Para llegar a ser un adulto sano, debemos tener en cuenta la importancia que tienen la fase de la niñez y adolescencia posterior. En muchas ocasiones nos preocupamos de la parte más orgánica del niño, olvidando, una parte crucial, la salud mental. Asegurarnos de que nuestro hijo tiene una buena adaptación social, familiar, personal y académica, es tan importante como un buen desarrollo físico.

Trastornos como la depresión, el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), los trastornos de Conducta o los trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), son patologías emergentes en la sociedad actual, generando una mala adaptación de los niños y adolescentes al entorno, a la familia, a la vida académica y a sus iguales.

La sintomatología en esta parte del desarrollo difiere mucho de la de la persona adulta pudiendo presentar, irritabilidad, fracaso escolar, aislamiento social… Estar atento a estas señales y poder realizar una intervención temprana, puede cambiar el futuro más inmediato del niño.

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