Incidencia

El cáncer de próstata es el más frecuente en varones y la segunda causa de muerte por cáncer en nuestro medio. Su incidencia aumenta con la edad, estimándose que a los 80 años el 80% de los varones lo tienen, aunque la incidencia de un cáncer de próstata que produzca síntomas es mucho menor.

Población y factores de riesgo
  • La edad: el cáncer de próstata aumenta con la edad en incidencia, aunque no necesariamente en gravedad
  • La influencia hormonal: las células prostáticas ven estimulado su crecimiento por la testosterona.
  • Factores dietéticos: las grasas animales y el síndrome metabólico aumentan el riesgo de desarrollar esta enfermedad, mientras que alimentos ricos en vitamina E y D, selenio, zinc, isoflavonas, carotenoides y licopenos (frutas, verduras y cereales) disminuyen este riesgo.
  • Factores ocupacionales: exposición al óxido de cadmio (fabricación de baterías, galvanizados).
  • Factores genéticos: si hay un familiar de primer grado afecto el riesgo se dobla, y si hay dos el riesgo se multiplica entre 5 y 11 veces.
  • Factor racial: el cáncer de próstata es el doble de frecuente en la raza negra que en la blanca o asiática.
Prevención

Desde el punto de vista de la prevención, hay poco que hacer salvo intentar llevar una dieta saludable rica en los alimentos que pueden prevenir el cáncer de próstata.

En este aspecto, los esfuerzos se basan en la detección precoz, especialmente en aquellas personas con factores de riesgo como la raza o antecedentes familiares.

Detección

Se recomienda la realización de un análisis de PSA y tacto rectal en todo paciente con sintomatología prostática (dificultad para orinar, aumento de la frecuencia miccional, y en aquellos asintomáticos a partir de los 45 años.

Ante un tacto rectal sospechoso o un PSA >4 mg/mL, se realiza una biopsia de próstata ya que no sólo el cáncer de próstata eleva las cifras de PSA.

Tratamiento

El cáncer de próstata tiene distintas opciones terapéuticas en función de en que fase se encuentra el tumor al diagnóstico y la edad y estado general del paciente.

Con una expectativa de vida de más de 10 años, y un cáncer de próstata localizado, el tratamiento debe ser de intención curativa mediante cirugía (prostatectomía radical) o radioterapia. Si este cáncer de próstata cumple una serie de criterios de baja agresividad, se puede plantear la vigilancia activa, que consiste en demorar el tratamiento vigilando estrechamente al paciente hasta que el tumor cambie sus características y se transforme en uno más agresivo. Con esto se pretende retrasar los posibles efectos secundarios del tratamiento.

En pacientes con menor expectativa de vida, este tipo de cáncer puede controlarse durante mucho tiempo con tratamientos hormonales sin necesidad de tener que someter a estos pacientes a tratamientos más agresivos.

El tratamiento para el cáncer de próstata localizado más comúnmente utilizado en nuestro medio es la prostatectomía radical, que incluye la extirpación de toda la próstata, vesículas seminales y en función de la agresividad del tumor, las cadenas ganglionares. El principal avance en este tratamiento ha sido el desarrollo de las técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas (cirugía laparoscópica) que permiten realizar la misma intervención mediante pequeñas incisiones por donde se introduce la cámara y material quirúrgico. La visión amplificada con la técnica laparoscópica permite controlar mucho mejor el sangrado y ser más precisos, minimizando así los posibles efectos secundarios de la cirugía. Asimismo, el paciente puede ser dado de alta tras dos días de ingreso y su recuperación tras la cirugía es mucho más rápida que con el procedimiento tradicional.