El síndrome de transfusión feto fetal (STFF) es una complicación grave que ocurre en el 10% a 15% de las gestaciones gemelares monocoriales (gemelos que comparten una placenta), alrededor de 1 de cada 2000 embarazos. Su evolución natural conlleva en muchos casos una alta tasa de complicaciones durante la gestación. El diagnóstico temprano y un tratamiento en el momento adecuado son esenciales para mejorar el pronóstico.

Una de estas complicaciones es el STFF, esta enfermedad consiste en que uno de los fetos pasa sangre al otro, a través de comunicaciones vasculares anormales (anastomosis) que tienen en su placenta compartida. Estas anastomosis existen en casi todas los embarazos gemelares monocoriales, pero sólo en una proporción de ellos, por razones desconocidas, se genera el STFF. Por lo tanto, los fetos son normales y el problema está en la placenta.

Consecuencias del síndrome de transfusión fetofetal

En los casos graves, el feto que entrega su sangre (donante) desarrolla una anemia severa y el feto transfundido (receptor) recibe tanta sangre que su corazón necesita trabajar por encima de su capacidad normal y finalmente cae en fallo cardíaco. Además, el receptor produce líquido amniótico en exceso, por lo que existe un riesgo alto de rotura prematura de membranas y de parto prematuro por la distensión uterina.

En caso de no ser tratada la enfermedad, el pronóstico para ambos fetos es extremadamente malo. La mortalidad es de 80-100% y un 40% de los supervivientes presenta severas complicaciones post parto y secuelas a largo plazo.

Diagnóstico el síndrome de transfusión fetofetal

Este síndrome se detecta por examen ecográfico. El feto donante siempre tiene muy poco líquido amniótico (oligohidramnios) en su saco y no es posible ver su vejiga porque casi no produce orina. En contraste, el receptor, suele presentar una gran cantidad de líquido amniótico en su bolsa (polihidramnios) y una vejiga muy distendida por tener la producción de orina aumentada. En algunas ocasiones, se observa una discordancia en el tamaño de ambos fetos, siendo el receptor más grande que el donante, pero este no es un criterio per se para considerar el diagnóstico.

Tratamiento

El tratamiento de primera eleción es la cirugía fetoscópica con láser. Mediante un fetoscopio se obtiene visión directa de la placenta y las anastomosis vasculares causantes del problema se destruyen con láser. Con este tratamiento se asegura la supervivencia de al menos uno de los dos gemelos en aproximadamente el 85-90% de los casos. En la mayor parte de los casos, al ser una terapia dirigida a la causa de la enfermedad, no es necesario repetirla.

Un tratamiento de segunda opción sería realizar un amniodrenaje seriado, que consiste en extraer el exceso de líquido amniótico todas las veces que sea necesario. Los resultados obtenidos con este método son claramente inferiores al láser y por tanto, se reserva su uso para casos en los que el láser está contraindicado. La supervivencia promedio con este método es cercana a un 60%. Con esta terapia se consigue prolongar la gestación, pero sólo es un tratamiento sintomático porque no trata la causa de la enfermedad, que es la presencia de las anastomosis ya mencionadas.