Te facilitamos algunas pautas sobre cómo alimentar a tu bebé, cómo ir introduciendo los alimentos y algunas recomendaciones para conseguir una adaptación adecuada a la alimentación.


Del nacimiento a los seis meses de vida

Con la lactancia materna o los adaptados de fórmula de leche artificial, el bebé tiene nutrientes suficientes sin necesidad de incrementar las necesidades nutricionales para su desarrollo.


Introducimos los primeros alimentos

Hacia los seis meses, cuando el bebé comienza a sentarse, es conveniente empezar a introducir otro tipo de alimentos para cubrir las necesidades nutricionales de vitaminas, minerales, ácidos grasos, aminoácidos, etc.

Debemos esperar a esta fecha ya que la madurez del organismo debe ser a nivel neurológico, renal, gastrointestinal e inmune. Más tarde tampoco es conveniente por el riesgo de carencias nutricionales, riesgo de intolerancias y alergias, y peor adaptación a la alimentación.

Además, se debe empezar a trabajar la deglución y el uso de la cuchara. La coordinación visual se desarrollará especialmente al llevarse los alimentos a la boca.


Orden para introducir los alimentos

Entre los 4 ó 6 meses se comenzará a introducir los alimentos gradualmente. En ocasiones la adaptación no es fácil, ya que hay niños que aún no están preparados madurativamente para aceptar nuevas formas de alimentarse.

Se deben añadir uno o dos alimentos nuevos cada semana, en cada región se hace de forma diferente, incluso en una misma región cada pediatra pauta diferentes maneras de hacerlo. Generalmente pasa por los cereales, la fruta, las verduras, la carne, el pescado o huevos.

La leche no será eliminada, algunas tomas serán suprimidas por estos complementos de forma gradual.

Poco a poco el desarrollo inducirá a coger con las manos trocitos de comida para comenzar a masticar con dientes o sin ellos. Las encías y la saliva son sus grandes aliados para descomponer esos pequeños trozos. Cuando ya son capaces de coger comida con las manos se pueden introducir alimentos blandos.

Cuanto antes aprendan a manejar la cuchara mejor, no desesperes si manchan todo o se enrabietan porque quieren hacerlo solitos. Debemos dejarles ensuciarse para aprender y fomentar autonomía y autoestima.

La clave está en "variedad mejor que cantidad", ya que no tendrá problemas a la hora de comer determinados alimentos en un futuro y contará con autonomía para comenzar a comer solito.

Los niños alimentados con lactancia materna se adaptan mejor al cambio ya que el sabor de la leche puede variar según la alimentación de la madre, además de saber parar cuando están saciados.

No forzar a tomar la comida ya que fomentaremos un vínculo nutricional desagradable y poco apetecible que el niño puede llegar a vivir con tensión por la intranquilidad de los padres.


Las recomendaciones dadas por la Asociación Española de Pediatría para conseguir una adaptación adecuada son las siguientes:

  • Educar al niño desde el respeto comprendiendo que es normal que se manche y que se le caigan las cosas. La autonomía fomenta su desarrollo temprano y sus capacidades. Deberemos ser pacientes con la consecución de los logros y siendo muy positivos cuando el niño lo hace bien. Los castigos, chantajes y amenazas no tienen cabida para el correcto aprendizaje.
  • No establezcas una cantidad de comida a tomar, el apetito puede variar de unas comidas a otras y los alimentos pueden resultar más agradables unos que otros. No debemos enfadarnos ni frustrarnos porque no come lo suficiente, esto puede provocar problemas con la comida a corto y largo plazo.
  • La comida debe llevar una serie de rutinas asociadas. Un lugar tranquilo y sin distracciones donde el niño sepa que está comiendo, no viendo los dibujos. El que le dé de comer puede interactuar con él. La televisión, Tablet, juguetes, cuentos, etc… se consideran verdaderos distractores. El niño como porque sabe que puede hacer algo que le gusta, no porque se centre en la comida. Si un día no hay estos elementos el niño no comerá igual.
  • La cantidad de comidas diarias es de 4-5 tomas.