz 5 ml de suero fisiológico (¡no con agua del grifo!), y espirar fuerte sobre el lavabo. Lo mejor es consolarse pensando que hace años se ponían taponamientos nasales y eso era peor. Mucho peor.

    Algún síntoma más, que a veces pasamos por alto, porque sabemos que es transitorio, es por ejemplo el acorchamiento de los dientes anteriores del maxilar superior. Es más frecuente cuando operamos el tabique nasal. Puede doler algo la cabeza, puede doler un poco todo el cuerpo, puede uno tener sensación de fiebre (y puede subir uno o dos grados la temperatura). Todo eso es normal.

    He dejado para el final algo que puede ser obvio, y que por algún motivo es una cantinela muy repetida en la cirugía de la nariz: "es que duele mucho cuando te rompen los huesos". Lo cierto es que las molestias de la cirugía de la nariz son más en relación con la congestión nasal que con el dolor. Con analgésicos antiinflamatorios normales y corrientes el paciente pasa un postoperatorio muy aceptable. Se puede leer y concentrarse en la lectura, o estudiar sin merma en la capacidad de concentración. En todo caso, yo siempre recomiendo poner al ralentí el cerebro las primeras 48 horas.

    La primera revisión en la consulta suele ser a los 7-9 días, para retirar la escayola y los puntos. Para entonces la mayoría de los síntomas han desaparecido o al menos mejorado mucho.

    En resumen, tras la cirugía de la nariz hay inflamación alrededor de la nariz que aumenta durante los primeros dos días. Puede caer algo de sangre por los orificios nasales o por la garganta. La congestión nasal también es muy frecuente, con lagrimeo incorporado. Duele poco. A la semana quitamos los puntos y la escayola. Al menos se me tendrá que reconocer el mérito de decir lo mismo en cuatro líneas finales y en todo un post de más de 1600 palabras.

  • ¿Por qué los libros de Rinoplastia son siempre los más gordos? ¿Y qué tiene que ver el ajedrez con esto?

    Soy especialista en Cirugía Oral y Maxilofacial, con especial dedicación a la rinoplastia y a la cirugía ósea facial. El área anatómica que cubre mi especialidad es una de las más complejas del organismo (con permiso de la transcavidad de los epiplones y el córtex entorrinal del lóbulo temporal, queridos colegas de otras especialidades…). Dada la gran inervación sensitiva y motora de la cabeza y el cuello, las enfermedades de nuestra zona tienen una gran variedad de síntomas y signos. La necesidad de respetar las complejas estructuras de la región durante los procedimientos quirúrgicos es uno de los grandes retos de la cirugía.

    Y como escribo este post el 2 de enero, a la espera de los regalos de los Reyes Magos, y ya habiendo hecho una visita relámpago Papá Noel, he pensado en hacer un pequeño juego mental: comparar la cirugía de la nariz con un juego de mesa o de tablero.

    RinoplastiaRinoplastia

    Pero, por favor, que no cunda el pánico. Es sólo un juego navideño. Que además me sirve para explicar el título de este post: ¿Por qué, de todos los libros de cirugía que pueblan-invaden mi librería médica, los de rinoplastia son siempre los más gruesos, y muchos van en dos tomos como dos ladrillos?

    Hay muchos tipos juegos de mesa. En la película clásica Juegos de Guerra (1983 según Wikipedia) hay un programa informático autónomo que, por circunstancias que le pueden pasar a cualquiera, decide lanzar una guerra nuclear total. Lo que hacía interesante la película es que ese programa era el que decidía cuándo disparar los misiles nucleares de EEUU. Para el programa era todo sólo un juego más, y, de hecho, estaba entrenado para jugar a diversos juegos. La única forma de pararlo fue ponerle a jugar al 3 en raya, y que él mismo viera que es un juego aburrido, en el que, si ambos jugadores juegan bien, siempre acaba en empate; luego le pusieron a jugar a todas las combinaciones posibles de guerra nuclear total, y como no había manera de ganar, se aburrió también. El guiño final viene cuando el programa le propone a su programador jugar a algo más divertido. Le propone jugar al ajedrez.

    Pues bien, ahora es cuando entro en materia argumental: el ajedrez no dudo que es el deporte ciencia y blablá, pero no sirve como metáfora para comparar la cirugía con los juegos de mesa. ¿Por qué? Pues porque… es demasiado simple, en cierto sentido.

    Que siga sin cundir el pánico. Paciencia hasta el final.

    El ajedrez es complicado durante la partida, pero la colocación de las piezas y lo que se puede hacer con ellas es muy simple, y siempre es igual. Las primeras 5-10 jugadas entre jugadores de cierto nivel son siempre predecibles. Luego la cosa se lía, pero, lo siento, no me sirve de metáfora para la cirugía de rinoplastia.

    Papá Noel me trajo un juego que se llama "AgrícolaÒ" Se ve que había oído de mis veleidades vegetarianas, pero no se había enterado de que hay una parte importante de ganadería en el juego. En fin…

    Jugando estos días al "agrícola" me he dado cuenta de que sí sirve como metáfora adecuada para la cirugía de rinoplastia, y me va a permitir explicar por qué nuestros libros sobre rinoplastia son tan gordos. Tanto la mecánica del juego, como lo que uno tiene al principio de cada partida, así como los beneficios que uno va obteniendo a lo largo del juego, van cambiando en cada una de las partidas. Hay decenas de cartas (se reparten 14 cartas a cada jugador), de tres categorías, que modulan lo que cada uno de los jugadores, con una granja vacía a la que hacer prosperar, puede o no puede hacer. El objetivo del juego es conseguir una casa más grande y de mejor calidad, unos sembrados productivos y unos cercados para los diferentes tipos de animales. El que suma más puntos por cada uno de esos ítems, gana. El juego está pensado de tal manera que se necesita mejorar en todos los ámbitos, porque penaliza la falta de variedad de animales, los monocultivos, las parcelas vacías y las casas pequeñas.

    Y la rinoplastia, ¿qué? Pues cuando un paciente entra en el quirófano, resulta que las piezas no están como en el ajedrez, todas colocaditas iguales. Hemos podido hacer bien el trabajo previo, tocando la piel, palpando la estructura, sintiendo la rigidez de las diferentes estructuras, evaluando la respiración nasal con todas nuestras herramientas, incluso con un TC para afinar en la anatomía nasal. Hemos hecho todo, y con eso tenemos ya unas poquitas cartas, que nos dan una idea inicial de cómo se puede desarrollar la partida. Una partida que será única, porque cada nariz es literalmente única, a no ser que se operen dos gemelos univitelinos. Según va avanzando la cirugía, vamos descubriendo cosas nuevas (estos ligamentos piriformes que no aguantan, estos cartílagos alares son más blandos de lo que parecía). Nos van dando más cartas, con distintas posibilidades y limitaciones. En unos minutos tenemos un "agrícola" con unas 200 "cartas", algunas de las cuales ponen bien clarito para qué sirven, en otras está un poco borroso el contenido, otras no las hemos visto nunca. El desarrollo de la cirugía más allá de la incisión en la piel y el vestíbulo nasal es completamente diferente dependiendo de las necesidades concretas. No tenemos diez jugadas iniciales estándar. Si acaso, dos… Y hay que ir tomando decisiones desde el primer minuto: ¿para qué? Para tener más puntos. ¿Pero, puntos de qué? De estética, de función, de simetría, de visión frontal, de visión lateral, de visión medio-lateral, de visión desde abajo…. Como en el "agrícola", no vale el monocultivo: no valen muchos "puntos" de estética frontal si luego no respira por un lado de la nariz, o la simetría de los orificios nasales se resiente.

    Las instrucciones para el "Agrícola" son 11 páginas tamaño folio, con dibujitos incluidos. Algunos números de páginas de libros de nariz de mi biblioteca, un poco al azar: Çakir (420 páginas), Tebbets (650), Daniel (900, antiguo y otro de 450 del año 2018), Dallas (1200 en dos tomos), Sheen (1450 en dos tomos).

    Entonces, ¿dónde está el parecido aquí con un juego de 11 páginas de instrucciones? Aun así, lo hay: las instrucciones del juego son como las primeras 30-50 páginas del libro, donde se repasa la evaluación general del paciente, la anatomía general, etc. Cosas como: "no opere a un paciente que no se contente con algo diferente a la perfección"; esas cosas vienen ahí. Y el resto de los cientos de páginas, ¿ahí qué pone? Pues es casi todo contar pautas de estrategia para hacer crecer equilibradamente nuestra "granja", así como muchos resúmenes de "partidas individuales", que nosotros llamamos "casos clínicos".

    Las metáforas pueden llevarse hasta cierto punto, pero no podemos estirar el chicle indefinidamente (otra metáfora). Este post pretende dar una idea precisamente de que la cirugía de rinoplastia no es un juego, sino un conjunto de maniobras complejas, con implicaciones serias. Las herramientas de modificación 3D, que a nosotros nos sirven para planificar los casos y para que el paciente se haga una idea de qué tipo de resultado puede razonablemente esperar, esas sí son un juego. Un juego útil, como los juegos de los niños son útiles para su desarrollo mental. Pero en cuanto el paciente entra al quirófano, dejamos de jugar y nos ponemos a trabajar.

    Pues aquí termino. Espero haberos convencido de que los parecidos están en todas partes, o al menos, demostraros que, a diferencia de los refranes, un huevo y una castaña sí se parecen; y las narices y comer trigo también tienen que ver; y del día y la noche se pueden sacar similitudes también.


  • Las biografías de personajes célebres y la planificación de la rinoplastia.

    Con el paso de los años he de confesar que me va gustando más leer biografías. De (más) joven, prefería leer ficción. A poder ser, libros de ciencia ficción. Progresivamente pasé a la ficción a secas. Luego me fue interesando más el género de auto ficción, en la que se desdibuja la realidad y la ficción, y el autor habla en primera persona, mezcla elementos reales con elementos inventados. Y, por último, me he aficionado a las biografías. En todas las que he leído, me ha llamado poderosamente la atención el recorrido vital de personas reales, de lo que han hecho por el mundo y de los que el mundo a hecho (a, para, contra) ellos.

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    Apenas hay, si es que hay alguna, biografías escritas sobre personajes anónimos. Siempre es de personajes famosos por algo, excepcionales por lo que fueron o por lo que vivieron. Los demás mortales disfrutamos con las experiencias, opiniones y vicisitudes de personas importantes. Personas cuyo balance neto se puede considerar como tremendamente positivo, o absolutamente negativo, sin paliativos, pero precisamente por eso, excepcional. Desde Churchill a Felipe II, desde Ramón y Cajal a Steve Jobs. La mirada sobre trayectorias humanas completas siempre requiere de cierta generosidad, tanto por parte del escritor como del lector. Truman (Capote o el presidente de Estados Unidos que tiró las bombas atómicas), Azaña, Carlos (I de España y V de Alemania), Fray Bartolomé de las Casas, Pizarro, Stalin, Franco, Balmis… todos tienen sus luces y sus sombras, por ellos mismos o por lo que les tocó vivir y hacer. Y eso es lo interesante para nosotros, conocer a personas extraordinarias, con vidas extraordinarias.

    Pero, claro, el común de los mortales no entramos en esa categoría. ¿De qué nos sirve en nuestra vida habitual lo que hizo alguien con capacidades extraordinarias, enfrentada a retos inusuales? ¿De qué nos sirve si nosotros quizá no tenemos capacidades fuera de lo común, y (ojalá) no nos tenemos que enfrentar a terribles retos?

    Yo creo que estos relatos nos inspiran. Nos muestran una meta, un camino. En el caso de nuestros héroes, un camino para recorrer. En el caso de los grandes monstruos de la humanidad, una senda para evitar. Nunca llegaremos a esa meta (o nunca evitaremos hacer algo mal), pero sabremos el camino correcto.

    Y, dicho con brevedad, es exactamente lo que buscamos cuando hacemos una planificación quirúrgica de una rinoplastia. Gracias a los programas de tratamiento de imágenes podemos cambiar el aspecto de la cara del paciente, y gracias a la tecnología de escaneo en 3D y de guías quirúrgicas en 3D podemos definir exactamente a dónde queremos llegar. La tecnología nos da un camino por el que transitar. Vamos a lograr, además, compartir ese objetivo con el paciente, que va a querer llegar al mismo lugar que nosotros.

    Pero es importante señalar que la precisión del resultado nunca es completa. Siempre hay una pequeña desviación del objetivo. Que nadie se lleve a engaño, la precisión completa en rinoplastia es un objetivo, una aspiración. Como las vidas "ejemplares" que leemos en las biografías. Complejas, llenas de aristas, de recovecos, en las que para conseguir un resultado excelente en un cierto sentido tenemos que aceptar un resultado algo menos de excelente en otro. Como los grandes hombres y mujeres, algunos de los cuales, para lograr sus mayores metas, descuidaron su vida familiar… ¡o incluso su higiene corporal! Y aunque la precisión en rinoplastia no sea completa, si está bien planificada y bien ejecutada, va a lograr, con toda seguridad, acercarse a lo que el paciente deseaba y a lo que el cirujano le propuso. Personalmente, lo que más busco en una rinoplastia es un cierto "carácter". El paciente debe saber que los cambios más sutiles en la nariz imprimen su sello al resto de la cara. Así que lograr una cara más decidida, o más suave, o más dinámica, o menos angulosa, menos brusca, menos avasalladora, depende muchas veces de qué hagamos en la nariz, cómo la modifiquemos. En eso, el 3D, la planificación virtual y las predicciones en fotografía digital nos ayudan muchísimo. El paciente, y nosotros, decidimos qué carácter dar a la nariz, y las herramientas de planificación nos ayudan a conseguirlo. Quizá no al 100%. Pero el 95% sigue siendo un sobresaliente.

    Nadie pretende que sus vidas sean perfectas… bueno, sí, todos lo pretendemos, pero nadie lo conseguimos. Pero si podemos darle a la vida cierto equilibrio, cierto carácter, aunque tengamos que sacrificar algo en el intento, habrá merecido la pena vivirla.

  • ¿Por qué hacemos las cosas? ¿por qué nos operamos de cirugía estética? ¿y qué tiene que ver el piano en todo esto?

    Dr. Javier Arias Gallo

    Así, en general… Menuda pregunta. Como pasa siempre en estas entradas de blog, voy poco a poco o de golpe arrimando el ascua a mi sardina. Esta vez será poco a poco:

    RinoplastiaRinoplastia

    Como ya he mencionado en alguna entrada de blog previa, yo toco el piano en plan aficionado. Al parecer entre los médicos es bastante frecuente tocar algún instrumento. No voy a entrar en los motivos (pero me lo apunto para una futura entrada en el blog, porque lo difícil es siempre encontrar temas sobre los que pegar la hebra), pero el caso es que uno de mis colegas de maxilofacial, compañero y amigo mío durante 15 años, también toca el piano (y le voy a reenviar el link de esta entrada del blog, a ver si se da por aludido).

    Desde hace un par de años, estoy con la idea de hacer en mi casa alguna pequeña "velada gastronómico-musical", invitando a algunos otros amigos que cantan, o tocan algún otro instrumento, más otros invitados que estén más atraídos por la parte gastronómica del asunto, y a los que embauquemos para que sean nuestro auditorio. Digo que estoy con la idea, pero entre la pandemia, la desidia y la indecisión, al final nunca termino de organizarla (bueno, es que ni empiezo a organizarla, pero, ah, el idioma español, siempre al rescate de los procrastinadores). Antes de la pandemia le conté mis planes a mi maxilofacial pianista amigo. Y ahí empieza la cosa, el primer acercamiento del ascua a la sardina: mi amigo me dijo una cosa que entonces me sonó antinatural. Me dijo: "yo es que toco para mí mismo". ¿Cómo que para ti mismo, alma de cántaro?, pensé yo… será para ti y para el vecino de abajo. Ah, no, que tiene un piano electrónico, y toca con auriculares.

    Pero aún así, ¿no es un poco raro limitar una actividad tan social como la música a uno mismo? Pues con el tiempo he llegado más o menos a entenderle. De hecho, la fuerza arrolladora de los hechos (nadie me oye nunca tocando el piano porque me pongo auriculares yo también, mi hijo estudia en la universidad y el machaque pianístico le desconcentraría) hace que últimamente yo también diga, porque no me queda más remedio, que toco para mí mismo. En realidad, yo toco para un auditorio imaginario. Toco por muchos motivos, muchos de ellos imposibles de poner en palabras. Pero ese es uno de ellos. Cada persona hace las cosas por una razón. Se ve que mi amigo la mía no la comparte. Él toca para sí mismo. En la escuela de música a la que voy como alumno se organiza todos los años un concierto de fin de curso en el que tocamos los alumnos adultos y añejos (con una pequeña parte gastronómica después también, no se crean). Ese suele ser mi auditorio imaginario. Llevamos dos años, pandemia mediante, en los que no hemos tenido concierto. Reconozco que he estado algo menos motivado con el piano este tiempo, que me perdonen mi profesora, Chopin, Mozart y sus herederos legales, porque sabía que no habría para mí culminación social del esfuerzo personal.

    Ahora cojo la sardina (más bien el palo), cojo también el ascua, y las arrimo más: todo este tiempo, en que pensaba que era antinatural tocar un instrumento musical para uno mismo, estaba ciego ante una evidencia habitual en mi trabajo como cirujano: mis pacientes de cirugía estética (concretamente, de cirugía estética nasal, que es a la que me dedico fundamentalmente), casi siempre se operan ….¡para sí mismos! Los pacientes no quieren agradar a los demás con su nueva apariencia. No, eso puede venir después. La mayoría de las personas que quieren algún cambio estético lo hacen para sentirse bien consigo mismos. Para mirarse en el espejo y gustarse. ¿Acaso eso es malo? En otros ámbitos, hacemos y no hacemos muchas cosas para sentirnos bien con nosotros mismos: cumplimos (generalmente) con las normas cuando estas son justas, no sólo por temor al castigo, sino para podernos mirar (metafóricamente) al espejo y ver reflejada a una persona de la que nos podamos sentir orgullosos. Ayudamos a los demás en el día a día, no para que los demás nos quieran, sino para querernos un poquito nosotros.

    Mi experiencia de años (cuando un pedante quiere tener razón a toda costa siempre acude a esa frase hecha) me indica que la mayoría de las personas interesadas en la cirugía estética lo hacen para gustarse a sí mismos. Gustar a los demás es un efecto secundario, positivo, pero secundario. Es muy habitual que las parejas de los pacientes intenten convencerles de que no se operen, con el argumento de que … para ellos, no hay nada feo en sus parejas, nada que requiera un cambio. Ah, queridas parejas de mis pacientes: erráis el argumento: no se operan vuestras parejas para vosotros, para que les veáis más guapos. No os hagáis ilusiones. Cuando quieran contentaros, os traerán el desayuno a la cama. La cirugía es para ellos mismos. Son ellos los que la sufren (cada vez menos, eh), los que la pagan (aplíquese el paréntesis anterior), y los que salen beneficiados tienen por ella. Porque después de la cirugía se miran al espejo y ya no tienen ese caballete que les desagradaba, esa punta nasal redonda que (a ellos y a nadie más) les recordaba a un payasete, o esa punta nasal caída al modo de Jaffar, el malo de Aladdin.

    Ahora carbonizo la sardina a base de ascuazos ¿Cómo no entender a mi compañero el pianista "ermitaño", ahora que me doy cuenta que tantas cosas en la vida las hacemos sólo para nosotros? Y aunque le entiendo, sigo sin compartir su postura. Sí, yo también toco para mí mismo. En parte es una gimnasia. Me asombra y me maravilla que una partitura que al principio es un galimatías, en unas semanas puedo interpretar con soltura. Como se asombra el deportista que va descubriéndose nuevos músculos según va fortaleciéndose a base de machaque en el gimnasio, o el corredor que llega en cada carrera cada vez más lejos y con la lengua menos fuera. Sí, hay una parte de gimnasia interior, que disfruta uno mismo. Pero la plenitud siempre necesita a las demás personas. Somos seres humanos, y por tanto, seres sociales. Si ponemos en facebook el recorrido de nuestra última carrera en solitario, si preferimos ir a un gimnasio antes que ejercitarnos en casa, si nos hacemos selfies con nuestra cara recién operada y los subimos a Instagram, y si queremos de vez en cuando tocar el piano ante un (distinguido) público, no es porque seamos unos esclavos de las apariencias, tontos y superficiales. No, somos seres humanos, y buscamos la aprobación y la compañía de los demás. Y está bien así.

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Sobre este blog

Las enfermedades de la cara y al cuello son extraordinariamente importantes por afectar a zonas del cuerpo críticas en el día a día de todo ser humano. Comer, masticar, respirar sin dificultad, dormir y descansar, e incluso sonreír son actividades que damos por supuestas pero que pueden verse afectadas gravemente tras traumatismos, tumores, infecciones o por enfermedades congénitas. El cirujano maxilofacial es el especialista central en estas enfermedades. Tanto el punto de vista médico, como el quirúrgico, como la repercusión social y personal de la patología de la cabeza y cuello son importantes para atender y cuidar apropiadamente a nuestros pacientes. Sin olvidar, claro está, a los odontoestomatólogos, periodoncistas, ortodoncistas y odontopediatras con los que trabajamos en estas tareas. En este blog describimos situaciones clínicas, informamos sobre tratamientos, y reflexionamos sobre lo que significa ser médico y cirujano maxilofacial en estos tiempos de cambio y avance continuo. Todo el equipo del Servicio de Cirugía Maxilofacial estaremos encantados de atenderte.

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