Los síntomas mayores de la enfermedad son somnolencia muy severa, ataques de sueño en cualquier momento del día y las pérdidas bruscas del tono muscular que suelen ser desencadenadas por emociones, sobre todo la risa. A estas crisis se les llaman ataques de catalplejia. Existen otros síntomas característicos de la enfermedad, pero que son menos constantes y frecuentes: las alucinaciones hipnagógicas y las parálisis de sueño. Esta alteración suele aparecer en adultos jóvenes y es de evolución crónica. Aunque es poco frecuente ( lo padecen aproximadamente una de cada 10.000 personas), su diagnóstico es muy importante ya que si no se trata, interfiere gravemente en la vida del individuo. En cambio, con tratamiento, los enfermos pueden llevar una vida normal.