Rinitis y asma

Asma y rinitis se asocian con frecuencia. Lo que recubre la nariz por dentro (mucosa nasal) es muy parecido a lo que recubre los bronquios por dentro (mucosa bronquial), por eso se habla de "una vía respiratoria única".

Por tanto, con frecuencia el proceso que lleva a una inflamación de los bronquios (asma) se acompaña de una inflamación de nariz (rinitis).




La función principal de la nariz es acondicionar el aire para que llegue bien preparado a los bronquios. La nariz caliente, humidifica y filtra el aire.




Una buena respiración nasal repercute en el que el aire que llega a los bronquios lo haga en las mejores condiciones. De forma contraria si la nariz no funciona bien y hacemos respiración bucal, el aire llega a los bronquios en peores condiciones y los irrita y puede favorecer un empeoramiento del control del asma.

Los síntomas más frecuentes en una rinitis son congestión nasal, moco abundante, picor y estornudos frecuentes.

Puede ser difícil diferenciar la rinitis de un catarro común. Una de las claves es que un catarro común mejora en pocos días, mientras que en una rinitis los síntomas se prolongan más tiempo.

La rinitis es extraordinariamente frecuente, afecta a una de cada cinco personas.
Podría afirmarse que todo paciente con rinitis debería ser evaluado de asma y viceversa todo paciente con asma debería ser evaluado de rinitis.

Dado lo anterior en los pacientes con asma y rinitis, el tratamiento adecuado de la misma puede ser clave para obtener un buen control del asma. Los tratamientos más habituales son antihistamínicos orales e inhaladores nasales habitualmente con corticoides o antihistamínicos. El uso local de estos fármacos permite obtener altas concentraciones en la