Dentro del abanico de las enfermedades mentales, los trastornos psicóticos adquieren con frecuencia especial importancia. Incluyen diferentes enfermedades entre las que destacaríamos las esquizofrenias, los desarrollos paranoides y los trastornos bipolares. Todos ellos pueden adquirir diferentes grados de severidad que pueden ensombrecer el pronóstico. Sus síntomas característicos incluyen la pérdida temporal de la noción de la realidad, condicionada por los delirios y las alucinaciones. En el momento actual existen diversos fármacos eficaces para este control sintomático que devuelve al paciente la noción de la realidad, pero que no siempre resultan suficientes por sí solos para que el paciente continúe su normal desarrollo personal a nivel social, laboral, familiar. En Hospital Quirónsalud Madrid entendemos que el buen tratamiento es aquel que consigue restablecer este desarrollo personal que va más allá del mero control de síntomas.

Cuando alguien presenta un episodio psicótico algo suele romperse en la vida del paciente y en la de sus familiares más cercanos. Suele cobrar especial intensidad el miedo, tanto en primera como en segunda persona, y la desconfianza en que el paciente sea capaz de cuidar de sí mismo, en que no suponga un peligro para sí mismo y para los demás. Este miedo, con una frecuencia mayor de lo deseable, termina bloqueando el normal desarrollo del paciente, pero también el de sus familias que quedan atrapadas en esta necesidad de cuidarles que suelen vivir con impotencia y desbordamiento. La carga emocional que esto supone, así como las normales dificultades casi inherentes al ser humano que pueden sufrir los familiares, en más ocasiones de las que nos gustaría, terminan complicando aún más las cosas y todos se van sintiendo progresivamente más asustados, más solos, más culpables.

La atención a la familia en sus necesidades emocionales y la posibilidad del aprendizaje común a través de grupos y terapias familiares permite con frecuencia desatar estos nudos asfixiantes. En la medida en la que todos, enfermos y familiares, consiguen ir avanzando en su propio proceso, pueden también realizar una vida con mayor autonomía y recuperar el grado de libertad que les había arrebatado la enfermedad, siendo cada vez más parte de la solución y menos parte del problema.