Incontinencia fecal
La incontinencia fecal consiste en la incapacidad de controlar las deposiciones (heces sólidas, líquidas o moco) por el ano.
Algunas personas la padecen a diario, mientras que otras solo de vez en cuando.
La incontinencia intestinal suele ser síntoma de un problema subyacente o de una afección médica.
Muchos casos se deben a la diarrea, el estreñimiento o el debilitamiento del músculo que controla la apertura del ano.
También puede deberse a enfermedades de larga duración, como la diabetes, la esclerosis múltiple y la demencia.
Los síntomas pueden variar de una persona a otra. Algunos de los más comunes son:
- Necesidad repentina de ir al baño (incontinencia de urgencia). La persona es incapaz de contenerse antes de llegar al baño. Cuando esto ocurre suele ser porqué los músculos del suelo pélvico son demasiado débiles para retener la evacuación debido a una lesión.
También pueden aparecer otros síntomas como:
- Estreñimiento
- Hinchazón
- Diarrea
- Flatulencias
- Distensión abdominal.
Según el origen de esta afección, las siguientes recomendaciones pueden ayudar a mejorar la incontinencia fecal.
- Reduce el estreñimiento. Come alimentos ricos en fibra y mantente hidratado.
- Haz ejercicio regularmente.
- Controla la diarrea.
- Evita hacer fuerza durante las deposiciones.
Dieta para incontinencia fecal
Algunas sencillas medidas pueden ayudar a evitar la incontinencia intestinal, como puede ser:
- Tomar de 20 a 30 gramos de fibra al día para que las heces sean más fáciles de controlar.
- Evitar la cafeína para ayudar a prevenir la diarrea.
- Mantenerse hidratado para prevenir el estreñimiento.
Dependiendo de la causa los tratamientos para la incontinencia intestinal pueden incluir:
- Productos para la incontinencia, como compresas para la ropa interior o pequeños tapones que se colocan en las nalgas
- Cambios en la dieta: por ejemplo, evitar los alimentos que empeoran la diarrea.
- Medicamentos para reducir el estreñimiento o la diarrea
- Ejercicios del suelo pélvico para fortalecer los músculos que controlan los intestinos.
Si estos tratamientos no ayudan, puede considerarse la cirugía.
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