Quirónsalud
Blog de los residentes de Psicología de la FJD
Para algunos adolescentes y jóvenes la tecnología puede convertirse en una verdadera obsesión. Las redes sociales, internet, videojuegos y juegos online pueden atrapar a la persona en una fantasía que le distancie del mundo real. Como cualquier otra adicción, las nuevas tecnologías generan dependencia y, por lo tanto, acaban condicionando la libertad del ser humano, ya que le apartan de otros intereses y aficiones. Como diría el catedrático de psicología Enrique Echeburúa, "las adicciones, con o sin droga, son una patología de la libertad".
Interaccionar a través de las redes sociales, ver vídeos de internet o jugar online son actividades que pueden resultar muy placenteras, ayudan a evadirse y están disponibles las 24 horas, por lo tanto, tienen el potencial de ser adictivas. El circuito del placer del cerebro, un conjunto de estructuras alrededor del sistema límbico cerebral, es un mecanismo que induce al organismo a repetir una otra vez eso que le ha gustado.
Lo que caracteriza a la adicción a las nuevas tecnologías es la pérdida de control sobre la conducta, además de una dependencia y la necesidad progresiva de llevarla a cabo en mayores cantidades. Una persona adicta a jugar online, por ejemplo, habrá perdido la capacidad de controlar cuando dejar de jugar, jugará de forma compulsiva y cada vez necesitará permanecer más tiempo jugando. Este tipo de conducta producirá una interferencia y afectación en áreas importantes de la vida (relaciones sociales, familiares o rendimiento escolar).
Entre otros, algunos factores de riesgo que pueden predisponer a que un joven sea vulnerable a la adición son:
Las nuevas tecnologías están muy presentes en nuestra vida, y bien utilizadas son una gran ventaja y herramientas muy útiles. Por este motivo, la "abstinencia total", es decir, eliminar por completo la conducta de utilizar las nuevas tecnologías, no será un objetivo adecuado. Cuando este tipo de adición sea valorado y diagnosticado por especialistas (médicos, psicólogos…), se llevará a cabo un tratamiento para volver a utilizar estas nuevas tecnologías de manera adecuada y prevenir recaídas.
Según afirma Jesús Tejedor, psicólogo del Centro de Atención a las Adicciones de Latina, en Madrid, "será importante buscar metas y valores que sean incompatibles con la adicción y que supongan un nuevo estilo de vida valioso y satisfactorio para la persona. De esta manera se facilita que vinculen con ‘lo sano’ cuando perciben el beneficio que esta parte conlleva".
Lo que se busca es aprender un nuevo tipo de relación con estas herramientas y recobrar el control de la conducta.
Francisco Javier Bonilla Rodríguez
Residente de Psicología Clínica
Fundación Jiménez Díaz
Dentro del mundo del deporte hay multitud de factores que pueden influir en que suframos lesiones. Tanto los deportistas aficionados como los profesionales están expuestos a una serie de riesgos que pueden aumentar la probabilidad de que aparezca una lesión.
Dentro de los factores más generales y conocidos que aumentan el riesgo de lesión, podemos nombrar algunos ejemplos: la edad, el nivel de preparación física, la falta de un adecuado descanso, no someterse a reconocimientos médicos, inadecuada alimentación e hidratación…
Además de dichos factores, desde hace varias décadas se empieza a prestar cada vez más importancia a estrés psicosocial. Tras numerosas investigaciones, hoy se puede afirmar que la presencia de estrés en el deporte aumenta considerablemente el riesgo de sufrir lesiones.
Para protegernos de los riesgos que supone el estrés en el ámbito deportivo, debemos aprender habilidades de afrontamiento que nos permitan amortiguarlo. En ocasiones podremos intentar reducir los efectos del estrés, por ejemplo aplicando técnicas de relajación. En otras debemos actuar sobre la situación estresante para intentar modificarla, mediante solución de problemas o recurriendo al apoyo social necesario.
En cualquier caso, la intervención de psicólogos especializados será necesaria cuando los síntomas sean difíciles de manejar o cuando el proceso de lesión genere emociones que nos desborden.
Francisco Javier Bonilla Rodríguez
Psicólogo Clínico Residente
Fundación Jiménez Díaz
Beber alcohol es una conducta muy arraigada y, de hecho, constituye la sustancia psicoactiva de mayor consumo en España. A pesar de acarrear muchas dificultades, su consumo forma parte de los patrones culturales de la sociedad actual. El alcoholismo es uno de los problemas más importantes y que más daños produce. Dentro del consumo de sustancias, el alcohol es la que mayor número de problemas personales, sociales y sanitarios causa en España.
¿Cuándo podemos hablar de un problema de alcoholismo?
Cuando se produce un abuso y/o dependencia de de esta sustancia. El abuso conlleva un consumo recurrente de alcohol que lleva a descuidar obligaciones, poner en riesgo a la persona, ocasionar problemas con la justicia y, a pesar de experimentar numerosos problemas sociales y personales, continuar bebiendo. Hablamos de dependencia cuando se necesita mayor cantidad de alcohol para conseguir el mismo efecto, hay un síndrome de abstinencia cuando cesa el consumo, apareciendo un fuerte deseo de beber. Este consumo de alcohol se lleva a cabo a pesar de ser consciente de los problemas, de dedicar la mayor parte del tiempo a este consumo y abandonar otras actividades y obligaciones.
Otra pregunta importante es ¿Cómo de motivada está la persona a acudir a un tratamiento para dejar de beber alcohol?
Desde los años 80 se usa el modelo transteórico de cambio formulado por los psicólogos Prochaska y DiClemente. Este modelo describe una rueda del cambio con diferentes estadios que se ha mostrado útil a la hora de predecir si una persona adicta acudirá o no a tratamiento:
Estado de precontemplación: La persona no ve su consumo de alcohol como un problema y por lo tanto no está pensando en cambiar ni acudir a tratamiento. En esta fase el adicto no se percata del alcance del problema.
Estadio de contemplación: La persona empieza a ser consciente de que existe un problema con el alcohol. Se empieza a pensar en el cambio aunque no se está dispuesto a intentar dejarlo por el momento.
Estadio de preparación para la acción: La persona ya es consciente de que los problemas que ocasiona beber son mayores que los beneficios y por tanto está dispuesta a intentar cambiar. Incluso es posible que lo haya intentado. Este es un buen momento para iniciar un tratamiento ya que existe motivación a cambiar.
Estadio de acción: Es cuando se inicia el cambio. Si la persona está en tratamiento cumplirá todas las prescripciones terapéuticas con el objetivo de mantenerse sin consumir alcohol.
Estadio de mantenimiento: Si la persona llega a mantenerse abstinente durante más de 6 meses, se pasa a esta fase de mantenimiento. En esta fase es importante aplicar las estrategias de prevención de recaídas.
La recaída: Es importante saber que este proceso de cambio no es lineal y que puede ocurrir la recaída en el consumo. Esto supone dar un paso atrás a los estadios iniciales. Está comprobado que la recaída es un suceso frecuente ya que el patrón de cambio es cíclico.
La recaída ocasiona un estado emocional negativo y puede crear dudas a la persona sobre su capacidad de dejar la adicción, por lo que es un momento importante para intensificar los esfuerzos terapéuticos. Es importante analizar los factores que han llevado a recaer y seguir entrenando habilidades para afrontar situaciones de alto riesgo. El cambio del estilo de vida es fundamental para mantener la abstinencia.
Francisco Javier Bonilla Rodríguez
Psicólogo Clínico Residente
Fundación Jiménez Díaz
Uno de los eventos más negativos y estresantes que puede sufrir un deportista es lesionarse. Dependiendo de la gravedad de la lesión y el momento en que se produzca, va a ocasionar mayor estrés y emociones negativas.
A mayor gravedad y mayor tiempo estimado de recuperación, más dificultades de afrontamiento a nivel psicológico supondrán una lesión. El momento en que se produce la lesión durante la temporada también es relevante, ya que no es lo mismo lesionarse en la fase regular de la temporada que antes de las fases finales. El momento vital del deportista también es muy importante ya que una lesión puede producirse en un momento de gran progresión o en etapas finales de la carrera deportiva. Las lesiones siempre son inoportunas, pero en ocasiones pueden tener una gran influencia en la carrera deportiva, causando pérdida de oportunidades o incluso la retirada.
Ya estemos hablando de deportistas de élite como a nivel recreativo, el deporte puede suponer un pilar importante en la vida de la persona. La lesión puede poner en riesgo la práctica de un rol importante y la pérdida de un fuerte reforzador que genera bienestar tanto físico como psicológico.
Desde la Psicología, cada vez está mejor establecida la relación entre factores psicológicos y las lesiones. Lesionarse tiene consecuencias con clara repercusión en la esfera psíquica y emocional:
Todos estos factores influyen en el bienestar psicológico de la persona. Síntomas como mayor irritabilidad, hostilidad, pensamientos negativos, síntomas depresivos o ansiedad son frecuentes en deportistas lesionados.
El control del estrés y manejo de las emociones y pensamientos negativos asociados a la lesión son aspectos donde la psicología puede ayudar. La intervención psicológica en caso necesario puede contribuir a una correcta recuperación, mejorar la adherencia a los tratamientos y mejorar los plazos, así como prevenir complicaciones mas graves en torno a la salud mental.
Además de ponerse en manos de profesionales para la recuperación (médicos, fisioterapeutas, psicólogos...), el apoyo social por parte de familia, compañeros, técnicos y club es fundamental para amortiguar todo el estrés que genera un proceso de lesión. El entorno debe contribuir a fortalecer las habilidades de afrontamiento del deportista y no ser un foco de mayor estrés o presión.
Dr. Francisco Javier Bonilla Rodríguez
Residente del Servicio de Psicología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
La resiliencia es un concepto del que se habla desde hace varios años en el campo de la psicología y es muy útil en momentos como los que estamos viviendo ahora a nivel mundial, que implican tanto malestar y condiciones tan adversas para tanta gente.
El término fue acuñado por Rutter en 1993 para describir a las personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos. Por lo que los resilientes son aquellos que, al estar en una situación de adversidad, tienen la capacidad de sobreponerse, crecer y desarrollarse adecuadamente, a pesar de los pronósticos desfavorables.
Tiene dos componentes principales, las dos ‘R’:
La resiliencia se sostiene en la interacción entre la persona y el entorno, por lo tanto, no procede exclusivamente del medio externo, ni es algo exclusivamente innato. Además, hay que tener en cuenta que nunca es absoluta, ni permanece siempre estable.
Este concepto lo que nos enseña es que, en ciertas circunstancias, los eventos displacenteros y potencialmente negativos pueden fortalecer a las personas frente a eventos futuros previsiblemente dañinos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en otras circunstancias puede darse el efecto contrario y que los eventos estresantes actúen como factores de riesgo, sensibilizando frente a futuras experiencias de estrés.
Otras definiciones de este concepto según otros autores son:
Como podemos facilitar la resiliencia en nuestro entorno social:
En relación al manejo del estrés, los autores señalan como aspectos a potenciar:
Grotberg en 1995 crea un modelo en que describe las características del niño resiliente a través de la posesión de atribuciones verbales: "Yo tengo", "Yo soy", "Yo estoy", "Yo puedo"
Algunos ejemplos que pueden explicar mejor el uso de estos verbos son:
Yo tengo:
Yo soy:
Yo estoy:
Yo puedo:
De manera que la resiliencia no es algo con lo que se nace, es una habilidad que se adquiere al enfrentarse a situaciones difíciles y por lo tanto está al alcance de todos. Los eventos que nos ocurren no determinan en su totalidad cómo nos encontramos, las personas tenemos la capacidad de manejar las situaciones adversas al poner en marcha nuestras estrategias de afrontamiento, entre las que se encuentran, pedir ayuda al entorno para el manejo de los problemas y emociones cuando nos sentimos desbordados, y la aceptación de los escenarios que no podemos modificar.
"La resiliencia es aceptar tu nueva realidad,
incluso si es menos buena de la que tenías antes"
Elizabeth Edwards
Adela Sánchez-Escribano Martínez
Residente de Psicología Clínica
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
Hábitos beneficiosos para nuestra salud mental y bienestar psicológico. Educación sobre nuestras emociones y pensamientos. Consejos para promover el bienestar psicológico...
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