La amputación parcial o total de la mama por una neoplasia maligna es cada vez más frecuente en nuestro entorno, supone un duro trauma tanto físico como psicológico y es en este punto, donde la reconstrucción de la mama representa el paso final para la recuperación plena de las pacientes.

Tanto el tratamiento conservador como el radical del cáncer de mama conlleva la extirpación de una parte de la glándula mamaria o de su totalidad que es preciso reconstruir para conservar una adecuada simetría y un aspecto estético aceptable en aras de recuperar la autoestima de las pacientes. Para ello es preciso aportar volumen y dotarla de forma mediante la inserción de prótesis, el aporte de tejidos propios o una combinación de ambos procedimientos. De igual forma la reconstrucción de la mama puede plantearse de forma inmediata, al mismo tiempo que se extirpa el tumor, o de forma diferida un tiempo después. La elección de unos u otros procedimientos o el momento de su realización se determina en función el estadiaje del cáncer y de los tratamientos coadyuvantes que se precisen.

En muchas ocasiones el resultado obtenido en la mama reconstruida difiere en cuanto a volumen a la mama reconstruida o simplemente se prefiere equiparar la mama contralateral, que ha sufrido las vicisitudes de embarazos o del paso del tiempo, a la mama reconstruida y mejorar de esta forma el aspecto estético conjunto.

Para ello se requiere realizar pequeñas reducciones de volumen o elevar el complejo areola-pezón que con el tiempo y los cambios de volumen de la mama suele encontrarse en una posición descendida.