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De clínica pionera a hospital de referencia

El Hospital La Luz cumple 40 años en la Sanidad privada madrileña con una amplia oferta asistencial asentada en los pilares de su fundación, como las figuras clave en ámbitos como Cirugía y Urología

José Luis Cebrián, Silvia Pérez Gala, Carlos Durán, Francisco Villarejo, Enrique Pérez-Castro, María Luisa de Mingo y Gonzalo BartoloméImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoJosé Luis Cebrián, Silvia Pérez Gala, Carlos Durán, Francisco Villarejo, Enrique Pérez-Castro, María Luisa de Mingo y Gonzalo Bartolomé

Cuatro décadas en la Sanidad privada madrileña otorgan al Hospital La Luz un estatus relevante en el mapa de atención sanitaria, no sólo en la capital, sino a nivel nacional. La que muchos siempre llamarán Clínica La Luz, hoy reconvertido a centro hospitalario de la mano del Grupo Quirónsalud, fue pionera en muchos campos e introdujo numerosas técnicas y dispositivos avanzados en la Medicina española del finales del siglo XX y XXI. Por este motivo, A TU SALUD reunió en la casa de LA RAZÓN, a los principales actores de este pedazo de historia médica para que contarán cómo ha sido la evolución de su campo, siempre ligado a los cambios que se han sucedido a lo largo de estos 40 años en el centro.

Si hay algo en lo que coincidieron tanto las nuevas generaciones de médicos como los fundadores fue la definición de la misma: «Un hospital moderno puesto en nuestra propia casa». Así lo contaba, Carlos Durán, jefe del servicio de Cirugía General y Digestiva, quien admitía que «no pertenezco a los médicos fundadores, sólo llevo unos 20 años, en los que he sido testigo de esa transformación». De su «quinta», José Luis Cebrián, jefe del Servicio Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología, también hacía «repaso» de su aterrizaje en el centro y cómo la dirección médica vio en su proyecto «una oportunidad médica de abrir un nuevo servicio en la clínica y, con el tiempo, hemos logrado formar un equipo multidisciplinar».

De los médicos fundadores poco hay que añadir cuando se menciona a Francisco Villarejo, jefe del Servicio de Neurocirugía, y a Enrique Pérez Castro, jefe Servicio de Urología, dos referencias clave en sus especialidades tanto a nivel nacional como internacional. En sus anécdotas, uno puede ser testigo de excepción de cómo la clínica introdujo hace 40 años técnicas y aparatos que revolucionaron el tratamiento de los pacientes. «Me fui a Alemania, donde tenía algunos vínculos, y me formé en el empleo de la litotricia renal. Por aquel entonces, para resolver los cálculos renales teníamos que hacer una gran intervención, la peor de las que existen, casi más que una apertura por el esternón. Con el aparato podíamos eliminar los cálculos sin tocar al paciente, que se iba a casa casi el mismo día. Fue un hito. La clínica invirtió unos 270 millones de pesetas (de las de entonces). En todo este tiempo hemos eliminado este problema en más de 30.000 pacientes», recordó Pérez-Castro. Por su parte, Villarejo dejó patente cuál es y ha sido uno de los grandes avances de su especialidad: la resonancia magnética. «La clínica apostó desde el principio por incorporarla, ya que permite ver todo con detalle en el paciente. Sabemos lo que hay antes de abrir y ha sido decisiva para la llegada de la microcirugía, gracias también al empleo de los avances de los microscopios», apuntó el jefe del Servicio de Neurocirugía.

Cierto es que los avances no lo son todo, pero de la mano de grandes profesionales que se han formado en su desarrollo, junto a años de experiencia, constituyen el «combo» perfecto que ofrece el Hospital La Luz en la actualidad. Así, María Luisa de Mingo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición, explicó que «la clínica creyó en la necesidad de la especialidad y, aunque estuve un tiempo sola, hoy ya somos un equipo en el que cada uno aporta una visión concreta de la misma». En este sentido, otro de los referentes de las nuevas generaciones es Silvia Pérez Gala, jefa del Servicio de Dermatología, quien también supone un claro ejemplo de cómo se ha adaptado el centro a las nuevas necesidades. «La Dermatología es una especialidad en auge y contamos con elementos tecnológicos que nos hacen estar a la vanguardia. En estos pocos años que llevo en el hospital hemos ido configurando un equipo con grandes profesionales diversificados», puntualizó Pérez Gala.

Retos

Un currículum tan bueno, como explicó Gonzalo Bartolomé, director del Hospital La Luz, sólo ha sido posible gracias al fruto de trabajo y esfuerzo de muchos años. «En 40 años ha pasado de todo. La clínica ha visto transformarse a la Sanidad privada. De ser únicos en Madrid, con asistencia completamente privada a la llegada de los nuevos centros y la expansión de la cobertura aseguradora. El hospital se ha adaptado a los nuevos tiempos en todo momento y no ha perdido su punto de referencia».

Quizás, uno de los deseos que se le plantea al equipo que dirige Bartolomé como futurible es la designación de «universitario». «Es algo serio e importante. No se puede hacer de cualquier forma y hay que ser plenamente conscientes de lo que supone que en nuestras manos esté parte importante de la formación de nuevos profesionales, algo que se añade al reto diario de cuidar y mejorar la salud de nuestros pacientes. Se trata de ser corresponsables», subrayó el director. Pero, sin embargo, el equipo de reconocidos médicos sería, sin duda, un atractivo para los jóvenes facultativos, algo que no resta importancia, como apuntó Bartolomé. «Sabemos que tenemos que dar ese valor añadido, que le ponemos a toda nuestra actividad asistencial, también a este posible nuevo ejercicio», destacó el director del hospital. Por eso, a la hora de incorporar nuevos profesionales «apostamos por aquellos que sumen, que cuenten con la motivación suficiente para afrontar el día a día», explicó Bartolomé.

Además de este deseo, cada especialista, durante la celebración de la mesa redonda, se atrevió a pedir algún tipo de mejora o incorporación a su servicio, algo muy concreto que mantendría puntera no sólo su actividad, sino al hospital como tal. Por qué, como aseguró Durán, se mira mucho para qué sirven y qué aportan. «Desde Dermatología sabemos que tener unas fuentes de luz nos permitiría ofrecer un servicio 100% completo en cuanto a opciones terapéuticas y diagnósticas», apuntaba Pérez Gala.

En esta línea, los especialistas mostraron su confianza en la dirección del hospital. «La verdad es que no nos podemos quejar, porque desde siempre los máximos responsables han creído en el proyecto y en que nuestras peticiones tendrían una importante repercusión en la calidad asistencial de nuestros pacientes», expuso Durán. Si Villarejo tuviera la oportunidad de «pedir algo» confesó que se quedaría con alguna mejora en neuronavegación. «Hemos probado un método nuevo para localizar los pedículos dentro de la red sin radiación, que va despacito y es muy seguro», expuso jefe del Servicio de Neurocirugía. Este sistema no sólo evita la exposición puntual del paciente sino también del cirujano que emplea de forma continuada el sistema.

Lo cierto es que los enfermos son, y han sido siempre, el centro de la atención de la clínica. «El hospital no huele como tal», apuntó Pérez-Castro, y además, «el índice de infecciones es muy bajo y eso dice mucho del cuidado que se le pone», añadió Villarejo. Quizás esto «tiene que ver con que los quirófanos no estén en la planta baja, sino en la 10», añadió Durán. Además, subrayaron el hecho de encontrarse en «familia», lo que desde un nivel profesional se traslada incluso a los pacientes. «La preocupación que ponemos en ellos, a veces es tal, que yo me he encargado de hablar todos los días con el jefe de cocina para ver qué le podíamos dar a una paciente en pleno proceso oncológico», explicó De Mingo. O también, como al acompañante de un enfermo de larga estancia «se le puso una cama normal para que descansara mejor», añadió el jefe del servicio de Cirugía General y Digestiva.

A través de estos ejemplos, se denota que en el hospital no sólo están a la vanguardia tecnológica, ni cuentan con los profesionales de referencia en áreas concretas, sino que dan un paso más en lo que hoy se denomina humanización y trato personalizado al paciente, asignaturas que ya tienen integradas en el ADN en el centro hospitalario. Quizás, la combinación de todo ello ha hecho que el Hospital La Luz se haya adaptado a los cambios y los desafíos que han surgido en estas cuatro décadas.