Quirónsalud
Blog de la Dra. Fernández Letamendi. Geriatría. Hospital Quirónsalud Zaragoza
La incontinencia urinaria, esta considerada uno de los grandes síndromes geriátricos. Sin embargo, sólo 1/3 de los pacientes mayores de 65 años con incontinencia, consultan con algún médico este problema. ¿Por qué?, pues por sentir vergüenza por reconocer el problema, creer que no tiene tratamiento, pensar que es algo "normal e inevitable" asociado a la edad, o, en el caso de las mujeres, considerar que es inherente a los partos.
La incontinencia urinaria presenta un importante impacto en la calidad de vida del paciente mayor a todos los niveles:
Formas clínicas de presentación de la incontinencia urinaria
Según el tiempo de evolución, podemos diferenciar entre:
IU transitoria o aguda: cuando su duración es menor a 4 semanas, el ejemplo más habitual en el contexto de un ingreso hospitalario. No suele existir alteración del tracto urinario (se caracteriza por ser reversible y temporal, si se actúa a tiempo).
IU establecida: el tiempo de evolución ya es mayor a 4 semanas y se relaciona con alteraciones estructurales a nivel del tracto urinario o fuera de este. En muchos de los casos será necesario realizar pruebas complementarias para averiguar la causa.
Según la forma de presentación: pudiendo aparecer ambas por separado o combinadas.
Incontinencia de urgencia: los escapes de orina van precedidos de una necesidad imperiosa de orinar. Suelen tener su origen en patologías del Sistema nervioso central ó Urológicas.
Incontinencia de esfuerzo: los escapes se precipitan por maniobras que aumentan la presión intraabdominal (tos, estornudos, risa, esfuerzos ). Es más común en las mujeres multíparas, en varones tras cirugía de próstata o en obesos en ambos sexos.
¿Cómo puede un geriatra ayudar a mejorar la incontinencia urinaria?
En primer lugar realizará una valoración geriátrica integral, que permitirá orientar el tipo de incontinencia que se presenta y las posibles causas. Tras ella, te planteará un tratamiento de forma integral e individualizada, combinando diversas opciones terapéuticas. Los objetivos a conseguir serán, mejorar la calidad de vida y, si fuera posible, recuperar la continencia.
Este tratamiento, comprende :
Medidas conservadoras: recomendaremos a todas las personas mayores con incontinencia:
Además de lo anterior, también podremos recomendar y explicar en la consulta técnicas de modificación de conducta, que buscan restablecer el patrón de vaciamiento vesical, considerándose altamente eficaces en el manejo de la incontinencia.
Igualmente, si las medidas no farmacológicas no son suficientes, en algunos casos podría ser de utilidad la prescripción de fármacos, aunque va a depender del tipo de incontinencia la indicación de unos u otros, y siempre deben pautarse bajo prescripción médica (y esto incluye los productos considerados homeopáticos o de naturopatía), individualizando el tratamiento y sopesando los posibles efectos secundarios de los mismos, que los hay, en las personas mayores.
Finalmente, valoraremos la derivación a servicios de Urología o Ginecología en caso de que sea subsidiario de mejoría con tratamiento quirúrgico.
La pérdida de un ser querido es, probablemente, la experiencia más dolorosa y de las más difíciles de abordar. En los mayores, la perdida de la pareja (o amigos muy significativos), puede suponer un camino de no retorno hacia cuadros depresivos graves y conductas autodestructiva si no se elabora correctamente.
Cada persona va a elaborar el duelo de una manera distinta. Existen personas que van a responder adecuadamente a él, e incluso tener un crecimiento personal y aprender nuevas habilidades. Otras, sin embargo, se sentirán "bloqueadas" y vivirán grandes dificultades para gestionar su día a día durante años. Se suele vivir el duelo, sobretodo al inicio, como una experiencia de sufrimiento intenso ("me duele en el alma"), de vacío ("me falta hasta el aire"), de inseguridad, de sentirse "perdido" (porque fuese la pareja la que se encargase de determinadas tareas que ahora nos toca asumir) y de soledad al perder las manifestaciones físicas de afecto. La mayor o menor intensidad y duración de éstos sentimientos, también va a ser individualizada.
En general, los mayores viud@s tienen un alto grado de adaptabilidad, pero debemos para ello respetar también sus espacios, sus tiempos, y dejar que vivan "su vida" y tomen sus propias decisiones, sin que éstas tengan que ajustarse a las expectativas que los demás tengan, especialmente a la hora de dejarles decidir si quieren seguir viviendo solos a partir de ahora. Pero, por otro lado, debemos estar pendientes, ya que no es bueno asumir que "el tiempo lo cura todo", porque, aunque es verdad que se necesita tiempo para que afloren los sentimientos y podamos elaborar estrategias propias para integrarlos, éstas no van aparecer siempre, y por ello es importante vigilar y hacer un seguimiento temprano de la evolución del duelo en nuestros mayores. Cuanto antes se elaboren estas estrategias y sean las adecuadas, mejor pronóstico tendrá su evolución.
En el duelo se contemplan 4 fases, que comprenderán: la aceptación de la pérdida, identificar y expresar sentimientos, adaptarse a vivir sin el otro y recordarlo sin que esta vivencia nos impida desarrollarnos e incluso iniciar vínculos afectivos nuevos.
El duelo puede presentarse de manera retardada (semanas o meses después del fallecimiento del ser querido), o incluso estar ausente (el paciente se comporta como si no hubiera ocurrido nada) o inhibido (se centra por ejemplo obsesivamente en el cuidado de otra persona) o incluso cronificarse. Este último sí que suele llevar asociado con más frecuencia un cuadro ansioso y/o depresivo relacionado, y tornarse en un duelo complicado o patológico.
Es éste último duelo, el patológico, es el que más debemos vigilar. Como factores de riesgo destacan: que la muerte haya sido súbita e inesperada, que la relación previa con la persona fallecida fuera ambivalente o de dependencia, no contar con buen soporte familiar o que éste ambiente no deje expresar sus emociones y o historial previo depresivo o de baja autoestima con sentimientos de culpa frecuentes.
Nos hará sospechar que estamos ante un duelo patológico el que el paciente no pueda hablar del fallecido sin experimentar un dolor intenso, que algún acontecimiento relativamente poco importante desencadena una intensa reacción emocional, se niegue a tocar las cosas del fallecido, evite visitar el cementerio o participar en rituales o actividades relacionados con la muerte, comportamientos fóbicos respecto a la enfermedad (especialmente lo relacionado con la que ocasionó la muerte del difunto) o cambios radicales en su estilo de vida evitando todo lo relacionado con el fallecido, aparición de una falsa euforia… durante un período superior a los 6 meses, especialmente si sobrepasa los 2 años, y con un deterioro significativo en la vida social o personal.
En los duelos patológicos en el mayor se desarrolla con mucha frecuencia un cuadro de depresión reactiva en el que la intensidad, duración y sintomatología descrita es mayor respecto a las del duelo normal. Solemos observar, además, un enlentecimiento motor, mayor sensación de desesperanza, sentimientos de culpa, y pensamientos rumiativos y reiterativos sobre el mismo tema, con ideación de muerte, más o menos elaborada, pero basada en el deseo de reunión con la persona fallecida. Puede además empeorar la evolución de otras enfermedades, especialmente las cardiovasculares.
Es muy importante por lo tanto el seguimiento y detección precoz del duelo patológico en el mayor para poder hacer una correcta valoración e indicación de inicio de tratamiento.
El denominado golpe de calor, es más difícil de detectar en las personas mayores, ya que el centro de termorregulación se altera con el envejecimiento, lo que produce menor sensación de calor, menor percepción de sed y disminuye por lo tanto esa "necesidad de protegernos" de las temperaturas excesivas.
Las personas mayores de 65 años, en especial si padecen problemas cognitivos, sobrepeso, enfermedades crónicas, dependencia física que dificulte el cambio de vestimenta y la adaptación al entorno, o toman fármacos que lo favorezcan, tienen más riesgo de presentar deshidratación secundaria al calor.
Si la temperatura de nuestro cuerpo rebasa los 41º, se presenta un cuadro conocido como hipertermia o golpe de calor, que si no conseguimos revertir precozmente, provoca un fallo multiorgánico con consecuencias fatales.
Es muy importante saber detectar los síntomas de la hipertermia:
Recomendaciones desde la Unidad de Geriatría:
Cada año es más frecuente que en verano vivamos temperaturas más extremas, por ello recordamos la importancia de prevenir el "golpe de calor", ya que es más difícil de detectar en las personas mayores. El centro de termorregulación se altera con el envejecimiento, lo que produce menor sensación de calor, menor percepción de sed y disminuye por lo tanto esa "necesidad de protegernos" de las temperaturas excesivas.
Las personas mayores de 65 años, en especial si padecen problemas cognitivos, sobrepeso, enfermedades crónicas, dependencia física que dificulte el cambio de vestimenta y la adaptación al entorno, o toman fármacos que lo favorezcan, tienen más riesgo de presentar deshidratación secundaria al calor. Si percibimos síntomas de la hipertermia como dolor de cabeza, ausencia de sudoración ante las altas temperaturas, sensación de boca seca y pastosa, mareo, presencia de escalofríos o piel seca y enrojecida debemos hidratarnos inmediatamente por vía oral y protegernos del sol pasando a un ambiente a la sombra y con menor temperatura.
Si los síntomas que presentamos son temperatura alta tras exposición solar o ambiente muy caluroso, náuseas y vómitos que hacen no viable la hidratación oral, calambres musculares en brazos, piernas o vientre o desorientación, cuadros confusionales e incluso convulsiones o bajada del nivel de conciencia, debemos siempre acudir a Urgencias o pedir asistencia médica domiciliaria para el traslado al Hospital, ya que puede tratarse de un cuadro grave que comprometa la vida.
Recomendaciones desde la Unidad de Geriatría Quirónsalud Zaragoza:
En el blog de la Dra. Fernández Letamendi, queremos acercar el mundo de la Geriatría a nuestros mayores y sus familiares, presentando una especialidad que, hasta no hace mucho tiempo, era desconocida para la mayoría de la población y que cada vez esta tomando más protagonismo, debido al envejecimiento progresivo y a la mayor esperanza de vida de la población.
La finalidad de este blog es proporcionar información de salud que, en ningún caso sustituye la consulta con su médico. Este blog está sujeto a moderación, de manera que se excluyen de él los comentarios ofensivos, publicitarios, o que no se consideren oportunos en relación con el tema que trata cada uno de los artículos.
Quirónsalud no se hace responsable de los contenidos, opiniones e imágenes que aparezcan en los "blogs". En cualquier caso, si Quirónsalud es informado de que existe cualquier contenido inapropiado o ilícito, procederá a su eliminación de forma inmediata.
Los textos, artículos y contenidos de este BLOG están sujetos y protegidos por derechos de propiedad intelectual e industrial, disponiendo Quirónsalud de los permisos necesarios para la utilización de las imágenes, fotografías, textos, diseños, animaciones y demás contenido o elementos del blog. El acceso y utilización de este Blog no confiere al Visitante ningún tipo de licencia o derecho de uso o explotación alguno, por lo que el uso, reproducción, distribución, comunicación pública, transformación o cualquier otra actividad similar o análoga, queda totalmente prohibida salvo que medie expresa autorización por escrito de Quirónsalud.
Quirónsalud se reserva la facultad de retirar o suspender temporal o definitivamente, en cualquier momento y sin necesidad de aviso previo, el acceso al Blog y/o a los contenidos del mismo a aquellos Visitantes, internautas o usuarios de internet que incumplan lo establecido en el presente Aviso, todo ello sin perjuicio del ejercicio de las acciones contra los mismos que procedan conforme a la Ley y al Derecho.