La enfermedad celíaca, también conocida como celiaquía o enteropatía sensible al gluten, se caracteriza por una inflamación de la mucosa del intestino delgado como consecuencia de la intolerancia inmunológica y permanente al gluten.

El gluten es la proteína de ciertos cereales como el trigo, la cebada, el centeno, la avena, la espelta o el tricale. El problema que encuentran principalmente las personas celíacas es el que el gluten no solo está en estos alimentos, sino que la industria utiliza el gluten como espesante en múltiples productos.

Si una persona celíaca consume gluten o cualquier alimento que lo contenga creará una respuesta autoinmune que generará la inflamación y deterioro de la mucosa del intestino delgado. El intestino presenta unas vellosidades que ayudan a la absorción de macro y micronutrientes y, por tanto, si éstas se deterioran por el consumo de gluten se crea una malabsorción de nutrientes que puede generar múltiples síntomas y complicaciones.

Otro de los problemas más comunes es la contaminación cruzada. Es decir, la contaminación de un alimento sin gluten por otro, que sí lo contiene, debido a una mala manipulación. Es importante que tengas en cuenta que no puedes utilizar los mismos utensilios (cuchillos, cucharones...) y las mismas superficies de trabajo (mesa, tabla de cortar...) cuando cocinas alimentos con o sin gluten para una persona celíaca, si éstas no han sido limpiadas de manera correcta anteriormente.

Todo producto envasado estará etiquetado incluyendo información como quién lo fabricó, cuál es su peso y, lo que es más importante para ti, la lista de ingredientes. Por otra parte, algunos productos que por sus condiciones especiales son aptos para celíacos, se marcan con los siguientes símbolos.

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