Una cardiopatía congénita es un trastorno en la estructura y funcionamiento del corazón. Se llama congénita porque se produce antes de nacer a causa de un desarrollo anormal de este órgano. Es la malformación congénita más frecuente y su incidencia es de ocho de cada mil recién nacidos vivos. Aunque la mayoría de las veces no se identifica la causa de este desarrollo anormal, en muchas ocasiones se asocia a alteraciones genéticas, el uso de drogas o medicamentos o infecciones durante el embarazo.

Tipos de cardiopatías congénitas

Las cardiopatías congénitas pueden ser muy diversas y tener diferente expresión clínica. Algunas pueden detectarse desde el mismo momento del nacimiento, mientras que otras pasan desapercibidas. Asimismo, unas pueden evolucionar favorablemente y desaparecer de forma espontánea sin precisar tratamiento alguno y otras requieren intervención vía cateterismo cardiaco o mediante cirugía.

Síntomas y diagnóstico
Los síntomas más frecuentes de una cardiopatía congénita son la cianosis, una coloración azulada de piel, labios y uñas que puede indicar falta de oxígeno; dificultades para respirar, ritmo rápido y jadeante de la respiración; e irritabilidad y fatiga al alimentarse.

El diagnóstico precoz de las cardiopatías congénitas es muy importante ya que permite adecuar el tratamiento de forma rápida y eficaz.

Tratamiento y pronóstico
Existe un amplio espectro de tratamientos en función del grado de cardiopatía, desde pequeños defectos a nivel de los tabiques auricular o ventricular –totalmente asintomáticos y compatibles con una vida normal–, hasta cardiopatías más graves que precisan de corrección intervencionista mediante cateterismo o mediante cirugía cardíaca.

El pronóstico de estos pacientes ha mejorado mucho gracias a los últimos avances científicos. Esto permite que la mayoría de niños con cardiopatías congénitas puedan llegar sanos a la edad adulta.

Soplo
El motivo de consulta más frecuente en cardiología infantil es el soplo. Se trata del sonido que se percibe al auscultar el corazón y se debe a las turbulencias que realiza la sangre en su recorrido por el corazón. Puede ser detectado por el pediatra en una revisión rutinaria y lo más importante es diferenciar si se trata de un soplo inocente o fisiológico –que son la mayoría de los soplos y se producen en corazones normales– o si se trata de un soplo patológico producido por alguna lesión en el corazón, como es el caso de defectos en las paredes del corazón, válvulas que no abren o no cierran bien, vasos estrechos u otras irregularidades.

Los soplos llamados inocentes son frecuentes en un porcentaje de entre el 50 y el 96% de los niños durante la edad pediátrica. Se trata del sonido que hace la sangre que fluye a través de un corazón que trabaja con normalidad.

En los niños resulta sencillo escucharlo porque el tórax es más delgado y el corazón se encuentra más cerca del fonendoscopio. Estos sonidos inofensivos, con el tiempo, pueden desaparecer o cambiar de intensidad (cuando el niño tiene fiebre se escuchan con mayor facilidad). Un soplo inocente indica que el corazón es sano por lo que no necesitan ningún tratamiento ni restricción especial.


Equipo médico/ Hospital de Día Quirónsalud (La Floresta)