Vértigos e inestabilidad son dos males comunes que, debido a su similar sintomatología -parecida a grandes mareos-, pueden llegar a confundirse. Sin embargo, «es importante diferenciarlos porque son patologías diferentes».

Es la consideración que realiza la Dra. Miren Goiburu, otorrinolaringóloga especialista en vértigos del Hospital Quirónsalud Donostia, para explicar que el vértigo provoca «una sensación de rotación de giro del entorno», mientras que en los cuadros de inestabilidad «el entorno no gira, sino que se tiene más sensación de movimiento, tipo 'barco'».

Pese a que hay «muchos tipos» de vértigo y que son «más frecuentes en gente de edad media», la doctora apunta que el «más frecuente» es el vértigo posicional paroxístico benigno, que «se puede ver en todas las franjas de edad». Este vértigo se caracteriza por sentir «que todo da vueltas, especialmente cuando nos tumbamos en la cama o al levantarnos de ella». Su causa se debe «al movimiento de unas arenillas -llamadas otoconias- que se desplazan del lugar en el que les corresponde estar; lo que provoca sensación de giro de segundos de duración».

Sin embargo, hay otras clases de vértigo como «el de Ménière, de etiología y causa desconocidas y más frecuente en mujeres de edad media; otros asociados a la migraña; vértigos infecciosos como la meningitis, que afecta también a la audición; o cuadros víricos como la neuritis», enumera la especialista.

«Los vértigos son más frecuentes en la gente de edad media, mientras que los cuadros de inestabilidad son más frecuentes en personas de edad avanzada»

En cuanto a los cuadros de inestabilidad, la doctora apunta que en este ámbito «»hay un abanico más amplio de etiologías, tanto la causada por patología vestibular recurrente no compensada, como por otras causas como el presbivértigo -inestabilidad asociada a la edad-; o provocado por enfermedades neurológicas -esclerosis- o por alteraciones musculares, de rodillas o caderas. Todo eso forma parte de una inestabilidad».

Esta patología es «más frecuente en personas de edad avanzada» debido a que se le asocian «otros factores que influyen en el equilibrio» como pueden ser, enumera la doctora, «la artrosis, la degeneración muscular, los problemas del sistema nervioso central o diversas alteraciones visuales como las cataratas, etc.»

Asimismo, apunta que a raíz de la pandemia «hemos visto muchos casos de inestabilidad provocados por falta de movilidad. Esta es una causa de inestabilidad, no así de vértigo», zanja.

«Si se espera demasiado para tratarse, se entra en un círculo vicioso de miedos y malos hábitos y luego puede ser más difícil de tratar»

Sedantes vestibulares ¿sí o no?

La doctora Goiburu subraya la importancia de acudir al médico «en cuanto un problema de vértigo o inestabilidad suponga una limitación en la calidad de vida».

Y es que, en el caso de los vértigos, se trata de un mal «muy limitante. Despertarse por la mañana y notar que todo gira como si se estuviese en un tío vivo es prácticamente incompatible con una vida laboral, en caso de la gente joven, o una actividad normal, en caso de la gente más mayor». Por su parte, también es vital acudir a consulta con la inestabilidad, ya que «tiene un tratamiento si se hace de manera precoz». Considera la doctora que «si se espera demasiado, se entra en un círculo vicioso de miedos y malos hábitos y luego puede ser más difícil tratarlo».

Pero, ¿qué hacer para sobrellevar una crisis de estas patologías? La otorrinolaringóloga apunta que cuando hay un vértigo en fase aguda «se puede tomar un sedante vestibular, para relajar el sistema vestibular y que no dé esa sensación de náusea o cortar el vómito». Eso sí, aclara que «no se puede abusar» de ellos porque «tienen efectos secundarios». Por lo que, si el vértigo se alarga más tiempo, «dos días o tres, como mucho» es hora de «ir al médico, pedir una opinión profesional y tratarlo de manera especializada».

Las inestabilidades, por su parte, no pueden tratarse con sedantes vestibulares «porque las empeora». En este caso, su recomendación es clara: «Hay que estimular el sistema del equilibrio, para lo que hay que fortalecer la musculatura y su movimientom, bien por nuestra cuenta, bien de manera dirigida con un posturógrafo, con una rehabilitación dirigida por un especialista».

«Las inestabilidades no pueden tratarse con sedantes vestibulares porque las empeora. Hay que estimular el sistema del equilibrio, fortaleciendo la musculatura y su movimiento»

Diagnóstico y tratamiento

La unidad de otorrinolaringología es la encargada de evaluar y diagnosticar al paciente, al que se le planteará un tratamiento. La Dra. Goiburu suele «ser positiva y optimista» pues, dentro de los diversos tipos de vértigos, «hay unos más benignos que pueden curarse y que, si vuelven a aparecer en ese tipo, se le vuelve a curar, evitando gracias al tratamiento apropiado una cronificación que limite al paciente».

En este sentido, explica los diversos casos y tratamientos a aplicar. El vértigo posicional se puede solucionar «con unas maniobras de reposición de las otoconias movidas», mientras que el de Ménière «con tratamiento médico especifico» y los vértigos asociados a otitis «con un antibiótico o tratamiento oportunos». Sin embargo, la médica apunta que «hay otro tipo de vértigos que, sin ser negativos, pueden ser más crónicos o durar más tiempo».

«Siempre vamos a plantear y ofrecer un tratamiento individualizado, dándole al paciente lo que necesita de forma específica y especializada»

En cualquier caso, en el Hospital de Día Quirónsalud Donostia «siempre vamos a plantear y ofrecer un tratamiento individualizado, dándole al paciente lo que necesita de forma específica y especializada» porque considera es importante estudiar cada caso concreto: «No es lo mismo una persona en edad laboral que necesita estar activo todos los días sin ningún tipo de síntoma, que una persona más mayor que puede estar más relajada y sin salir de casa».

De esa manera, la Dra. Goiburu tiene claro que «todos los vértigos y en todos los pacientes se pueden tratar para que cada persona llegue a tener una calidad de vida aceptable y apta para el momento laboral, personal y social que vive».

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