El cáncer se produce por la transformación de unas células determinadas que adquieren la facultad de dividirse de forma incontrolada, formar acúmulos tumorales, invadir tejidos vecinos en su expansión y emigrar a otros tejidos u órganos distantes. Todo ello sucede como consecuencia de un daño en el ADN y/o en los mecanismos de regulación del mismo, lo que condiciona una proliferación celular incontrolada, cambios en su actividad metabólica, en la supervivencia celular y en la capacidad de emigrar a otras regiones del organismo. La transformación celular maligna puede originarse en cualquier tejido de nuestro organismo.

El tipo de cáncer se define fundamentalmente por el tejido u órgano en el que se haya originado. Cada tipo de cáncer presenta unas alteraciones moleculares específicas y se comporta de diferente manera, con distintos patrones de diseminación y velocidad de desarrollo, así como diferentes sensibilidades a los tratamientos oncológicos.