En ocasiones el desconocimiento, involuntario, no permite poder ayudar a gestionar mejor los pequeños o grandes conflictos de nuestros hijos. Otras veces el comportamiento de los niños son la expresión de conflictos subyacentes que no se entienden ni se perciben, a primera vista. Además, el crecimiento también es sinónimo de cambio y los cambios generan desequilibrios y conflictos naturales. Por lo cual es frecuente encontrarnos en apuros y con inevitables limitaciones como padres, cuando intentamos ayudar. La infancia y la adolescencia son tiempos de felicidad, cuando se van alcanzando logros, pero también tiempos de angustia si algún conflicto, interfiere el desarrollo.

Es por ello que la Unidad da especial importancia al trabajo, no sólo con los más jóvenes, sino también con los padres para que estos no se queden sin respaldo, sin orientación ni contención ante las dificultades que ellos, día a día, detectan en casa y que son una fuente de sufrimiento y/o desesperación para toda la familia.