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Blog del Sº de Cirugía Oral y Maxilofacial & Unidad de Odontología y Periodoncia Hospitalaria. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo

  • La cirugía estética en menores de edad

    Hace unas semanas cayó en mis manos por casualidad un reportaje sobre una modelo que se arrepentía de haberse operado la nariz a los 14 años. Al parecer, ni se puede mirar al espejo tranquilamente. Aquí está el enlace https://www.publico.es/psicologia-y-mente/bella-hadid-y-el-conflicto-de-las-cirugias-esteticas-en-menores-donde-estan-los-limites/Este enlace se abrirá en una ventana nueva

    Y llevo dos horas escribiendo y reescribiendo el texto de esta entrada del blog, porque es un asunto tan grande, pero taaan grande, que es difícil encontrar un ángulo en el que explicar mi punto de vista sin resultar: a): un insensible b): un cretino c): un listillo d): todas las anteriores. La primera imagen que me viene a la mente al leer la historia y ver las fotos de la modelo es un iceberg. La segunda, la película Casablanca.

    El iceberg. No por el parecido físico, no. No es que tenga una nariz puntiaguda, fría y de color blanco, no. El cirujano ya se encargó de eliminar el caballete a conciencia. No hay peligro por ese lado. No, la parte sumergida del iceberg es lo mucho que hay debajo de esta decisión, de la crianza de una niña con su padre millonario y su madre modelo (no se me ocurre un cliché más burdo, un guion de cine así resultaría de lo más previsible y aburrido), de la incorporación sutil de los valores, las actitudes y los comportamientos que hubiera dentro de la familia, de la socialización en el colegio, de la relación con sus compañeros, de las revistas de moda, de su descubrimiento y uso de internet, de las redes sociales (pero se operó la nariz en 2010, estaban aún en pañales). En fin, todo lo que puede rodear a una persona desde que nace.

    plásticaplástica

    ¿Y cuál es la punta del iceberg? que se operó de la nariz. Se arrepiente de haberse operado la nariz… con 14 años. Y digo yo que podría ser más benevolente consigo misma. Porque en español usamos el reflexivo (se operó, se cortó el pelo) cuando se sobreentiende que otro nos opera, que otro nos corta el pelo. Uno de tantos matices. Tienen que ocurrir muchas cosas para que una persona de 14 años se haga (le hagan) una cirugía estética. Los padres irresponsables, el cirujano codicioso, la niña mimada, el psicólogo de la niña no sabe/no contesta… Pero ¿no podría haber algo más? ¿No podría estar el problema en otro sitio?

    Podría haber más. Puede que la operación de cirugía estética no tenga nada que ver con su insatisfacción actual. Las personas somos complicadas. Inconmensurablemente complicadas. Podría no haberse operado y aun así tener complejo de pies grandes, o de rodillas rasposas, de cabeza apepinada, o de pecho caído. La nariz podría ser la punta de ese iceberg de insatisfacción general.

    Casablanca. Sí, soy muy mayor. Casablanca, además de una ciudad en Marruecos, y sonar como el sito donde vive el presidente de los EEUU, es una película. Es en blanco y negro. Se hizo en los años 40. No espero que los jóvenes la hayan visto, ni siquiera que les suene. Para nosotros los boomers, la frase "tócala otra vez, Sam", es una referencia directa a esa película (por cierto, nunca dicen la frase así en la película). El protagonista, Humphrey Bogart, es el dueño de un local nocturno en la Casablanca ocupada por los nazis en la segunda guerra mundial. El jefe de la policía local es un simpático francés corrupto, que hace la vista gorda ante el casino ilegal montado en el local, y donde él mismo juega con frecuencia. Casi al final de la película, presionado por los nazis, se ve obligado a hacer una redada, y se escandaliza hipócritamente al ver que ha "descubierto que aquí se juega" (para seguidamente recoger discretamente sus ganancias de la semana). ¡Qué escándalo, aquí se juega!

    En fin, larga digresión respecto a lo que siento cuando leo en revistas, periódicos y webs, informaciones escandalizadas sobre la cirugía plástica en general, y de menores en particular. Pero ¿cómo?, ¿aquí la gente se opera y se infiltra y pone cosas aquí y se las quita allá? ¿se ponen ortodoncia, carillas, se pegan las orejas, se ponen pómulos, ángulos mandibulares o mentón? ¿Se quitan pelo de un sitio, se lo ponen en otro? ¿Se suben, ponen y quitan pecho, culo, tripa? Pero ¿cómo es posible? Hacemos (entre todos) una sociedad que busca la gratificación inmediata, la perfección completa, el envío en el mismo día, el móvil último modelo, insaciable, que no tolera la frustración, que dice "si quieres, puedes" (o sea, si no puedes, eres un flojo). Pero nos rasgamos las vestiduras con la cirugía estética. Y si es en menores, más. Y luego disfrutamos de lo lindo viendo en sucesivas fotos la lamentable evolución de las personas que se hacen diecisiete procedimientos de estética hasta se parecen más a un avatar de videojuego que a un ser humano.

    Claro, lo poco gusta, y lo mucho cansa. En mi práctica profesional suelo decirles a los pacientes, solo medio en broma, que me canso después de la primera cirugía, y que preferiría no hacerles más operaciones.

    Esto que sigue, como no podría ser de otra manera, es mi forma de ver la cuestión, que para eso escribo en un blog y no en las Tablas de la Ley de Moisés. El mío es un punto de vista, discutible, desde luego. Dicen que sobre gustos no hay nada escrito, aunque de gustos, y preferencias está todo el mundo escribiendo continuamente. Creo que la cirugía y la medicina estéticas deben tener objetivos claros, concretos y acotados. Corregir una nariz fea, pegarse unas orejas de soplillo, quitarse unas bolsas de los párpados, levantar las cejas, reducir las arrugas alrededor de los ojos, quitar la apariencia de cansancio de una cara, subir los tejidos flácidos por el paso inclemente de los años… todos esos son objetivos legítimos. No quiero que se me malinterprete. Muchas veces estas cirugías refuerzan la autoestima de los pacientes y la satisfacción al final del tratamiento es enorme. La cirugía estética es una de la áreas de la medicina que más calidad de vida pueden proporcionar a los pacientes.

    El problema viene cuando la persona quiere cambiar todo, o muchas cosas, a la vez o secuencialmente. Juro aquí, y que caiga fulminado si miento, que he tenido pacientes que me han pedido que les opere de algo, así en general, de lo que sea, a mi criterio.

    Hay un viejo chiste: el paciente le dice al médico, señalándose con el dedo múltiples zonas: doctor, me duele aquí, y aquí, aquí, y aquí… Y el médico (astuto él) le contesta: usted lo que tiene es un dedo roto. Cuando la persona busca un cambio estético, y luego otro, y luego otro, y otro más… a lo mejor el problema no está en su cuerpo precisamente. Y el médico tiene que ser astuto para detectar a ese tipo de paciente. Lo que haga el médico con ese tipo de paciente ya es otro cantar, que se me acaba el espacio y el tiempo y ya he cogido mucha velocidad.

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Sobre este blog

Las enfermedades de la cara y al cuello son extraordinariamente importantes por afectar a zonas del cuerpo críticas en el día a día de todo ser humano. Comer, masticar, respirar sin dificultad, dormir y descansar, e incluso sonreír son actividades que damos por supuestas pero que pueden verse afectadas gravemente tras traumatismos, tumores, infecciones o por enfermedades congénitas. El cirujano maxilofacial es el especialista central en estas enfermedades. Tanto el punto de vista médico, como el quirúrgico, como la repercusión social y personal de la patología de la cabeza y cuello son importantes para atender y cuidar apropiadamente a nuestros pacientes. Sin olvidar, claro está, a los odontoestomatólogos, periodoncistas, ortodoncistas y odontopediatras con los que trabajamos en estas tareas. En este blog describimos situaciones clínicas, informamos sobre tratamientos, y reflexionamos sobre lo que significa ser médico y cirujano maxilofacial en estos tiempos de cambio y avance continuo. Todo el equipo del Servicio de Cirugía Maxilofacial estaremos encantados de atenderte.

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