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¿Qué es un bocio?

Cuando la glándula tiroidea aumenta de tamaño, se dice que estamos ante una situación de bocio; este aumento de tamaño se produce en forma de protuberancias llamadas nódulos, de modo que el bocio puede ser de un solo nódulo (estaríamos ante un nódulo tiroideo solitario) o bien de varios, llamándose entonces bocio multinodular.

¿Cuándo hay que operar un bocio?

La presencia de bocio, que es un problema muy frecuente, no supone que haya que operar al paciente. Los criterios para operar una situación de bocio están bastante definidos en la literatura médico:

NóduloNódulo
  • La presencia de una deformidad estética evidente. Si el bocio es perceptible a la simple visión, genera una asimetría en el diámetro del cuello o un engrosamiento del mismo que hace que el propio paciente demande la cirugía. Igualmente, el crecimiento brusco de un nódulo tiroideo en un intervalo corto de tiempo supone una indicación absoluta de cirugía por el riesgo de transformación maligna que supone.

  • La presencia de síntomas locales. Entendemos por síntomas locales cuando el aumento de la glándula tiroidea comprime las estructuras de vecindad, que son la vía respiratoria (tráquea), el nervio recurrente (responsable de que podamos hablar) y la vía digestiva superior (esófago). Así, la dificultad para tragar y deglutir, el cambio reciente en el tono de la voz (sobre todo, ronquera) y la sensación de ocupación del cuello definen siempre la necesidad de operar a un paciente con bocio.

  • Cuando la punción-aspiración con aguja fina (PAAF) de un nódulo tiroideo sea sospechosa o indique la presencia de un tumor de tiroides, ya sea de estirpe folicular o papilar, que son los más frecuentes.

  • La presencia de un hipertiroidismo asociado, ya sea en un nódulo único (se define como adenoma tóxico) o en un bocio multinodular (situación que se d

  • efine como enfermedad de Plummer)

¿Qué es una PAAF?

La PAAF, o punción-aspiración aguja fina, consiste en la punción desde el exterior y bajo control de ecografía de un nódulo tiroideo con objeto de obtener de forma precoz una muestra para análisis del mismo por parte de anatomía-patológica que nos permita saber si su naturaleza es benigna o maligna.

¿Qué es el hipertiroidismo?

El hipertiroidismo es una situación que se produce cuando existe un exceso de producción de hormona por parte de la glándula tiroidea. Se manifiesta por la presencia de síntomas como irritabilidad, nerviosismo, aumento de la frecuencia cardíaca, pérdida de peso, insomnio y mala tolerancia al calor; en la analítica, veremos unos valores elevados de hormonas tiroideas (T3 y L-T4) y muy bajos o frenados de TSH.

Pese a que tiene tratamiento médico (fármacos antitiroideos), el mejor tratamiento para los pacientes con un nódulo tiroideo o un bocio multinodular es la cirugía, ya que permite tratar de forma definitiva la causa del hipertiroidismo y un análisis del tiroides que se reseca.

Una excepción a esta regla es la enfermedad conocida como Graves-Basedow, en la que el hipertiroidismo tiene un origen autoinmune (es decir, que es nuestro propio organismo el que nos ataca) y existe una alternativa eficaz a la cirugía, que es la administración de Iodo Radioactivo; el especialista de Endocrinología explicará al paciente los pros y contras de cada tratamiento, haciéndolo partícipe de la decisión final.

¿Qué es el hipotiroidismo?

El hipotiroidismo consiste en el cese, habitualmente definitivo, de la función tiroidea, con unos síntomas muy característicos como la ganancia de peso, la tendencia al sueño, cansancio pese a la actividad física escasa, bradicardia y aletargamiento. En los análisis de sangre apreciaremos niveles hormonales muy bajos en sangre y valores muy elevados de TSH.

Es una situación relativamente frecuente en nuestro medio y su tratamiento es médico, consistiendo en la administración oral de hormona tiroidea (Levotiroxina). Las únicas situaciones que requieren tratamiento quirúrgico en el paciente con hipotiroidismo son aquellas que asocian un estado de bocio con las indicaciones que antes hemos explicado.

¿Qué debo saber del cáncer de tiroides?

El cáncer de tiroides es, dentro de los cánceres que el ser humano puede tener, quizás el de comportamiento más "benigno". ¿Porqué decimos esto?. Pues porque el 90% corresponden al grupo de cánceres bien diferenciados (papilar o folicular) y su curso clínico es relativamente índole, ya que:

  • La mayoría se curan simplemente con la cirugía realizada por un cirujano con experiencia en cirugía endocrina.
  • Cuando se reproducen, lo hacen con más frecuencia en el cuello en forma de enfermedad ganglionar, siendo de nuevo la cirugía la opción que puede permitir un tratamiento de intención curativa.
  • En ellos no hay lugar ni sitio para la quimio ni para la radioterapia, lo cuál permite a estos pacientes librarse de los efectos secundarios y el deterioro de la calidad de vida secundario a estos tratamientos.
  • Cuando existe metástasis a distancia, existe la posibilidad del tratamiento con Iodo Radioactivo, que es muy efectivo y bastante inocuo.
  • Con los tratamientos combinados, la supervivencia de los pacientes con cáncer de tiroides está, respectivamente, en el 95% y el 80% a 25 años para los cánceres papilares y foliculares.

Sin embargo, el 10% de los cánceres de tiroides permanecen a la variante medular o bien anaplásico, que tienen mucho peor pronóstico por el alto riesgo de reproducirse de los primeros y las pocas posibilidades de cirugía curativa los segundos.

¿Qué tipos de intervenciones se pueden realizar sobre la glándula tiroidea?

Las intervenciones que se realizan habitualmente sobre el tiroides son dos: la tiroidectomía total y la parcial o hemitiroidectomía.

La tiroidectomía total es la que se realiza con más frecuencia y se indica ante la sospecha de cáncer de tiroides, en los bocios multinodulares y en los nódulos solitarios con mala función tiroidea de base o hipotiroidismo asociado.

La tiroidectomía parcial o hemitiroidectomía se indica sólo en los casos de nódulo único con buena función tiroidea de base y sin PAAF diagnóstica de cáncer, y consiste en la resección del lóbulo enfermo y del istmo tiroideo. Se preserva íntegro el lóbulo del otro lado.

tiroidectomíatiroidectomíaAnte la confirmación diagnóstica preoperatoria de un cáncer de tiroides, se debe realizar asociada a la tiroidectomía total una limpieza de ganglios (llamada "linfadenectomía") de la zona central del cuello dónde se aloja el tiroides; si en los laterales del cuello se palpan los ganglios aumentados de tamaño o la ecografía revela un tamaño patológico de los mismos, se debe realizar una limpieza ganglionar a dicho nivel con objeto de no dejar enfermedad residual activa.

La incisión estándar que se usa para la tiroidectomía es una pequeña incisión transversa en el cuello de 5-7 cm, que se cerramos con suturas intradérmicas (no hay puntos por fuera) y habitualmente sin dejar drenaje. Los pacientes suelen ser alta en menos de 24 horas la mayoría, y todos en un plazo inferior a 48 horas.

¿Cuáles son las complicaciones de la cirugía tiroidea?

Las complicaciones potenciales asociadas a la cirugía tiroidea son, esencialmente, tres:

  • Hematoma sofocante, que se presenta en <1% de los casos. Consiste en la ocupación del espacio central del cuello dónde se alojaba el tiroides por sangre a tensión, de manera que comprime la vía respiratoria y puede generar asfixia. Su tratamiento es la descompresión urgente en el quirófano, abriendo la herida y limpiando el hematoma. Es habitual en estos casos tener que asocia una traqueostomía que casi siempre es temporal.
  • Lesión de los nervios recurrentes. Los nervios recurrentes o laríngeos inferiores son los responsables de que podamos hablar porque le dan fuerza a las cuerdas vocales para que se abran y el paso del aire a su través provoca los sonidos que constituyen nuestro habla. Están escondidos detrás de cada lóbulo tiroideo, su tamaño es menor de 1 mm de diámetro y es frecuente que se traumaticen durante la manipulación de la glándula tiroidea en el acto quirúrgico. A veces, dicho traumatismo se traduce en una parálisis temporal (o paresia) que puede durar entre 2 y 8 semanas antes de su recuperación completa y que objetivamos como ronquera más o menos marcada en el postoperatorio inmediato. Esta complicación ocurre en menos del 10% de los casos y siempre se relaciona con la magnitud de la cirugía y el tamaño del bocio o cáncer que se trata.
  • Hipoparatiroidismo. Consiste en la presencia de una función deprimida de las glándulas paratiroideas en el postoperatorio inmediato como consecuencia de la lesión inadvertida o simplemente aturdimiento de dichas glándulas durante la cirugía. Las glándulas paratiroideas existen en número de 4 y se localizan 2 alrededor (para-) de cada lóbulo tiroideo (-tiroides), siendo responsables del mantenimiento de unos niveles adecuados de calcio en sangre. No dañarlas debe ser un objetivo de la cirugía tiroidea, pero a veces la proximidad hace inevitable su manipulación y desvascularización, lo que se manifiesta en el postoperatorio inmediato como niveles bajos de calcio en sangre (hormigueos en la boca y en las puntas de las manos y los pies, entumecimiento y agarrotamiento de muñecas y tobillos). Se trata con la administración de calcio y vitamina D durante el tiempo que las paratiroides tardan en recuperar su función normal en los casos transitorios (12-16%) y de por vida cuando el daño es permanente (2-4%).

¿Qué pasa con la función de la glándula tiroidea cuando me opero?

Evidentemente, si la cirugía que se realiza es una tiroidectomía total desaparece la capacidad del organismo para producir la hormona tiroidea y el paciente debe tomar tratamiento sustitutivo. Desde hace muchos años, la hormona tiroidea se comercializa con el nombre genérico de Levotiroxina en forma de unas pequeñas pastillitas muy fáciles de tomar. Los controles periódicos con el especialista de Endocrinología permitirán ajustar la dosis adecuada para cada paciente.

Cuando la cirugía realizada es una tiroidectomía parcial o hemitiroidectomía, pueden ocurrir dos situaciones:

  • Que el lóbulo remanente sea capaz de producir la cantidad de hormona suficiente para una buena función; en este caso, el paciente precisa controles analíticos cada 4-6 meses para valorar su función tiroidea activa.
  • Que el lóbulo remanente no tenga reserva para suplir toda la función tiroidea, con lo cuál se precisará la administración de una dosis complementaria que será ajustada en los controles por Endocrinología también.