Con motivo del Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal, expertos en Servicio de Aparato Digestivo de los hospitales Quirónsalud Sagrado Corazón e Infanta Luisa de Sevilla dan visibilidad a esta enfermedad cada vez más frecuente (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa) y que engloba un conjunto de trastornos inflamatorios crónicos que afectan principalmente al intestino y, a veces, a otros órganos como la piel, los ojos, el hígado o las articulaciones y ponen de manifiesto los avances en los tratamientos personalizados, que están cambiando la evolución de estas enfermedades. Según la Confederación de Asociaciones de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACCU), más de 350.000 personas sufren estas enfermedades en España y suponen para estos pacientes una importante pérdida de calidad de vida.

Claudio Trigo, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, apunta que, a pesar de que no se conocen causas exactas para la aparición de estas enfermedades, la hipótesis más aceptada contempla a la interacción entre varios factores genéticos, ambientales y biológicos. "Los factores individuales y ambientales terminan incidiendo en la microbiota intestinal, produciendo una alteración de la misma y una activación incontrolada del sistema inmunitario frente a ella", recalca el doctor Trigo.

El doctor Manuel Medina CruzImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoEl doctor Manuel Medina Cruz

Según el especialista del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa Manuel Medina Cruz, experto en Neurogastroenterología, la microbiota intestinal tiene un papel fundamental en la activación de dicho sistema inmunológico, del mismo modo que un porcentaje no despreciable de pacientes afectos de estos trastornos padezcan síntomas en el estado de ánimo, en primer lugar por el malestar de dicha enfermedad inflamatoria, pero también por la presencia de esa disbiosis, que es la que causa gran disconfort y pérdida de la calidad de vida, sumiendo a estos pacientes en distimias o alteraciones del estado de ánimo, de lo que hay una amplia evidencia científica que lo avala.

La conexión del cerebro-intestino es anatómica y hormonal y alteraciones a este nivel también están presentes en pacientes afectos de enfermedad inflamatoria intestinal, por lo que independientemente de que esta entidad cursa en brotes de inflamación, en muchos casos lo que da mala calidad de vida a estos pacientes son alteraciones del eje cerebro-intestino, a nivel de la membrana intestinal y microbiota, que hacen que pasen sustancias bacterianas al torrente sanguíneo capaces de producir cambios en el estado de ánimo en las personas. Es decir, una microinflamación intestinal es lo que predispone a tener mayor componente ansioso-depresivo en estos pacientes, de ahí la importancia de controlar esta inflamación, la integridad de la membrana intestinal y la calidad de nuestra microbiota.

En este sentido, el doctor Manuel Medina Cruz apunta que el uso de fármacos neuromoduladores en este tipo de pacientes, como antidepresivos o ansiolíticos, pueden ayudar a modificar la producción hormonal que regula, aparte del estado de ánimo, la función digestiva.

En cuanto a los síntomas, pueden ser muy variados, a veces incluso leves, que pueden retrasar el diagnóstico. Los más habituales son la diarrea, el dolor abdominal y la emisión de sangre en las heces o la pérdida de peso. Cuando se da en niños, se puede manifestar con retraso en el crecimiento y de la maduración sexual. La enfermedad incide sobre todo en gente joven con una merma muy importante en la calidad de vida, a menudo con síntomas incapacitantes. La existencia en la familia de pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal constituye un factor de riesgo importante para su desarrollo (con cifras de hasta un 20% de riesgo de desarrollo de la enfermedad si los dos progenitores la presentan), por lo que la realización de estas pruebas diagnósticas cuando existe algún antecedente familiar cobra un especial interés en presencia de síntomas compatibles.

Hay que tener muy en cuenta que el Crohn y la colitis ulcerosa son enfermedades crónicas que cursa con brotes de actividad y otros periodos en los que el paciente está totalmente asintomático. Esto implica que van a existir tratamientos diferentes dependiendo del periodo en el que se encuentre la enfermedad, siempre con el objetivo de controlar la sintomatología, las lesiones intestinales que pueden aparecer, mantener la remisión clínica y el estado nutricional óptimo del paciente, así como evitar la recurrencia de la enfermedad en caso de cirugía previa e incrementar su calidad de vida, con una integración adecuada en su medio laboral y social.

Para el tratamiento se dispone de distintos grupos de fármacos, que van desde los más simples como pueden ser las mesalazinas o esteroides hasta más complejos como son los fármacos biológicos y moléculas pequeñas de última generación. Igual que cada paciente es distinto a otro, aunque padezcan la misma enfermedad, el tratamiento también es individualizado y puede ser diferente de un paciente a otro.

Por todo ello, los esfuerzos médicos y de investigación se centran en hacer más visible esta enfermedad. Los hospitales Quirónsalud Sagrado Corazón e Infanta Luisa trabajan por la búsqueda de nuevas líneas de tratamiento personalizado que mejoren la calidad de vida de los pacientes que sufren enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa.

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