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Blog de Dermatología de Quirónsalud en Tenerife

  • Problemas dermatológicos durante la lactancia

    Lactancia maternaLactancia maternaLa lactancia materna es la forma ideal de alimento del recién nacido de forma exclusiva hasta los 6 meses de edad, y según recomienda la OMS hasta los dos años o hasta que la madre o el bebé así lo decidan. Ofrece innumerables beneficios tanto para la madre como para el bebé y el entorno: disminuye el riesgo de obesidad y diabetes en el niño, mejora su sistema inmunitario, establece una relación de apego materno-filial, disminuye el riesgo de cáncer de mama en la madre y genera una menor cantidad de residuos y consumo energético desde el punto de vista ambiental que la lactancia artificial.

    Ciertas alteraciones dermatológicas pueden poner en riesgo la lactancia debido a las molestias, dolor o infecciones en la zona torácica, areola o mamila.

    Grietas, fisuras, infecciones, dermatitis o tumoraciones benignas pueden aparecer por primera vez durante este periodo o presentar exacerbaciones en pacientes ya predispuestos.

    Uno de los problemas más frecuentes durante las primeras semanas de lactancia es la aparición de fisuras o grietas en la zona mamilar (pezón). Muchas prácticas pretenden disminuir la aparición de este problema, instando a la madre incluso antes del parto a aplicar ciertos emolientes, masajear o tomar sol en la zona. Ninguna de ellas ha demostrado efectividad al respecto. La correcta hidratación de la zona areolar y mamila con productos emolientes es por supuesto recomendable, al igual que en el resto del cuerpo. En caso de que aparecieran grietas o fisuras es fundamental disminuir la inflamación y el dolor que experimenta la madre para así no poner en riesgo la lactancia, pues en ocasiones el dolor es tan intenso que imposibilita alimentar al bebé. Para ello existen productos específicos que contienen anestésicos y antiinflamatorios que pueden aplicarse inmediatamente después de que el lactante coma o una hora antes y retirar antes de ofrecer el pecho al bebé. Junto con estos productos específicos, la correcta hidratación intensiva de la zona es fundamental para la rápida cicatrización.

    Causas

    En cuanto al origen más frecuente de las grietas o fisuras, para evitar la continuidad del problema es fundamental analizar el método de lactancia y la postura utilizada por la madre y el bebé, o menos frecuentemente problemas oro-faciales del lactante. Una incorrecta posición para amamantar o problemas de succión en el niño podrían perpetuar el cuadro.

    De forma secundaria a estas fisuras o grietas, pueden producirse infecciones bacterianas o fúngicas (por hongos o levaduras), que en ocasiones aumentan la inflamación en la zona y requieren un tratamiento específico.

    La continua humedad en el área, uso de discos absorbentes, sujetadores de fibras sintéticas, cabios hormonales, estrés, etc. pueden desencadenar la aparición de dermatitis en la zona del pezón por problemas de contacto irritativos o por alergia. En madres con tendencia atópica estos problemas son aún más frecuentes y suelen requerir tratamiento antiinflamatorio tópico y sistémico, así como medidas para disminuir el picor. Además, es importante tomar medidas no farmacológicas como evitar el excesivo lavado de la zona (el amamantar a un bebé no supone que deba lavarse más la zona de la areola-mamila), correcta hidratación, uso de fibras naturales en contacto con la piel.

    Otras lesiones que en ocasiones pueden resultar molestas durante la lactancia son tumoraciones benignas como los fibromas blandos o acrocordones que aparecen el la zona areolar, submamaria o entre las mamas en personas con antecedentes de las mismas lesiones en la familia. Además es habitual que estas lesiones aumenten en número y tamaño durante el embarazo. En ocasiones el bebé puede rozar o irritar estas lesiones, causando inflamación, infección y dolor a la madre al alimentar al bebé. Por ello se recomienda eliminar las lesiones presentes en zonas conflictivas antes del nacimiento del bebé.

    Ciertas lesiones infecto-contagiosas como verrugas víricas o moluscos que estén presentes en la zona de la mama o abdomen de la madre deben ser tratadas antes del nacimiento del bebé para evitar así el contagio durante la lactancia.

    Múltiples problemas dermatológicos pueden aparecer durante la lactancia y todos ellos tienen una gran variedad de opciones de tratamiento. Es importante acudir al dermatólogo, ginecólogo o matrón lo antes posible para así evitar poner en peligro algo tan importante para la madre y el bebé como la lactancia materna.


    Dra. Marina Rodríguez Martín

  • ¿Qué es la sudamina?

    piel bebéLa sudamina o miliaria es una inflamación de un subtipo de las glándulas sudoríparas que se llaman ecrinas y que afectan fundamentalmente a los bebés debido a su inmadurez para regular la temperatura y el sudor. En condiciones de aumento de la temperatura y la humedad, puede presentarse con mayor frecuencia, por ejemplo en climas tropicales.

    Puede afectar a la piel de forma superficial, llamándose miliaria cristalina, y aparece como multitud de gotas de rocío encapsuladas sobre la piel del bebé. Si sigue afectando en profundidad se llama miliaria rubra, más rojiza en su presentación y cursa con más picor y molestias o miliaria profunda, y afecta a las zonas más profundas de la dermis, causando una mayor inflamación y dolor-picor.

    Es un cuadro inflamatorio no infeccioso, por lo que no se puede contagiar. En ocasiones, las lesiones de sudamina se pueden sobreinfectar por bacterias como el S. Aureus, con lo que el cuadro sí que puede volverse contagioso, pero no en su origen.

    Los bebés y niños son los más predispuestos a esta patología debido a la inmadurez en sus sistemas de regulación del sudor. Las glándulas ecrinas no regulan bien su funcionamiento, produciendo una hiperproducción de sudor a nivel cutáneo y obstruyéndose en algunos casos, lo que conlleva la aparición de la miliaria.

    Se diferencian de las erupciones y dermatitis atópica en que las sudaminas son un tipo de erupción pruriginosa debido a la obstrucción de las glándulas sudoríparas ecrinas, mientras que la dermatitis atópica es un tipo de eczema debido a una alteración de la función barrera cutánea mediada por alteraciones en numerosos genes implicados en las proteínas de estrato córneo entre los que destaca la filagrina, unido a una alteración inmunológica asociada que causa inflamación de la piel. Aunque las lesiones en algunas ocasiones pueden ser difíciles de diferenciar entre dermatitis atópica y sudamina, el origen y la fisiopatología son totalmente diferentes.

    Las elevadas temperaturas y aumento de humedad hacen que las glándulas ecrinas aumenten su función y, por tanto, el riesgo de obstrucción y sudamina, pero otras circunstancias que pueden aumentar el riesgo de sudamina son: climas tropicales, exposición ultravioleta, ciertos medicamentos, fiebre, exceso de ropa, ropa oclusiva sin fibras naturales, vendajes, apósitos, etc.

    Para prevenir su aparición es importante evitar el uso de ropas sintéticas y promover, sobre todo en niños, las fibras naturales como el algodón o lino que favorecen la transpiración. También es clave eludir abrigar a los niños en exceso, sobre todo a los bebés por estar más predispuestos a estos cuadros. El uso diario de fotoprotección para evitar el daño por la radiación UV en los bebés también representa un papel protector.

    En cuanto a su tratamiento, lo mejor es evitar las causas desencadenantes, como la fiebre, mediante el uso de antipiréticos y realizar una correcta hidratación de la piel afectada usando lociones fluidas ricas en sustancias calmantes antipruriginosas y antiinflamatorias como el mentol o la calamina. En casos de miliaria profunda o rubra puede ser necesario el uso de corticoides tópicos y de forma sintomática antihistamínicos sistémicos, si cursa con mucho picor. Si existe sobreinfección secundaria en ocasiones puede ser necesario el uso de antibióticos tópicos.

    Debido al picor que pueden presentar y a que la radiación UV supone un factor desencadenante y de agravamiento del cuadro es importante tomar medidas especiales de hidratación y fotoprotección. En ocasiones, en casos superficiales se ha descrito mejoría y desaparición del cuadro simplemente mediante el uso de una hidratación adecuada.


    Dra. Marina Rodríguez Martín

  • Impétigo en niños

    ampollas en la pielEl impétigo es una enfermedad caracterizada por la aparición de ampollas en la piel. Existen dos tipos: uno no ampolloso también llamado contagioso, que no cursa con ampollas sino con erosiones de la piel y costras amarillentas con aspecto de miel, y otro que cursa con pequeñas vesículas y ampollas.

    Estas ampollas, debido a la presencia de la bacteria causante, se pueden tornar secas y amarillentas con el paso de los días y son altamente infectantes para el niño que las padece como para otros niños, por lo que suelen existir más lesiones en contigüidad y otros familiares-amigos afectados. El diagnóstico suele ser clínico, mediante la exploración física y la anamnesis del dermatólogo, pediatra o médico de familia. En casos dudosos, el diagnóstico definitivo lo ofrece el cultivo microbiológico del exudado de las lesiones.

    Existen otras muchas enfermedades dermatológicas que pueden plantear un difícil diagnóstico diferencial: infección por virus herpes simple, penfiogoide ampollosos, que es una enfermedad autoinmune, infección por ciertos tipos de hongos llamados dermatofitos, reacción alérgica a picadura, infección por parásitos como la escabies, etc. Es la historia clínica y la exploración física por el personal cualificado la que permitirá el diagnóstico diferencial entre todas ellas.

    Al ser una infección cutánea superficial puede producir picor, ardor e, incluso, dolor si se encuentra en área peribucal. En ocasiones se pueden palpar adenopatías en las zonas adyacentes. Es frecuente la extensión a otras zonas en relación con el rascado en forma de pequeñas vesículas o ampollas redondeadas que se secan dejando costras amarillentas.

    Esta infección se produce por las bacterias Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus. El subtipo de impétigo ampolloso está causado mayoritariamente por S. Aureus, ya que es un subtipo de fago específico (II) el que tiene la capacidad para producir las ampollas en la piel debido a la producción de una toxina que rompe las uniones entre las células. El S. Pyogenes produce el otro subtipo de impétigo (el contagioso), que no cursa con ampollas, ni vesículas sino con pequeñas heridas-erosiones en la piel y la formación de una costra amarillenta con aspecto de miel (melicérica) que se puede extender a otras localizaciones tras el rascado o autoinoculación. El subtipo de impétigo producido por el S. Pyogenes puede complicarse con problemas renales como la glomerulonefritis debido a reacciones inmunes del organismo tras la infección por esta bacteria.

    El impétigo contagioso se presenta como pequeñas heridas o erosiones superficiales tras pequeñas heridas o traumatismos con la formación de un exudado amarillento que se seca dejando abundantes costras con aspecto de miel. Normalmente se pueden observar varias lesiones en el mismo individuo fruto de la autoinoculación. El subtipo ampolloso se presenta como varias vesículas o ampollas con líquido amarillento o purulento normalmente en los miembros o tronco de los niños que se rompen fácilmente y dejan de la misma forma costras amarillentas.

    Más frecuentes en verano

    Este tipo de infecciones son más frecuentes en verano, debido a las condiciones de humedad y temperatura y la principal vía de contagio es el contacto directo con una lesión. El contacto piel con piel permite la diseminación de la infección de forma muy eficaz, encontrándose normalmente varios individuos afectos en la misma familia.

    Como cualquier otra infección, los pacientes con dermatitis atópica o con enfermedades que supongan alteraciones del sistema inmune: diabetes, tratamientos inmunosupresores, inmunodeficiencias, quimioterapia, etc., están más predispuestos a presentar esta infección. Los pacientes con dermatitis atópica, al no representar suficiente protección a nivel de la barrera cutánea, unido con la exposición a mayor humedad y cloro en piscinas, que suele empeorar el estado de la piel, son mucho más proclives a presentar este tipo de infecciones que los pacientes no atópicos. Además, proporcionalmente, los pacientes atópicos tienen un mayor número de colonias de S. Aureus habitando en la superficie de su piel y mucosas de forma natural, por lo que el riesgo de infección por este patógeno es mayor.

    Dependiendo de la extensión del cuadro se decidirá si la antibioterapia es tan sólo tópica, con cremas o de forma sistémica mediante jarabes o comprimidos, pero el tratamiento del impétigo será siempre un antibiótico junto con otras medidas para el tratamiento coadyuvante y sintomático (cremas emolientes, antihistamínicos para el picor, antiinflamatorios si existe mucha inflamación, etc)

    Cuidados

    Es fundamental realizar el tratamiento recetado por su especialista para acabar con la infección y con ello impedir que la batería siga progresando en la superficie cutánea y evitar así consecuencias más severas. Además, es importante, sobre todo en el caso de los pacientes atópicos, realizar una hidratación correcta diaria para mejorar la función barrera cutánea y evitar con ello futuras infecciones, así como aplicar medidas correctas de fotoprotección para evitar que pueden quedar zonas con "manchas" pigmentadas en las zonas con infección.


    Dra. Marina Rodríguez


  • Tengo pequeños quistes blancos en mi cara, ¿qué puedo hacer?

    piel adolescenteLos quistes de milium son pequeños quistes blanquecinos de aproximadamente 1 milímetro, que normalmente aparecen a nivel de las mejillas. No presentan clínica, no ocasionan dolor ni problemas de salud. Pero a algunas personas les pueden generar un problema estético.

    Normalmente aparecen de forma espontánea e idiopática (sin causa conocida), pero en ocasiones pueden aparecer tras procesos que provoquen formación de tejido de cicatrización (quemaduras, heridas…). También pueden aparecer en recién nacidos (desaparecen solos) o, en raras ocasiones, se pueden asociar a ciertos síndromes cutáneos, como el síndrome de Bazex-Dupre-Christol, el de Rombo o el de Gardner.

    Son lesiones muy sencillas de tratar con bisturí eléctrico, láser o con una aguja estéril y su tratamiento no deja cicatrices. El dermatólogo recomendará un tratamiento de mantenimiento que evite la nueva aparición de estas lesiones, normalmente cremas tipo emulsión o gel (no grasa) con ácido retinoico, glicólico o ferúlico como principio activo, el uso de maquillajes libres de grasa y una fotoprotección adecuada.


    Dra. Nayra Merino

  • ¿Qué puedo hacer contra las verrugas del cuello y las axilas?

    axilasLos fibromas blandos o acrocordones son lesiones cutáneas sobreelevadas, de color carne o parduzcas, blandas, localizadas en pliegues (cuello, axilas, ingles o párpados). Pueden ser múltiples y llegar a medir varios centímetros. Suelen aparecer a partir de los 25-30 años, aumentando en número y tamaño con la edad o por factores hormonales.

    Normalmente no producen sintomatología, pero en ocasiones, debido a que se localizan en zonas de roce, pueden inflamarse y molestar. Además, debemos destacar que no son contagiosos.

    Su aparición tiene relación con una predisposición genética, cambios hormonales, sobrepeso y, en algunos casos, se ha asociado su aparición brusca con diabetes mal controlada. No tiene relación con el uso de cadenas o collares.

    Su diagnóstico es tarea del dermatólogo, dado que se pueden confundir con otras lesiones cutáneas muy similares, como son las verrugas seborreicas, los neurofibromas, los nevus dérmicos o los fibrofoliculomas, que no deben recibir la misma consideración ni tratamiento.

    El tratamiento de estas lesiones se puede realizar con láser o electrocirugía, sin necesidad de anestesia. Es un tratamiento rápido (15 minutos), mínimamente doloroso y sin riesgo de sangrados, infecciones ni cicatrices.

    Los tratamientos "caseros" (atando un hilo o similar) no son recomendables dado el riesgo de infección con dolor y cicatriz. Además, no existen tratamientos (cremas o líquidos) comercializados para su abordaje en casa y aquellos tratamientos existentes para otras lesiones cutáneas (verrugas y moluscos) tampoco se recomiendan para estos, dado que erosionan la piel periférica y no logran, en la mayoría de las veces, una resolución completa de la lesión, al tiempo que suelen dejar manchas en la piel.


    Dra. Nayra Merino

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Sobre este blog

La piel es el mayor órgano del cuerpo humano y nos conecta con el exterior al tiempo que nos protege de él. Está permanentemente expuesto a las inclemencias del frío, el sol, los traumatismos, sin embargo, muchas veces olvidamos esta especial vulnerabilidad y la descuidamos. Con este blog, el equipo de Dermatología del Grupo Hospitalario Quirónsalud en Tenerife quiere ofrecerte sus consejos para cuidar adecuadamente la piel sana, pero también para tratar y prevenir aquellas enfermedades más frecuentes. Desde aquí trataremos de dar respuesta a todas tus dudas.

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