La contemplación de obras de arte de gran belleza y, en consecuencia, el placer mental que provoca esta actividad puede provocar a algunas personas síntomas como vértigo, mareos, palpitaciones e incluso alucinaciones. Es lo que se conoce como Síndrome de Stendhal o estrés del viajero.

lola_moralesImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoSegún la neuróloga del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, la doctora María Dolores Morales Martínez "estos síntomas pueden aparecer ante la exposición de obras de gran belleza en un periodo corto de tiempo y es una reacción psicosomática que se produce cuando esta belleza sobrepasa la capacidad de percepción que tenemos".

"Es indiscutible que muchas expresiones artísticas despiertan emociones: llorar al escuchar una canción o que se te pongan los vellos de punta al ver un paso en Semana Santa, pero un placer mental excesivo puede convertirse en un gran malestar", afirma la neuróloga.

Del mismo modo, la doctora Morales señala que "no es un trastorno mental específico y definido y, además, las circunstancias del turista, como el cansancio, el hambre o la falta de hidratación, pueden agravar estas sensaciones". Por ello, en el caso de ser una persona sensible, recomienda "dosificar las visitas, respetar el horario de comidas, dormir y descansar bien".

Aunque no hay un tratamiento concreto, en el caso de padecer estos síntomas lo mejor es "sentarse, beber agua y hacer técnicas de relajación como respirar hondo o contar hasta diez"; y continúa: "En el caso de que los síntomas no mejoren o vayan a peor, es recomendable acudir al médico para que le prescriba algún ansiolítico ".

Finalmente, asegura que "este síndrome es cada vez menos frecuente, ya que ahora tenemos muchos medios que nos permiten ver y conocer una obra o un lugar mucho antes de acudir a verlo in situ".