La hiperplasia benigna o adenoma de próstata (HBP) es una enfermedad muy prevalente. Cada año se diagnostican miles de casos en España. Hay estudios epidemiológicos realizados y otros basados en autopsias que establecen una incidencia de HBP (histológicamente demostrada) del 7% entre pacientes varones de entre 40 y 50 años, del 42% entre los 50-55 años, 80% en la octava década de la vida y un 90% en la novena.

Es evidente que a pesar de la edad no afecta clínicamente a todos los hombres y esto significa que aunque el paciente sea muy mayor puede tener síntomas leves de adenoma; se debe básicamente a que el aumento del tamaño de la próstata o crecimiento del adenoma no siempre se relaciona con la presencia de síntomas, por tanto, debemos diferenciar Hiperplasia benigna de próstata (HBP) histológica de Hiperplasia benigna de próstata clínica. Así, sabemos que aproximadamente un 35% de los varones mayores de 70 años refieren síntomas moderados a severos de HBP.

Se considera que la Hiperplasia benigna o adenoma de próstata no tratada constituye una enfermedad crónica y progresiva aunque lo hace lentamente. En un año el tamaño de la glándula suele aumentar un 2% de volumen aproximadamente.


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Síntomas de los pacientes con adenoma de próstata:

Los pacientes pueden presentar alguno de los siguientes síntomas:

  • Dificultad al inicio de la micción y uso de prensa abdominal (hacer fuerza con el abdomen) para salir la orina.

  • Sensación de vaciamiento incompleto (residuo post-miccional).

  • Escozor, molestias y pinchazos e incluso dolor al orinar.

  • Urgencia miccional o imperiosidad miccional.

  • Chorro con poca fuerza.

  • Nicturia (más de 2 micciones durante la noche).

  • Incontinencia de orina.

  • A veces se puede producir sangrado en la orina.

  • Retención de orina (imposibilidad de micción).

¿Cómo se diagnostica?

Los urólogos realizan el diagnóstico de hiperplasia benigna o adenoma de próstata (HBP) a partir de la verificación del tamaño prostático (a partir de 20-30 cc de volumen) con cualquier método de imagen o mediante el tacto rectal. Si es HBP sintomática existirán síntomas del tracto urinario inferior (STUI) y obstrucción al flujo de salida de orina.


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Examen físico: Consiste en el tacto rectal y un examen neurológico focalizado (tono del esfínter anal) realizado por el urólogo en la consulta. El tacto rectal sirve para conocer el tamaño de la próstata y la consistencia, descartando una enfermedad maligna. Esta prueba, en ocasiones, no es indispensable hacerlo; con síntomas leves, ecografía y PSA normales no es necesario. Además, el tacto rectal con lubricación adecuada y un guante es indoloro.

Hay que valorar los genitales externos y descartar estenosis meatal (de la punta del pene) o masa uretral palpable. Descartar globo vesical (vejiga distendida y palpable en la zona inferior del abdomen).

Analítica de orina: Examen microscópico del sedimento centrifugado. Hay que valorar la realización de una Citología de orina en hombres con síntomas de irritación severos y antecedentes de tabaquismo.

Determinación del nivel sérico de creatinina: En la Fifth International Consultation sobre HBP se sugirió que este análisis debería ser opcional o secundario. Otros autores recomiendan hacerlo. La presencia de un nivel elevado de creatinina en la analítica de sangre es indicación para realizar estudios de imagen del tracto urinario superior (sobre todo una ecografía). La mortalidad quirúrgica es de 6 veces mayor en pacientes con insufuciencia renal.

Nivel sérico de PSA: La cifra normal de PSA (Antígeno prostático) se sitúa por debajo de 4 ng/ml. Recordar que un 28% de sujetos con una HBP demostrada desde el punto de vista histológico, presentan un nivel de PSA superior a 4 ng/ml sin tener cáncer de próstata.

Cistoscopia: La Cistoscopia no está indicada de forma sistemática en los pacientes con HBP a menos que existan signos de microhematuria o macrohematuria y/o exista firme sospecha de cálculos en la vejiga.

Flujometría y medición del residuo: La flujometría es el registro electrónico de la velocidad del flujo urinario durante el transcurso de la micción. Es una técnica no invasiva. Para que sea valorable al menos el volumen evacuado debe estar entre 125-150 ml. La velocidad máxima de flujo identifica a los pacientes con HBP con mayor especificidad que la velocidad de flujo promedio.

Volumen de orina residual: Es el volumen de orina que queda en la vejiga después de terminar de orinar. Se puede determinar por técnicas no invasivas, como por ejemplo ecografía (lo más frecuente) o invasivas (cateterismo vesical).

La mayoría de los estudios clínicos revelan una correlación mínima entre el volumen residual postmiccional y las determinaciones basales de síntomas, la velocidad de flujo o los indicadores urodinámicos de obstrucción. Debe ser considerado "un parámetro de seguridad". No obstante, la mayoría de los que presentan un volumen residual elevado no parecen correr un riesgo aumentado de complicaciones.

Estudios de presión-flujo: Agrega poca información y no se recomienda su utilización sistemática. Diferencia sujetos con Qmax reducido a consecuencia de obstrucción de aquellos con Qmax reducido debido a una vejiga descompensada o neurógena.

Aporta información acerca de la capacidad vesical, la presencia de CDD (contracciones desinhibidas del detrusor) y el umbral para estas contracciones y la distensibilidad (compliance) vesical.

Las CDD se encuentran en alrededor del 60% de los hombres con síntomas del tracto urinario inferior. Tras cirugía las CDD persisten sólo en ¼ de los pacientes. Puede ser útil en pacientes con retención urinaria incapaces de orinar para realizar un estudio de presión-flujo.

Ecografía (estudios por imagen del tracto urinario): Aunque no se recomendaban hace unos años para la evaluación sistemática de los pacientes con síntomas del tracto urinario inferior (STUI), hoy día su uso es casi generalizado, sobre todo en aquellos casos en los que exista hematuria, infección urinaria, insuficiencia renal, antecedentes de urolitiasis o de intervención quirúrgica previa del tracto urinario.

La medición de la próstata mediante ecografía convencional (reno-vésico-prostática) y/o ecografía transrectal es un estudio fundamental previo al tratamiento quirúrgico de una paciente candidato a cirugía de próstata.

¿Cómo se trata la hiperplasia benigna?

Salvo que existan indicios de daño crónico significativo de las vías urinarias que requieran de intervención quirúrgica, tales como hidronefrosis, cálculos vesicales, infecciones recurrentes, etc.; el tratamiento de la hiperplasia benigna se basa principalmente en mejorar los problemas relacionados con la calidad de vida.

En todos los pacientes, antes de decidir el tratamiento farmacológico a utilizar, debe establecerse el riesgo de progresión de la enfermedad en función de una serie de factores indicadores de riesgo (edad>50 años, gravedad moderada a severa, próstata grande y PSA >1,5 ng/ml).

La observación expectante sin tratamiento es una alternativa en los pacientes con síntomas leves aunque no recomendable a largo plazo por las secuelas que pueda producir en la vía urinaria.

Se recomienda optar por la observación expectante en el caso de varones con síntomas leves (IPSS<7) o con síntomas más severos si éstos no son molestos. En estos casos puede bastar con unos consejos generales:

  • Orinar cada 2 o 3 horas. No dejar pasar más de 3 horas durante el día.

  • Evitar bebidas con alcohol y cafeína, ya que aumentan la producción de orina, irritan la vejiga y pueden empeorar los síntomas.

  • Evitar enfriamiento. El frío aumenta la urgencia miccional y la imperiosidad pudiendo incluso producir una retención aguda de orina.

  • Hay que orinar en cuanto se sienta la urgencia. Si se espera se puede afectar el músculo detrusor (músculo vesical) y producir un daño a largo plazo.

  • Hay que evita beber líquidos a partir de las 9 de la noche. Y está casi prohibido beber 2 horas antes de acostarse, así se disminuirán las micciones nocturnas.

  • Hay que permanecer activo. El sedentarismo favorece la retención de orina.

La mayoría de expertos considera que el tratamiento farmacológico es el tratamiento de primera línea, pero normalmente precisa de continuidad para que persista su efecto beneficioso.

Objetivos del tratamiento farmacológico

Los objetivos son el alivio de los síntomas del tracto urinario inferior, la mejoría de la obstrucción del tracto de salida y del vaciamiento de la vejiga, tratando la posible inestabilidad del detrusor (músculo de la vejiga). También se consideran objetivos del tratamiento, la reversión de la insuficiencia renal y la prevención de episodios futuros de hematuria macroscópica (sangrado con la orina), infección y retención urinaria.

La mayoría de los pacientes con síntomas obstructivos leves debidos a la próstata podrán ser tratados mediante tratamiento médico (pastillas) vía oral. El urólogo tiene que explicarle al paciente que aunque tenga una próstata de gran tamaño, no es necesario tratarse si no tiene síntomas y no existen alteraciones de la micción.

En la decisión terapeútica también influyen la función sexual que tenga el paciente y la presencia de componentes del síndrome metabólico (hormonal). Recordar que los tratamientos médicos (vía oral) pueden provocar retroeyaculación(no sale semen hacia fuera con el orgasmo) y también disfunción eréctil.


Tratamiento Quirúrgico

Existen dos tipos de tratamientos para esta enfermedad, por un lado tratamientosmédicos (pastillas) y tratamiento quirúrgico. Los tratamientos médicos logran disminuir la presión que ejerce la próstata sobre la uretra y en otros casos incluso reducir parcialmente su volumen. Hay que recordar que los tratamientos médicos con pastillas son de por vida ya que su abandono contribuye a la aparición nuevamente de síntomas lo que significa que un paciente con síntomas prostáticos deberá tomar tratamiento de por vida si no desea pasar por quirófano y solucionar su problema.

El candidato ideal para el tratamiento médico es aquel paciente que presenta síntomas leves que afecten de forma negativa su calidad de vida y que tengan una respuesta espectacular a la toma de tratamiento médico (pastillas); todo lo que se salga de este perfil de paciente debería de plantearse la operación quirúrgica, ya que hablamos de operaciones que no suelen durar más de una hora y con estancias inferiores a 48 horas en el Hospital, razones más que suficientes para plantearse la cirugía y no tomar más medicación el resto de su vida en un 95% de los casos.

Por otro lado existen los tratamientos quirúrgicos de los que hablaremos más adelante. En este caso, dependiendo del tamaño de la próstata deberá de realizarse una cirugía abierta (adenomectomía) o, siempre que sea posible, el tratamiento con Láser Holmium.