¿pancreatitis_agudapancreatitis_agudaQué es la pancreatitis aguda?

La pancreatitis aguda es una inflamación brusca del páncreas que se produce por la activación prematura de las enzimas pancreáticas (moléculas que ayudan a digerir los alimentos) en el propio páncreas en lugar de hacerlo en el intestino delgado.

¿Cuáles son sus causas?

Las dos causas más frecuentes son el consumo excesivo de bebidas alcohólicas (el alcohol es un tóxico directo sobre el páncreas) y las piedras en la vesícula de la bilis (la vesícula biliar desemboca en el intestino a través de un conducto llamado colédoco y el conducto principal del páncreas – conducto de Wirsung – también suele desembocar en el mismo sitio; si una piedra escapa de la vesícula y se atasca en esta desembocadura común, se puede iniciar la inflamación aguda del páncreas).

Otras causas más raras de pancreatitis aguda son algunos fármacos, la hipertrigliceridemia (exceso de determinadas grasas en la sangre), la hipercalcemia (aumento mantenido de calcio en la sangre), infecciones, trastornos congénitos o hereditarios del páncreas, obstrucciones benignas o malignas de los conductos biliopancreáticos, déficit de riego sanguíneo en el páncreas, traumas en el abdomen, algunas intervenciones quirúrgicas mayores, la realización de una exploración endoscópica sobre la vía biliar y pancreática – la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) – , y enfermedades del sistema inmunitario, entre otros motivos. A pesar de todo, entre un 10% y un 25% de todas las pancreatitis agudas pueden ser de origen no conocido (pancreatitis aguda idiopática).

¿Cuáles son sus síntomas?

La pancreatitis aguda suele comenzar con un brusco e intenso dolor en el abdomen, generalmente en la parte superior, que se transmite como un puñal hacia la espalda o a modo de cinturón doloroso. Además, el paciente suele encontrarse muy afectado en su estado general, con náuseas y vómitos asociados.

¿Cómo se diagnostica?

La forma más común de confirmar el diagnóstico clínico es midiendo la cifra de enzimas pancreáticas en la sangre (amilasa o lipasa). Algunas técnicas de imagen son de gran utilidad. La ecografía abdominal permite ver si hay piedras en la vesícula, pero puede no verse bien el páncreas. La tomografía axial computadorizada (TAC) visualiza bien el páncreas y permite clasificar la gravedad de la pancreatitis aguda. En algunos casos, la resonancia magnética nuclear (RMN) ayuda a determinar la presencia de piedras o barro biliar y a diferenciar si una colección de líquido corresponde a una hemorragia, necrosis (zona de páncreas muerto), absceso (infección localizada) o pseudoquiste (colección de líquido inflamatorio).

¿Cuál es su gravedad?

Aproximadamente el 80% de las pancreatitis agudas son leves. El 20% restante corresponde a las formas graves, en las que el páncreas se destruye (proceso denominado necrosis pancreática) o se infecta. La necrosis pancreática provoca una intensa respuesta en el organismo que puede conducir al fallo de sus órganos y funciones vitales (riñones, pulmones, corazón, coagulación, etc…). Si además se infecta la necrosis, todo el proceso se agrava. La mortalidad de la pancreatitis aguda se sitúa entre el 2% y el 5%.

¿Cuáles son las complicaciones de una pancreatitis aguda?

Las principales complicaciones son la necrosis del páncreas y la infección de la misma. Otras complicaciones son la aparición de pseudoquistes o la infección de éstos, formando abscesos. Además de estas complicaciones locales, las principales complicaciones en el resto del organismo son las que tienen que ver con el fracaso de órganos o funciones.

¿Cómo se trata?

El tratamiento de la pancreatitis aguda debe ser siempre en régimen de hospitalización, incluso en una unidad de cuidados intensivos en un primer momento si fuese necesario. El tratamiento se basa en el ayuno, una adecuada hidratación con sueros asociados a calmantes para el dolor y fármacos para tratar las náuseas y los vómitos. En ocasiones, es necesario alimentar al paciente mediante una sonda (colocada a través de la nariz hasta el estómago o el intestino) o por vena. Cuando la causa es una piedra atascada en el colédoco se realiza una colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE), que permite realizar un corte en la desembocadura de este conducto biliar (esfinterotomía endoscópica) y sacar la piedra sin necesidad de cirugía. En los casos leves no harán falta más medidas, consiguiéndose la recuperación del paciente en una semana aproximadamente.

En los casos graves, el enfermo tiene que ingresar en una unidad de cuidados intensivos para intentar evitar con mayor eficacia la aparición del fallo multiorgánico. Cuando la necrosis pancreática es extensa se tiende a administrar antibióticos por vena para prevenir la infección de la misma. Si a pesar del tratamiento la necrosis se infecta, se deberá drenar mediante punción percutánea (a través de la piel) o mediante técnicas endoscópicas.

¿Cuál es el papel de la cirugía en la pancreatitis aguda?

La extracción quirúrgica de la vesícula biliar será necesaria siempre que la pancreatitis aguda sea debida a piedras, recomendándose a las pocas semanas de la recuperación del paciente.

En los casos graves con necrosis infectada, el cirujano tendrá que intervenir para intentar limpiar el páncreas y sus alrededores si el drenaje percutáneo o endoscópico fracasan, así como en las situaciones de necrosis infectada extensa y difusa. Otros escenarios que pueden requerir de la cirugía son la presencia de pseudoquistes grandes que no desaparecen en un tiempo prudencial por sí mismos o los abscesos, si han fracasado las técnicas percutáneas o endoscópicas de drenaje.