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Blog de la Unidad multidisciplinar de cáncer de tiroides. Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo

  • Me acaban de realizar una cirugía por cáncer de tiroides, ¿qué tratamientos posteriores voy a precisar?

    Dr. Roberto Domínguez Fernández.

    Iodo radioactivo I-131Iodo radioactivo I-131

    Después de la cirugía de un cáncer de tiroides varios son los tratamientos que se pueden precisar, algunos de manera transitoria y otros de manera permanente. Espero que las siguientes líneas sirvan de explicación sobre este tema.

    El tratamiento médico que se precisa principalmente después de una cirugía por cáncer tiroideo es la hormona tiroidea debido a que en muchas ocasiones realiza una cirugía completa (tiroidectomía total). La principal hormona producida por el tiroides es la tiroxina, también conocida por la sigla T4. Ésta se administra en forma de levotiroxina sódica que es la forma sintética de la tiroxina. Este tratamiento constituye una sustitución de la función del órgano que ya no tenemos. Cuando el tratamiento quirúrgico ha sido una cirugía parcial (hemitiroidectomía) serán los médicos que traten al paciente los que decidan la necesidad de tratamiento hormonal sustitutivo, aunque en la mayoría de las ocasiones este tratamiento se hace también necesario para mantener unos niveles de TSH en el rango bajo de la normalidad (a diferencia del tratamiento de un hipotiroidismo primario o un hipotiroidismo postquirúrgico por patología benigna). Hay que tener en cuenta que precisamos normalmente dar una dosis mayor de hormona tiroidea que la que se precisaría después de una cirugía por patología benigna ya que ejerce una opción oncológica (frenar el estímulo de la TSH sobre los restos tumorales con intención de disminuir las recaídas). A esta terapia se la conoce como tratamiento supresor. El nivel al que se tiene que suprimir la TSH dependerá del riesgo de cada tipo de tumor y lo decidirá el equipo multidisciplinar que trata al paciente de manera individual y este tratamiento se irá monitorizando con analíticas seriadas, en las que también ser irán midiendo los valores de tiroglobulina que nos servirán como marcador tumoral.

    Como se dijo en una anterior entrada del blog uno de los riesgos de la cirugía tiroidea es la aparición de hipoparatiroidismo postquirúrgico, el cuál conlleva unos niveles bajos de calcio en sangre (hipocalcemia). En estos casos se hace necesario el tratamiento con calcio y análogos de vitamina D que normalmente es transitorio y se puede abandonar en los primeros tres meses tras la cirugía. El objetivo de este tratamiento es la desaparición de los síntomas relacionados con la hipocalcemia (parestesias, calambres musculares, convulsiones…) mediante la normalización de los niveles de calcio sanguíneos. Existen muchos preparados de calcio oral y se utilizarán en dosis variables según la calcemia, siendo habitualmente necesarios unos 1500-2000 mg de calcio elemento. Estos preparados se distribuirán en 3-4 tomas diarias junto con las comidas para una más fácil absorción. Hay que tener en cuenta que en algunos pacientes la ingesta de calcio puede producir efectos secundarios, sobre todo gastrointestinales. Como hemos comentado todos los pacientes con hipoparatiroidismo postquirúrgico van a precisar tratamiento con análogos de vitamina D, fundamentalmente en nuestro medio calcitriol (Rocaltrol®) debido a una mayor potencia y brevedad en el inicio de su acción. Las dosis de éste serán variables y se decidirán en función de las analíticas periódicas que se vayan realizando en la consulta, siendo importante una monitorización frecuente para ir ajustando el tratamiento de manera ágil y valorando la posibilidad de retirada en cuanto mejoren los niveles de calcio y se vaya corrigiendo el hipoparatiroidismo (ya que como hemos comentado en la mayoría de los pacientes es transitorio). Se desaconseja en estos pacientes la utilización de otros preparados de vitamina D bien solos o en asociación con calcio debido a que no son suficientes para mantener unos niveles adecuados de calcio en sangre.

    El tratamiento posterior con yodo radiactivo no siempre es necesario después de una cirugía por cáncer tiroideo. Cuando nos referimos a cáncer tiroideo normalmente hacemos alusión al más frecuente que es el carcinoma diferenciado tiroideo (de estirpe papilar y folicular). Este tipo de tumores son los que se pueden beneficiar del tratamiento con yodo radiactivo, mientras que los de otra estirpe (medular…) no serían subsidiarios de este tipo de terapia. Además, como hemos comentado, no todos los carcinomas diferenciados tiroideos precisan tratamiento con yodo radiactivo. Esto será decidido por el equipo multidisciplinar que trate al paciente en las consultas posteriores a la cirugía. Para más información ver la entrada del Blog acerca de tratamiento con yodo radiactivo en el cáncer tiroideo.

    Otros tratamientos menos habituales en este tipo de tumores pero que se pueden necesitar si existe una mala evolución del cáncer tiroideo (hecho bastante infrecuente) son la radioterapia o algunos agentes quimioterápicos.

    Por último, quiero recordar la importancia de acudir a las consultas y realizar las analíticas y pruebas necesarias para un correcto tratamiento posterior a la cirugía por cáncer tiroideo. ¡Confíe en su equipo!

  • Los pilares fundamentales para un paciente de Cáncer de Tiroides

    Aránzazu Sáez Sánchez. Superviviente desde 2004 y Presidenta de AECAT.

    Cáncer de tiroides_La visión del pacienteCáncer de tiroides_La visión del paciente


    Soy una paciente de Cáncer de Tiroides y desde esa perspectiva os quiero escribir.

    Me gustaría mostraros cuáles son los pilares fundamentales, que considero ofrecen la diferencia y provocan que un paciente además de estar tratado, se sienta CUIDADO.

    Sin duda alguna uno de los momentos más estresantes para un paciente, es el día que recibe su diagnóstico. El impacto emocional es muy fuerte, más cuando hablamos de patologías malignas, como es el Cáncer de Tiroides, porque sí, el Cáncer de Tiroides también es Cáncer.

    Sabemos perfectamente que esta patología es de buen pronóstico, más del 85% de los pacientes logran controlar su enfermedad, además en un corto espacio de tiempo. No podemos olvidarnos, que el otro % tendrá un futuro incierto y menos alentador, ellos sin duda merecen especial atención.

    Emocionalmente en ese preciso momento se desata una cascada de pensamientos y sensaciones difíciles de controlar, que dificultan el manejo, por parte del paciente.

    Muchos de nosotros referimos que en ese instante dejas de escuchar lo que pasa fuera a tu alrededor y solo puedes concentrarte en tus pensamientos, que suelen ser negativos: tristeza, ira, confusión, miedo. Es muy complejo en ese estado prestar atención a lo que los facultativos intentan explicarte. Si además esa comunicación no está adaptada, o se hace rápido o el paciente no comprende lo que se le está explicando, todo se complica. La confianza médico/paciente debe crearse desde la primera cita. No solo se trata de curar una enfermedad, el fin debería ser cuidar a una persona, en todo su conjunto psicobiosocial.

    La cita donde se comparte un diagnóstico y se plantean los pasos a seguir debería ser exquisita y contar con todo lo que esa persona necesite, ya sea más tiempo, lenguaje menos técnico, apoyo psicooncológico, facilitación de recursos (infografías, material escrito, webs con información verificada, asociaciones de referencia, etc).

    Por eso el primer pilar para mí es la COMUNICACION AFECTIVA, además de una comunicación efectiva, clara, adaptada al paciente, sin tecnicismos, debe existir empatía y amabilidad. Un paciente al cual le acaban de decir que posiblemente tenga cáncer, necesita además de medicina, acompañamiento emocional. Poder expresar sus miedos, inquietudes, poder preguntar libremente a su equipo cualquier duda, por pequeña o absurda que parezca, es la diferencia en la calidad de la atención. Y marca la futura relación y la adherencia al tratamiento. Un paciente que cuenta con información, que puede dialogar con su equipo, que conoce sus tratamientos es un paciente que llevara mucho mejor los procedimientos, que tendrá una actitud colaboradora y que al final será un paciente que se encuentre mejor. Facilitar ese tipo de comunicación bilateral puede ser la clave.

    Enlazo aquí con el segundo pilar que es poder tratarse con un EQUIPO MULTIDISCIPLINAR, donde todo un conjunto de profesionales, expertos en su ámbito clínico, trabajan coordinados en favor de esa persona. La tranquilidad que provoca saber que varios profesionales van a poder acceder a su historial y van a decidir cuál es el mejor tratamiento para lograr los mejores resultados, sin duda es determinante para la tranquilidad y la confianza del paciente, y por lo tanto para su evolución.

    Contar con unidades así es indispensable y debería ser obligatorio. Desde Aecat a través de nuestro proyecto Excellence, llevamos reivindicándolo varios años como se puede leer a través de la Presentacion del Manifiesto ExcellenceEste enlace se abrirá en una ventana nueva.

    Poder acceder a estos equipos debe ser factible para todos los pacientes. Porque no ser tratado por uno de ellos, equivale a muchas más secuelas en las cirugías , casi el 20% de los pacientes no lo son, y la tasa de secuelas se eleva cuando un paciente no es operado por cirujanos expertos en nuestra enfermedad. Cuando un profesional se especializa y se forma en una patología ofrece los mejores resultados.

    Mi tercer pilar es el APOYO ENTRE IGUALES. Porque sabemos que el trabajo de nuestro equipo médico, es realizar las labores y procedimientos para tratarnos, pero a veces, la falta de tiempo provoca que esta parte quede un poco relegada. La suerte es que existen las asociaciones de pacientes, que realizan esta labor. Y que si los profesionales conocen este recurso y se lo facilitan a sus pacientes, ellos recurrirán a él, si lo creen conveniente.

    En el caso del cáncer de Tiroides existe AECAT (Asociación Española de Cáncer de Tiroides) que nació en 2004 con ese espíritu, acompañar, brindar información contrastada y guiar a los nuevos pacientes en su proceso. Nadie mejor que otra persona que ha pasado por algo parecido para contarte su experiencia de primera mano, para ofrecer esa escucha activa y consuelo. Porque en muchas ocasiones, los pacientes no queremos compartir según que sentimientos con nuestra familia, somos conscientes que ellos también están pasando un proceso duro y difícil con nuestro diagnóstico y que cargarles con más miedos o dudas, nos hace sentir muy culpables. De ahí la necesidad de compartir con otras personas que pueden orientarte y que comprenden cada una de tus inquietudes. Muchas veces es la familia quien necesita despejar dudas o consultar sobre determinados partes del proceso.

    AECAT da voz a las necesidades del colectivo, aporta información avalada por las sociedades médicas y científicas implicadas en nuestra patología, colabora con asesores expertos, crea material informativo, encuentros de pacientes y regala ese apoyo emocional entre iguales, necesario sobre todo al principio del diagnóstico.

    Sin duda, consideramos que las asociaciones de pacientes, deben ser parte de esos equipos multidisciplinares, donde se ofrezca lo mejor a cada persona, para lograr el mejor resultado posible.

    Personalmente creo que pacientes y asociaciones, como colectivo, junto con los profesionales sanitarios, debemos formar equipo, remar en la misma dirección, con un objetivo claro, la atención excelente a cada persona diagnosticada de Cáncer de Tiroides.

    Por suerte cada vez vamos avanzando en que toda persona diagnosticada de un Cáncer de Tiroides, sé sustente en estos tres pilares, y logre sentirse tratado y CUIDADO.

  • ¿Iodo radiactivo?

    Dra. Alicia Vicuña Andrés. Especialista en Endocrinología y Nutrición

    Es común que cuando mencionamos a nuestros pacientes con cáncer de tiroides la posibilidad de tratarles con iodo radiactivo (I-131) se sorprendan o extrañen al oír ésta palabra. Sin embargo, la radiactividad en el seno de la especialidad de medicina nuclear se viene empleando con éxito desde hace mucho tiempo.

    Iodo radioactivo I-131Iodo radioactivo I-131

    ¿En qué consiste el tratamiento con iodo radiactivo y por qué lo utilizamos?

    El I-131 se viene utilizando desde hace muchos años, tanto en cáncer de tiroides como en patología tiroidea benigna (bocio multinodular tóxico, enfermedad de Graves Basedow, adenoma tóxico). Las células foliculares del tiroides tienen la cualidad de poder integrar el iodo dentro de ellas, ya que éste es necesario para que lleven a cabo la síntesis de hormonas tiroideas. Esta característica es muy específica de las células tiroideas, aunque existen algunas otras células del cuerpo que en menor medida también pueden captar cierto grado de iodo. Los médicos nucleares junto con los endocrinos, hacemos uso de esta peculiaridad para poder dirigir la radiación específicamente al tejido tiroideo, de tal manera que esta radiación pueda ir destruyendo gradualmente los restos de tejido que puedan haber quedado tras la cirugía (ablación) o incluso áreas con persistencia de enfermedad.

    Además, después de su uso, en lo que llamamos "rastreo corporal total" podemos valorar otras zonas a las que ha llegado el iodo, para así poder detectar si existen metástasis a distancia.

    Es importante mencionar que este tratamiento no es útil en pacientes con cáncer de tiroides del tipo medular.

    ¿Cómo se administra?

    La administración es oral (cápsula o solución líquida). Antes de ello es precisa la valoración por el servicio de medicina nuclear. Las dosis empleadas para cáncer de tiroides pueden diferir según cada caso y suelen ser mayores que para otro tipo de patología. Normalmente requiere ingreso de unas 24-48 horas en unas habitaciones específicas. Antes de la administración se pauta una dieta baja en iodo para asegurarnos de la adecuada captación del iodo por parte de las células tiroideas. Así mismo, para estimular esta captación se administran unas inyecciones (Thyrogen) los días anteriores o incluso se puede suspender la medicación sustitutiva (levotiroxina), aunque hoy en día esto se realiza con menos frecuencia.

    Después del tratamiento es preciso tener ciertas precauciones durante unos días. El uso de I-131 está contraindicado durante el embarazo, la lactancia o si hay deseo de gestación a corto plazo.

    ¿Cuándo es necesario?

    En la actualidad el uso del I-131 en el contexto del cáncer de tiroides se ha reducido con respecto a épocas anteriores, en las que se administraba a casi todos los pacientes con dicho diagnóstico. Hoy en día, se reserva este tratamiento a ciertos pacientes de mayor riesgo, con tumores más grandes, tipos histológicos más agresivos, resección tumoral incompleta o presencia de metástasis. Puede ser necesario administrar varias dosis de I-131 durante el seguimiento en caso de recidivas o respuestas incompletas.

    ¿Qué posibles complicaciones puede tener el uso del I-131?

    En términos generales el tratamiento con I-131 es un tratamiento bastante seguro y con una baja tasa de complicaciones. Dentro de las complicaciones más frecuentes encontramos las náuseas y el dolor en la región cervical anterior. Aunque menos frecuente también pueden afectarse las glándulas salivares produciendo una sialodenitis, que cursa con dolor, hinchazón y disminución de la salivación. La xeroftalmía (sequedad ocular) y la obstrucción nasolacrimal también se han comunicado como complicaciones de la terapia ablativa.

    La utilización del I-131 se ha asociado con cierto incremento del riesgo de algunas neoplasias (principalmente hematológicas o de las glándulas salivares), sin embargo, este incremento del riesgo es poco significativo y suele estar en relación con dosis acumuladas muy elevadas en pacientes tratados en múltiples ocasiones. A priori, esta no es una complicación que vaya a condicionar la decisión del clínico de usar o no dicho tratamiento.

    En resumen, pese que a que el I-131 se administra en un menor porcentaje de pacientes que en épocas anteriores, éste sigue siendo un tratamiento específico, eficaz y seguro dentro de esta patología. Es importante individualizar cada paciente y realizar un abordaje multidisciplinar, valorando aquellos pacientes que se beneficiarán de su uso.


  • Me he notado un nódulo en el cuello ¿Puede ser un cáncer de tiroides?

    Dra. María Cortés Berdonces. Especialista en Endocrinología y Nutrición

    El primer paso en estos casos es saber si realmente es un nódulo tiroideo, un nódulo en la zona cervical no siempre tiene origen en el tiroides. Mediante la palpación cervical por un médico entrenado se podrá orientar si estamos ante un nódulo tiroideo, una adenopatía (un ganglio inflamado) u otra patología.

    Nódulos tiroideosNódulos tiroideos

    Los nódulos tiroideos son bastante comunes. Mediante exploración física se detectan en un 6.4% de las mujeres y un 1.5% de los hombres. Usando ecografía se pueden detectar en el 19 a 68% de las personas, con más frecuencia en mujeres.

    Ante un nódulo tiroideo, el endocrino debe hacer un diagnóstico diferencial entre un cáncer de tiroides (que ocurre en un 5% de los nódulos tiroideos) un nódulo tiroideo hiperfuncionante (de los que nos alteran la función del tiroides y producen un hipertiroidismo) o un nódulo benigno no funcionante. Para esto se realizan varias pruebas, las dos primeras son una ecografía tiroidea y análisis de hormonas tiroideas.

    • Ecografía tiroidea: con esta vamos a confirmar el diagnóstico y ver las características ecográficas del nódulo. La ecografía tiroidea es una prueba importantísima que debe ser realizada por un equipo con experiencia en patología tiroidea y ser valorada también por un especialista, ya que aporta datos que orientarán hacia la malignidad o benignidad de la lesión que estamos estudiando. Es por esto que es importante no solo que esté bien realizada e informada, si no que vaya acompañada de imágenes de calidad.
    • Análisis de sangre para determinar las hormonas tiroideas y ver si existe alguna alteración de la función tiroidea.

    Dependiendo de los resultados su endocrino continuará el estudio con otras pruebas si son necesarias:

    • Punción aspiración con aguja fina: se hace una punción del nódulo con una aguja fina y se aspira un poco de contenido. Esta prueba es realizada por radiólogos intervencionistas que deben tener experiencia en ella para evitar, en la medida de lo posible, resultados no concluyentes así como complicaciones. El material extraído de la lesión es analizado por un patólogo, la finalidad última es ver el tipo de celularidad para establecer un riesgo de malignidad si lo hay.
    • Gammagrafía tiroidea: en ocasiones hay que realizarla cuando se sospecha que el nódulo produce un exceso de hormona tiroidea. En esta prueba se utiliza una pequeña cantidad de contraste radioactivo y se hace una imagen del tiroides.

    Con estas pruebas el especialista sabrá, en la mayoría de los casos, si se trata de un nódulo tiroideo benigno (lo más probable), un nódulo tiroideo maligno o sospechoso de malignidad o un nódulo tóxico (asociado a hipertiroidismo)

    • Otras técnicas de imagen que ayudan en algunos casos: radiografía, TAC o resonancia magnética cervico-torácica, según los hallazgos de las anteriores pruebas.

    El tratamiento dependerá del diagnóstico.

    • La mayoría de los casos no requieren tratamiento activo y se hace solo un seguimiento con analítica y ecografía para vigilar la evolución.
    • Tratamiento con Iodo radioactivo: es una pastilla o líquido de yodo con una cantidad muy pequeña de radiación. Este tratamiento se realiza por los especialistas de Medicina Nuclear cuando estamos ante un nódulo tiroideo hiperfuncionante.
    • Cirugía: se indica cuando hay un cáncer de tiroides (como ya hemos dicho, ocurre en general en un 5% de los nódulos tiroideos diagnosticados) o cuando hay una sospecha de cáncer de tiroides y no se puede confirmar. Hay casos de pacientes con nódulos benignos que por diferentes circunstancias es preciso intervenir, por ejemplo nódulos muy grandes que producen estrechamiento en la tráquea). Es básico contar con un cirujano endocrino, experto en esta patología, ya que la cirugía será la base de la curación del cáncer de tiroides y la probabilidad de complicaciones de la cirugía será mucho menor en manos de un cirujano experto. De tratarse de un cáncer de tiroides finalmente, tras la cirugía hay que valorar otros posibles tratamientos, pero esto os lo contaremos de forma más detallada en una entrada futura.

    En cualquier caso, ante la sospecha de un nódulo tiroideo debes saber que es importante estudiarlo, pero ¡¡TRANQUILIDAD!! con una alta probabilidad se tratará de una patología benigna que no te dará ningún problema. No dejes de acudir a tu endocrino para que te valore, a él le podrás consultar todas tus dudas.


  • ¿Tiene riesgos una cirugía de tiroides?

    Dr. Joaquín Gómez RamírezEste enlace se abrirá en una ventana nueva. Coordinador de la sección de Cirugía Endocrina de la Asociación Española de Cirujanos.

    Los pacientes que van a ser intervenidos de una cirugía tiroidea tienen, lógicamente, diversos temores a la hora de afrontar la cirugía. En este sentido, nuestra obligación es tranquilizarles y transmitir un mensaje claro: la cirugía tiroidea es segura en manos expertas.

    Riesgo cirugía tiroidesRiesgo cirugía tiroides

    En general existen tres grandes complicaciones que a los cirujanos endocrinos nos preocupan, pero por suerte son relativamente poco frecuentes y en muchos casos transitorias.

    La primera de ellas es la necesidad de administración de calcio y vitamina D (calcitriol) tras la cirugía. A esto se denomina hipoparatiroidismo postquirúrgico. Es relativamente frecuente (20-40% de las tiroidectomías totales), y esta incidencia aumenta en los casos de bocios grandes o tiroidectomías por cáncer. La forma definitiva de esta enfermedad en la mayoría de los centros con experiencia no supera el 1-3%, por lo que en general los pacientes recuperarán su función paratiroidea en las primeras semanas y podrán ir abandonando poco a poco el tratamiento.

    El cambio en la voz es otra complicación relativamente frecuente de esta cirugía. Cada día conocemos más en cuanto a la fisiología de la voz y su complejidad, en la que están implicados diversos mecanismos nerviosos. A grandes rasgos, esta complicación se produce cuando existe una alteración en la función del nervio laríngeo recurrente, en general por manipulación quirúrgica. De la misma forma que ocurre con el hipoparatiroidismo, en la mayoría de las ocasiones esta alteración es transitoria. Hoy en día en la mayoría de las unidades de cirugía endocrina especializadas contamos con instrumentos que monitorizan la función del nervio durante la cirugía, y nos ayudan a intentar evitar esta complicación, que cuando afecta a ambos nervios puede dar lugar a una imposibilidad de respirar de forma adecuada por obstrucción en la vía aérea y necesitar de una traqueostomía.

    Por último, la complicación que más tememos los que nos dedicamos a la cirugía tiroidea es el hematoma postquirúrgico. Por suerte, se trata de una complicación infrecuente (<1%) pero que cuando ocurre es una emergencia vital que puede comprometer la vida del paciente en pocos minutos. Habitualmente ocurre en las primeras 6-8 horas tras la intervención, y es raro (aunque no excepcional) que aparezca más allá de las 24 horas.

    Existen otras complicaciones que si bien es cierto no comprometen la vida del paciente de forma tan llamativa como las anteriores sí que en cierto modo pueden modificar su calidad, pero de nuevo su frecuencia es muy baja. Fundamentalmente hablamos de infección de herida quirúrgica, lesiones de otros nervios (laríngeo superior, espinal o plexos cervicales o braquiales en linfadenectomías cervicales), o incluso la lesión de grandes vasos o el conducto torácico en cirugías muy complejas.

    Como ven el mensaje es claro, la cirugía del tiroides no está exenta de riesgos ni mucho menos, pero en centros con experiencia la incidencia es muy baja, y cuando ocurren existe un equipo preparado para intentar solucionarlos y minimizar el riesgo para el paciente, así que… ¡tranquilidad y confianza en su equipo!


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