No son problemas médicos en sentido estricto (no se consideran enfermedades) pero es preciso conocerlos para diferenciarlos de patologías que produzcan síntomas parecidos. Se dividen en trastornos del despertar (despertares confusionales, sonambulismo, terrores nocturnos), transición vigilia-sueño (movimientos rítmicos, somniloquios, distonía paroxística nocturna, mioclono del adormecimiento), trastornos del sueño REM (pesadillas, parálisis de sueño, trastorno del comportamiento del sueño REM), y un grupo independiente de fase de sueño (enuresis nocturna, calambres nocturnos). Los trastornos del despertar ocurren habitualmente en la infancia y desparecen en la adolescencia. Existen estudios en la población adulta en los que la prevalencia de sonambulismo varía entre el 0.5 y 3%.

La prevalencia de terrores nocturnos y despertares confusionales en edad adulta no se conoce. En niños la prevalencia de terrores nocturnos varía entre 1.0 y 6.5%. Los datos epidemiológicos en trastornos de la transición vigilia sueño son escasos, existe algún estudio en el que la prevalencia de somniloquios ocurre en un 21% de forma esporádica y en un 3% de forma frecuente. La prevalencia de calambres nocturnos tampoco se encuentra bien documentada. En cuanto a los trastornos del sueño REM, las pesadillas ocurren al menos una vez por semana en un 5% de la población adulta. El 6.2% de la población ha experimentado en alguna ocasión una parálisis de sueño, de estos el 0.8% les ha ocurrido 1 vez por semana y el 1.4% al menos 1 vez al mes. La prevalencia del trastorno de conducta del sueño REM se estima en un 0.5% de la población general.

Hemos considerado imprescindible el desarrollo de una unidad que investigue en forma exhaustiva los numerosos problemas anteriormente relacionados. Dicho análisis no es simple: Como muestra baste decir que las señales registradas son el electroencefalograma, electro-oculograma, registros electromiográficos en músculos de miembros inferiores (tibial anterior) y mentón, electrocardiograma, flujo oro-nasal, expansión torácica y abdominal, y saturación de oxigeno en hemoglobina.

El proceso está estandarizado de acuerdo a las normas habituales exigidas por la Sociedad Española de Neurología y se suele precisar ingreso en una habitación especialmente acondicionada al efecto y dotada del material técnico y humano necesarios para realizar un estudio profundo y suficiente, adecuado a la sospecha clínica. Al final del estudio un amplio informe detallará las conclusiones al especialista referidor o se sugerirá directamente el mejor tratamiento disponible en el caso de que éste no exista.