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Blog del Sº de Cirugía Oral y Maxilofacial & Unidad de Odontología y Periodoncia Hospitalaria. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo

  • Qué esperar tras una cirugía de rinoplastia

    Dr. Javier Arias Gallo

    RinoplastiaRinoplastia

    Después de una intervención quirúrgica es importante dar al paciente instrucciones sobre qué hacer y qué no hacer, para que el postoperatorio sea lo más liviano posible. Por mi parte, y esto lo digo como autocrítica, aunque le doy mucha importancia a las instrucciones, puede que se me quede en el tintero (cielos, que expresión más anticuada, aunque siempre se puede considerar que el tintero es el bote de tinta de la impresora), digo que se me queda a veces en el tintero contar al paciente qué puede esperar después de la intervención. Qué es normal, qué no lo es, y ante qué signos tiene que consultar con nosotros anticipadamente. Por cierto, que despachar al paciente con un "ante cualquier incidencia en el curso clínico, acuda a la consulta" como última frase del informe de alta, es poco informativo. Es, digamos, bastante perogrullesco.

    Así que, sin más dilación, vamos a empezar. El paciente ha sido intervenido de una rinoplastia. La rinoplastia lleva a cabo generalmente en régimen de hospital de día. Cuando se combina con el tratamiento del tabique nasal y los cornetes, que alargan el tiempo quirúrgico, muchas veces preferimos que el paciente pase la primera noche en el hospital, aunque no es estrictamente imprescindible.De un modo u otro, el paciente es dado de alta. Los requisitos para ello son ausencia de sangrado activo, buen estado general, tensión arterial dentro de la normalidad, que el paciente haya probado líquidos y no los haya vomitado, y que haya orinado sin problemas. Todo eso es tarea del equipo médico y de enfermería, así que no especificaremos más.

    El paciente sale por la puerta del hospital con una escayola en la nariz y con una gasa sobre el labio superior. La llamamos bigotera porque se pone sobre el labio superior, haciendo de bigote. Sirve para limitar la inflamación del labio superior y para recoger la sangre que pudiera salir, en escasa cantidad, en todo caso, por los orificios nasales. Raramente pongo taponamiento nasal, así que mis pacientes se ahorran esta enorme incomodidad, que realmente solía ser lo peor del postoperatorio de la cirugía nasal en el pasado.

    Es muy recomendable que el paciente se vaya a su casa acompañado por un familiar o por un amigo. Sobre todo, por el apoyo moral que la compañía brinda en esos momentos. Una vez que el paciente sale de la habitación, el trayecto hasta su casa debe hacerse en coche particular o en un taxi. Ahí el amigo o familiar juega un papel fundamental (no para pagar el taxi, me refiero para conducir el coche). No recomendamos en ese momento grandes caminatas ni uso de transporte público, por el ajetreo inherente a esos medios de transporte, y porque puede haber un pequeño sangrado (más sobre eso luego), cosa que no es muy recomendable exhibir en presencia de desconocidos (gente por lo general quisquillosa y poco comprensiva con ese tipo de cosas, sobre todo cuando implican a su propia camisa). Cuando el paciente sale de alta los párpados no suelen estar hinchados (más sobre eso luego también), pero algún paciente ocasional raramente puede parecer ya un émulo de Rocky Balboa en plena faena (Jesús, qué mayor soy; como dicen los memes, a quien entienda esta referencia le vacunan antes del verano…). En fin, no vamos a abundar más en el tema del trayecto, que no da para más.

    En los primeros dos días del postoperatorio se va a producir la máxima inflamación. O sea, la inflamación, poca o mucha, suele llegar a su máximo a las 48 horas. A partir de entonces, irá en descenso. La inflamación y su amigo el hematoma. Bueno, realmente suele ser una equimosis, pero comúnmente la llamamos hematoma porque equimosis, aunque es un término más exacto, es también más técnico y en general, incomprensible. Es como llamar pierna a toda la extremidad inferior: la pierna, médicamente, es lo que queda debajo de la rodilla. Pero no nos vamos a poner estupendos y también lo llamamos moratón sin que se nos caigan los anillos.

    Inflamación y hematoma, como digo, tienen una intensidad variable. El refinamiento de la cirugía, el uso de bisturí piezoeléctrico (ultrasónico) para cortar los huesos y la eliminación de los taponamientos nasales son algunos de los factores que reducen la inflamación en el postoperatorio. En todo caso, algo de inflamación va a haber. Para minimizarla, el paciente debe estar en "reposo relativo". O sea, tranquilo, sin hacer esfuerzos ni agacharse. El postoperatorio con su cese de actividad inherente no debe ser motivo para ensayar esos cambios de disposición de mobiliario que tanto hemos deseado y nunca llevado a cabo por falta de tiempo. Ni es el momento de investigar el (por otro lado, apasionante) mundo que se esconde debajo de aquel sofá bajo el que raramente barremos. Lo mejor para minimizar la inflamación es dedicar las primeras 48 horas a ponerse hielo en los párpados y en el labio superior. A ratitos, claro. Tras la cirugía es normal tener más sueño del habitual. Las siestas están permitidas, pero con la cabeza más elevada que el corazón. Esto se consigue a base de almohadones, generalmente. Hay que dormir como en las películas, o por lo menos como en algunas películas. Esas en las que la protagonista se levanta sin un pelo fuera de su sitio. Seguro que saben a qué me refiero. Siestas y sueño nocturno, con la cabeza levantada. Es de especial ayuda, para evitar apoyar la nariz en la almohada, añadir una almohada de viaje, de las que rodea el cuello. Permite pequeños giros de la cabeza, pero no ponerse boca abajo.

    Aún así, algo de inflamación va a haber. En los párpados, en la frente y en el labio superior, sobre todo. A veces con algo de moratón en la piel, que puede llegar al borde rojo del labio superior, o a la mucosa interior del labio. Con los días, el moratón suele migrar hacia abajo, hacia el borde inferior de la mandíbula… incluso un poco al cuello. Es normal, que no cunda el pánico. Cada vez es más frecuente que el paciente nos cuente que no se ha inflamado nada de nada. Pero no pasa nada si se inflama. Incluso si le cuesta un poquito abrir los párpados.

    El sangrado nasal es poco frecuente. Si hay mucha cirugía de cornetes puede haber algo más. En general, poca cosa. La bigotera, que recoge la sangre de los orificios nasales, puede quitarse si sigue limpia al llegar a casa desde el hospital. En todo caso, si se acumula algo de sangre en los senos paranasales, a veces cambios en la posición de la cabeza hacen que la sangre acumulada salga, por los orificios nasales, o hacia la garganta. Suele ser sangre oscura, en escasa cantidad. Si hay algo de sangre con un rojo más vivo, puede merecer la pena comprimir el labio superior durante unos minutos (5-10-60…). El sangrado va a ceder sin hacer nada más. Es excepcional que una cirugía nasal normal provoque un sangrado que requiera acudir al médico.

    La congestión nasal es muy frecuente. Sobre todo, cuando operamos el tabique y los cornetes. Al empezar la cirugía solemos poner un espray (el autocorrector no me deja poner spray así como así) con medicación descongestionante, que dura unas horas. El paciente se despierta respirando mejor que nunca. En parte por la cirugía, y en parte por el espray. Conforme pasan las horas, el efecto del descongestionante desaparece y la inflamación del interior de la nariz aumenta. La sensación es la de estar acatarrado. Con menos olfato (cielos, que no cunda el pánico). Como las lágrimas terminan en la nariz, esa congestión también produce algo de lagrimeo por retención. Pasa en unos días. La sensación es peor por la noche, por estar tumbado. Puede cambiar de una fosa nasal a la otra, o ser de ambos lados a la vez. No hay que poner más descongestionante. No hay que sonarse la nariz tapando uno de los orificios nasales. Se puede lavar el interior de la nariz 5 ml de suero fisiológico (¡no con agua del grifo!), y espirar fuerte sobre el lavabo. Lo mejor es consolarse pensando que hace años se ponían taponamientos nasales y eso era peor. Mucho peor.

    Algún síntoma más, que a veces pasamos por alto, porque sabemos que es transitorio, es por ejemplo el acorchamiento de los dientes anteriores del maxilar superior. Es más frecuente cuando operamos el tabique nasal. Puede doler algo la cabeza, puede doler un poco todo el cuerpo, puede uno tener sensación de fiebre (y puede subir uno o dos grados la temperatura). Todo eso es normal.

    He dejado para el final algo que puede ser obvio, y que por algún motivo es una cantinela muy repetida en la cirugía de la nariz: "es que duele mucho cuando te rompen los huesos". Lo cierto es que las molestias de la cirugía de la nariz son más en relación con la congestión nasal que con el dolor. Con analgésicos antiinflamatorios normales y corrientes el paciente pasa un postoperatorio muy aceptable. Se puede leer y concentrarse en la lectura, o estudiar sin merma en la capacidad de concentración. En todo caso, yo siempre recomiendo poner al ralentí el cerebro las primeras 48 horas.

    La primera revisión en la consulta suele ser a los 7-9 días, para retirar la escayola y los puntos. Para entonces la mayoría de los síntomas han desaparecido o al menos mejorado mucho.

    En resumen, tras la cirugía de la nariz hay inflamación alrededor de la nariz que aumenta durante los primeros dos días. Puede caer algo de sangre por los orificios nasales o por la garganta. La congestión nasal también es muy frecuente, con lagrimeo incorporado. Duele poco. A la semana quitamos los puntos y la escayola. Al menos se me tendrá que reconocer el mérito de decir lo mismo en cuatro líneas finales y en todo un post de más de 1600 palabras.

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Sobre este blog

Las enfermedades de la cara y al cuello son extraordinariamente importantes por afectar a zonas del cuerpo críticas en el día a día de todo ser humano. Comer, masticar, respirar sin dificultad, dormir y descansar, e incluso sonreír son actividades que damos por supuestas pero que pueden verse afectadas gravemente tras traumatismos, tumores, infecciones o por enfermedades congénitas. El cirujano maxilofacial es el especialista central en estas enfermedades. Tanto el punto de vista médico, como el quirúrgico, como la repercusión social y personal de la patología de la cabeza y cuello son importantes para atender y cuidar apropiadamente a nuestros pacientes. Sin olvidar, claro está, a los odontoestomatólogos, periodoncistas, ortodoncistas y odontopediatras con los que trabajamos en estas tareas. En este blog describimos situaciones clínicas, informamos sobre tratamientos, y reflexionamos sobre lo que significa ser médico y cirujano maxilofacial en estos tiempos de cambio y avance continuo. Todo el equipo del Servicio de Cirugía Maxilofacial estaremos encantados de atenderte.

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