La aorta es la arteria más importante del organismo. Su función es llevar sangre oxigenada desde el corazón a todos nuestros órganos y por tanto de su correcto funcionamiento depende nuestra vida. Recorre nuestro cuerpo desde el corazón hasta las piernas, y dependiendo de la región anatómica por la que transcurra recibe un nombre: aorta ascendente, arco aórtico, aorta torácica y abdominal. Está formada por tres capas (íntima, media y adventicia) y, como todo tejido vivo, experimenta una evolución con el paso de los años. Estos cambios en su pared están condicionados principalmente por la presencia de ateroesclerosis, que origina la formación de placas adheridas a la capa íntima del vaso, y por la hipertensión arterial.


¿Cómo puedo 'cuidar' mi aorta?

Las enfermedades que afectan a nuestras arterias son la causa principal de mortalidad en los países desarrollados. La placa de ateroesclerosis que se origina en el interior de las arterias es la responsable de los infartos de miocardio, angina de pecho, accidentes cerebrovasculares o isquemia en los miembros inferiores. Si además se asocia hipertensión arterial, nuestras arterias pueden dilatarse ocasionando lo que se conoce como un aneurisma de aorta. Es una enfermedad grave, ya que su rotura ocasiona una muerte súbita.

Por tanto, los factores fundamentales que hay controlar para mantener sanas nuestras arterias son dos: el colesterol y la tensión arterial. Unas cifras de colesterol total menor que 200 y una tensión arterial menor que 130/90 son dos 'seguros de vida' cuyo control está muchas veces a nuestro alcance.