La piel es el órgano más extenso que tenemos y actúa a modo de barrera, protegiéndonos de los agentes externos. Durante el tratamiento quimioterápico (especialmente con algunos fármacos) la piel es el órgano que con más frecuencia sufre al menos un efecto secundario. Si bien la mayor parte de los efectos secundarios sobre la piel son de intensidad leve o moderada y además transitorios; muchos de ellos se pueden prevenir fácilmente, al menos de manera parcial.

Los efectos secundarios más frecuentes son la hiperpigmentación, la xerosis, el prurito, la fragilidad y el déficit de cicatrización.

La aparición de la hiperpigmentación (aparición de zonas en la piel con aumento de la coloración) es un fenómeno muy frecuente que suele aparecer en las zonas expuestas a la luz solar (zona del escote, parte superior de la zona facial, distal de los brazos…) pero también puede aparecer en zonas no expuestas, especialmente en mucosas y en zonas de presión.

La hiperpigmentación se suele deber a la activación de la formación de melanina producida por algunos fármacos quimioterápicos. En estos casos es un efecto transitorio que no se puede evitar, aunque se puede prevenir que las manchas sean muy oscuras aplicando un fotoprotector diario puesto que dicho fenómeno se agrava con la exposición. A veces la hiperpigmentación se debe al depósito directo de los fármacos o sus metabolitos a nivel de piel y mucosas. En estos casos el daño puede ser persistente. En estos casos se pueden valorar una vez finalizado el tratamiento oncológico, el uso de tratamientos despigmentantes.

Otro fenómeno más grave es el aumento de riesgo de quemaduras solares. La mayor parte de los fármacos quimioterápicos son "fotosensibles", es decir que son capaces de sensibilizar la piel para que sufra con más frecuencia o con más intensidad, las consecuencias de la radiación solar, especialmente las quemaduras. Se recomienda el uso de protectores solares con factor alto (factor 50+) utilizado de forma diaria incluso en los meses fríos.

La xerosis cutánea o sequedad de la piel se produce por deshidratación de la misma y es el efecto secundario cutáneo más frecuente. El síntoma tipo de la xerosis es el prurito cutáneo, es decir el picor de la zona afectada. Es frecuente que la xerosis evolucione posteriormente a la descamación de las capas más superficiales de la piel. Esta sequedad puede ser más acentuada y traducirse en grietas en dedos o talones e incluso por un aspecto de escamas, granuloso, por ejemplo, en piernas.

En estos casos, es muy útil el empleo de sustancias humectantes (sustancias que reponen el agua perdida por deshidratación de la barrera cutánea) y emolientes o hidratantes (sustancias que aportan la hidratación necesaria evitando la desecación de la piel como la urea o el ácido láctico) y que asocien molécula antipruriginosa al menos dos veces al día.

Otro efecto también frecuente de la piel, es que se hace más sensible o reacciona de forma diferente ante sustancias previamente utilizadas. Por ejemplo, es frecuente la sensibilización a determinados productos que nunca antes habían producido alergias como diferentes conservantes, colorantes, perfumes etc. También puede observarse procesos de déficit de cicatrización normalmente leves.

Algunos fármacos dirigidos pueden provocar erupción cutánea en forma de granos centrados en los folículos pilosos y la piel se vuelve roja (eritematosa). Estas erupciones suelen aparecer en zonas expuestas al sol, especialmente en la cara o en el escote y a veces pueden infectarse y acompañarse de picor o quemazón.

Además de la piel es muy típica la afectación de las uñas, que quedan frágiles, estriadas y sensibles. Este efecto es pasajero. Sin embargo, durante el tratamiento se pueden utilizar medidas de prevención como utilizar laca de uñas sin formaldehido; utilizar cremas o aceites hidratantes para las cutículas y evitar morderlas o cortarlas, y cortar las uñas de forma recta, evitando heridas.

CONSEJOS GENERALES

  • Mantén una buena higiene diaria. Utiliza geles apropiados con alto poder hidratante, suaves y neutros, sin perfume. Evita jabones que sequen demasiado la piel. Las mejores fórmulas son las mezclas de aceites o leches limpiadoras que reparan y nutren la piel al mismo tiempo que la limpian y respetan el pH. Estos productos no deben contener sosa ni espesantes químicos.
  • Sustituye el baño por duchas cortas con agua templada. La correcta higiene es importante ya que de ello depende la buena absorción de los productos hidratantes.
  • Seca bien la piel después del baño, especialmente en las zonas de pliegues sin presionar.
  • Hidrata bien la piel de forma diaria, insistiendo en zonas de presión y zonas expuestas. Utiliza productos con alto poder hidratante sin perfumes colorantes ni conservantes. No frotes la piel con cepillos o esponjas. No utilices productos exfoliantes.
  • Utiliza fotoprotección solar con factor 50+ en zonas expuestas. Evita las horas de máxima exposición solar y utiliza filtros físicos (manga larga, gafas de sol, gorro o visera…). Renueva el protector al menos cada 4 horas. Opta por cremas hipoalérgicas, sin perfume, residentes al agua y al sudor.
  • Utiliza ropa cómoda, holgada, de algodón o hilo. Evita productos sintéticos.
  • Si aparece erupción tipo acné no manipules las lesiones ni te sometas a exfoliaciones. Consulta a tu médico para instaurar un tratamiento adecuado.

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