Las cardiopatías congénitas son un grupo de enfermedades relacionadas principalmente con alteraciones en la estructura del corazón producidas durante el periodo embrionario. Desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) señalan que en la mayoría de casos la causa es multifactorial y desconocida, siendo "raros" los que están ligados a una única mutación genética concreta. Asimismo, apuntan que la posibilidad de transmitirse de padres a hijos o de repetición de otro defecto congénito en un hijo es en general baja, situándose entre el 3% y el 5%, aunque puede variar significativamente en función del tipo concreto de cardiopatía.

Este tipo de enfermedades aparecen aproximadamente en el 1% de los recién nacidos vivos, existiendo un amplio espectro dentro de las patologías congénitas del corazón. En este sentido, hablamos con la doctora Marta López, especialista en cardiología infantil de la Unidad de Pediatría del Hospital Quirónsalud Zaragoza, para resolver algunas dudas a este respecto.

Es normal que los padres se preocupen ante la noticia sobre estos problemas de salud de sus hijos pero, ¿estos tienen solución? En cuanto a esto, la doctora precisa que existe un número casi incontable de cardiopatías congénitas diferentes. "Podemos encontrar defectos que no dan ninguna sintomatología y que incluso se pueden curar de forma espontánea; hasta patologías cardíacas más graves y más complejas que pueden requerir de una intervención, bien por cateterismo o por cirugía cardíaca", indica la especialista.

Señales más habituales y cómo detectarlas

El pediatra suele ser quien tiene la primera sospecha, ya que se encarga de examinar al niño en cada revisión y puede detectar, por ejemplo, un soplo. Estos -en líneas generales- suelen ser benignos y su presencia no es sinónimo siempre de que el menor padezca una enfermedad. Después, estos especialistas son los que derivan a los menores a los cardiólogos pediátricos. Por ello, "en la Unidad de Cardiología Pediátrica se trabaja en coordinación con los pediatras, quienes primero identifican ese problema cardíaco, para poder ofrecer una atención integral a las familias y mantener una relación fluida, así como una comunicación constante", aclara la doctora.

Según la especialista, "otras señales que pueden indicar que un niño sufre una cardiopatía congénita es la cianosis, es decir, una coloración azulada de piel, de los labios y de las uñas; que suele indicar falta de oxígeno, dificultades para respirar, jadeos, irritabilidad y fatiga al alimentarse, así como que el bebé esté somnoliento", añade.

Asimismo, la experta recuerda cuáles son algunos de los indicios que indicarían que un menor puede padecer una enfermedad cardíaca: "El soplo, el dolor torácico, las palpitaciones, los síncopes o los mareos. Además, en ocasiones estudiamos a pacientes asintomáticos a partir de la historia clínica de su familia, ya que determinadas afecciones pueden ser hereditarias".

La importancia de un diagnóstico precoz

"Ante estas situaciones, es fundamental realizar un diagnóstico precoz que permita adecuar el tratamiento de forma rápida y eficaz", subraya la experta. Este suele realizarse antes de que nazca el bebé, durante la ecografía de las 20 semanas de embarazo, o bien durante los primeros días del nacimiento. Sin embargo, en algunos casos, no suelen mostrarse hasta pasado un tiempo.

Afortunadamente, en la actualidad, los avances científicos en su diagnóstico y tratamiento han mejorado notablemente el pronóstico. Así, a día de hoy, según la SEC, más del 90% de niños afectados sobreviven hasta la edad adulta. A este respecto, la especialista asegura que "es posible corregir la mayor parte de los casos, favoreciendo que lleguen a la edad adulta con una buena calidad de vida".