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Blog del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz

  • ¿Qué es la trombofilia?

    Nuestro sistema hemostático es un mecanismo de defensa del organismo que se encarga de mantener la sangre en estado fluido en el interior de los vasos sanguíneos, manteniendo permeable su luz. Por otro lado, ante una lesión vascular va a actuar deteniendo la hemorragia a través de la formación de un tapón hemostático (coágulo) que, tras cumplir su función, eliminará los restos del coagulo, manteniendo un constante equilibrio protector frente a la hemorragia y la trombosis.

    Entendemos por trombofilia una tendencia aumentada del individuo a desarrollar trombosisEste enlace se abrirá en una ventana nueva (coágulos sanguíneos) y, en concreto, enfermedad tromboembólica venosa. Se debe a anormalidades en el sistema hemostático que condicionan una mayor activación de la coagulación. Este desequilibrio del sistema hemostático hacia un estado de hipercoagulabilidad puede estar determinado genéticamente o deberse a distintas causas adquiridas. En ocasiones no se detecta una causa aparente.

    Hablamos de trombofilia hereditaria cuando el riesgo aumentado a padecer trombos se debe a defectos congénitos de componentes de la coagulación sanguínea, a expensas de pérdida o ganancia de su función. Por un lado, podemos tener deficiencia de "anticoagulantes naturales" (proteína C, proteína S o antitrombina) o aumento de función de proteínascoagulantes (mutación G20210A de la protrombina, factor V Leiden …). El riesgo trombótico es variable según el tipo de alteración y la carga genética con la que se hereda, teniendo mayor repercusión clínica la deficiencia de anticoagulantes naturales.

    En general, la trombofilia hereditaria es poco frecuente, debemos sospecharla ante una trombosis en individuos jóvenes, en sitios poco comunes (localización más frecuente es el pulmón o las piernas) o con historia familiar llamativa de trombosis. Probablemente hay muchas trombofilias hereditarias que desconocemos, por lo que ante una historia trombótica marcada en familiares de primer grado, debemos considerar que existe una trombofilia hereditaria de base.

    Mucho más frecuente es la trombofilia adquirida, en la que diversas circunstancias y situaciones patológicas de carácter transitorio o permanente pueden hacer que el sistema hemostático se incline hacia la hipercoagulabilidad. El paradigma de la trombofilia adquirida lo representa una enfermedad autoinmune llamada síndrome antifosfolípido, en la que el sistema inmunológico va a generar unos auto-anticuerpos capaces de activar la coagulación de la sangre, favoreciendo la formación de trombos. Asimismo, otras enfermedades autoinmunes, inflamatorias, infecciosas, el cáncer, etc, incluso ciertos medicamentos, pueden generar un estado de hipercoagulabilidad.

    Recientemente, hemos podido comprobar como la infección por la Covid-19 se ha asociado a un aumento de episodios trombóticos. La reacción inflamatoria secundaria a la infección condiciona un estado de trombofilia adquirida que, junto con otros factores, puede favorecer la formación de trombos.

    La mujer, especialmente en su etapa fértil, puede verse más afectada por el hecho de ser portadora de una trombofilia. La terapia hormonal basada en estrógenos o derivados, el embarazo y el puerperio constituyen situaciones bien conocidas de riesgo aumentado de tromboembolismo venoso. Ante estas situaciones, debemos realizar una "cuantificación"del riesgo trombótico y valorar la necesidad de establecer una profilaxis antitrombótica óptima, así como plantear la conveniencia de la terapia hormonal según el riesgo.

    Debemos tener en cuenta que la etiología de la trombosis es multifactorial y la presencia de trombofilia es solo uno de los muchos elementos que determina el riesgo trombótico de un individuo. En este sentido, ante una trombofilia conocida, cobra especial importancia fomentar hábitos de vida saludable, evitando el sedentarismo, el sobrepeso y el tabaquismo, así como realizar un control temprano de otros factores de riesgo vascular.

    El tratamiento más eficaz de una trombosis es la prevención. Por este motivo es muy importante identificar a los pacientes que tengan una predisposición a la trombosis, tanto hereditaria como adquirida, para que en situaciones en las que "per se" el riesgo trombótico se ve aumentado, podamos hacer una prevención eficaz frente a la trombosis.

    Aquí os dejamos las recomendaciones que les damos a nuestros pacientes con trombofilia:

    La trombofilia supone un incremento del riesgo de padecer una trombosis con respecto a la población general. Es recomendable realizar un control temprano de los factores de riesgo vascular (hipertensión arterial, obesidad, dislipemia, diabetes...) y llevar un estilo de vida saludable (evitar sedentarismo y hábitos tóxicos, realizar una dieta saludable). En mujeres está contraindicado el uso de anticonceptivos que contengan estrógenos. En caso de que la mujer quede embarazada, debe comentarlo lo antes posible con su hematólogo o ginecólogo. Se aconseja realizar el estudio de la trombofilia hereditaria detectada a familiares directos.

    Deberá realizar profilaxis antitrombótica con heparinas de bajo peso molecular (HBPM) en situaciones en las que el riesgo trombótico está aumentado, como son:

    • Ingresos hospitalarios.
    • Encamamiento.
    • Inmovilización prolongada.
    • Fracturas y cirugías.
    • Embarazo y postparto.
    • Viajes de más de 4 horas de duración (en viajes inferiores a 4 horas de duración, mantener movilidad, utilizar medias de compresión por debajo de la rodilla y buena hidratación).

    En estas situaciones deberá recibir profilaxis con heparinas de bajo peso molecular y/o medidas físicas (hidratación, moverse lo antes posible, medias de compresión...).

    Dra. Rosa Vidal.

    Médico Adjunto de Hematología.

    Miembro de la Unidad de Trombosis y Hemostasia.

    Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

  • La doble cara del sistema hemostático

    Hemostasia hace referencia a la capacidad que tiene el organismo de que la sangre, en estado líquido, permanezca en los vasos sanguíneos circulando libremente dentro de ellos. En ocasiones, algún vaso puede dañarse. El proceso de la hemostasia se activa y permite la formación de un "tapón hemostático" que detiene el sangrado. Posteriormente, el daño vascular se repara y se elimina el coágulo para que no queden "huellas" de lo ocurrido en la pared vascular.

    2021 11 11 La doble cara del sistema hemostático 1Imagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contexto2021 11 11 La doble cara del sistema hemostático 1

    La palabra hemostasia es de origen griego y significa "detención del flujo de la sangre". Procede del prefijo "hemo" que significa sangre y de "stasis" que quiere decir detención.

    Componentes de la hemostasia

    El mecanismo de la hemostasia es tremendamente complejo y está en alerta continua, para que los múltiples elementos que intervienen se mantengan en un delicado equilibrio y evitar: a) que se sangre en exceso, por ejemplo, en el caso de un traumatismo o una cirugía; y b) que el sistema de la coagulación se descontrole y se formen coágulos o trombos que persistan en el árbol vascular de forma patológica, desencadenando una trombosis.

    En la hemostasia intervienen tres tipos de componentes principales: la pared de los vasos sanguíneos, las plaquetas y unas proteínas plasmáticas llamadas "factores de la coagulación". Existen proteínas que estimulan la coagulación, llamadas procoagulantes, y otras que la inhiben, llamadas anticoagulantes. El que la sangre se coagule o no de forma patológica va a depender, entre otros, del equilibrio entre estos dos grupos de proteínas.

    Cómo actúa la hemostasia

    Cuando se produce un daño vascular el mismo vaso reacciona contrayéndose, y el endotelio de la pared vascular dañado atrae a las plaquetas, que son las primeras en llegar, formándose el primer "tapón hemostático" que, sin embargo, es frágil y a veces necesita ser más consistente. ¡Y todo esto en 3-5 segundos!

    De forma simultánea, todos los cambios anteriores llevan a la puesta en escena de proteínas tisulares (factor tisular) y de factores de la coagulación, que activándose de forma sucesiva unas proteínas a las otras, consiguen su objetivo, que es la formación de trombina (proteína clave en la hemostasia con múltiples funciones). Todo este proceso se va a amplificar obteniéndose grandes cantidades de trombina activa. Esta proteína hará posible la formación de fibrina que convertirá el tapón plaquetario en un coagulo firme y estable.

    Finalmente, cuando el coagulo ha cumplido su función hemostática, tiene lugar su disolución por el sistema fibrinolítico y la reparación de la pared vascular.

    2021 11 11 La doble cara del sistema hemostático 2Imagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contexto2021 11 11 La doble cara del sistema hemostático 2

    Contratiempos en el funcionamiento del sistema hemostático

    En una situación ideal, la hemostasia funciona a la perfección si no hay ningún contratiempo. Sin embargo, a lo largo de nuestra vida, estamos expuestos a situaciones con riesgo de hemorragia más o menos importante, bien sea por una herida, una cirugía… En ocasiones, nuestro sistema hemostático no dispone de las herramientas que necesita para funcionar bien. Es el caso de los pacientes hemofílicos que tienen un déficit de factor VIII congénito. Este factor de la coagulación es clave para que otros se activen, por lo que tenemos que ayudar a la hemostasia a realizar adecuadamente su labor, en este caso, aportando factor VIII al paciente cuando sea necesario.

    El delicado equilibrio de la hemostasia se puede romper también cuando la balanza se inclina hacia el lado de la trombosis. Existen factores o situaciones procoagulantes (favorecen la coagulación) que hacen que los mecanismos de control de la coagulación se vean sobrepasados y que exista una tendencia o facilidad para formarse trombos, que pueden tener repercusiones importantes en la salud.

    Existen factores de riesgo trombótico sobre los que podemos actuar, modificándolos o poniendo medidas preventivas para evitar la trombosis. Es el caso de la obesidad, el tratamiento hormonal (estrógenos), llevar una vida sedentaria, reposo prolongado, el cáncer, determinadas cirugías, viajes de larga duración, enfermedades autoinmunes, el tabaquismo y que, además, ¡pueden sumarse! Se convierten entonces en una bomba de relojería, que en un momento determinado superan la capacidad anticoagulante de nuestro sistema hemostático desarrollándose la complicación trombótica.

    Otros factores no se pueden modificar, como la edad avanzada, o la tendencia genética a tener trombosis, llamada trombofilia hereditaria. Hay mutaciones que se heredan como el factor V Leiden o la protrombina 20210A, o déficit en proteínas inhibitorias (antitrombina, proteína C y proteína S). Estas alteraciones forman parte intrínseca del individuo, aunque podemos actuar de manera preventiva para evitar la trombosis. Cuidando de no exponernos a situaciones de riesgo trombótico comentadas anteriormente y estableciendo las medidas adecuadas de profilaxis antitrombótica. Este tema se abordará ampliamente en el siguiente capítulo del blog.

  • ¿Qué es la enfermedad tromboembólica venosa (ETEV)?

    Antes de entender qué es la enfermedad tromboembólica venosa, vamos a explicar cómo circula la sangre por el cuerpo.

    2021 10 13 Qué es la enfermedad tromboembólica venosaImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contexto2021 10 13 Qué es la enfermedad tromboembólica venosa

    El corazón está formado por cuatro cavidades, dos cavidades derechas y dos cavidades izquierdas. Los pulmones se encargan de oxigenar la sangre, y a través de las venas pulmonares, llega a las cavidades izquierdas del corazón, que se encargan de bombear la sangre oxigenada al resto del cuerpo a través de las arterias. Una vez que nuestras células del cuerpo han cogido el oxígeno, las venas transportan la sangre desoxigenada a las cavidades derechas del corazón, donde es bombeada a los pulmones a través de las arterias pulmonares para volver a oxigenarse.

    La enfermedad tromboembólica venosa se produce cuando se forma un coagulo de sangre, llamado trombo, en las venas del sistema profundo del cuerpo. Este trombo puede crecer si no lo diagnosticamos y tratamos precozmente. Si dicho coagulo se forma en las arterias, se conoce como trombosis arterial.

    La enfermedad tromboembólica venosa (ETEV) incluye la trombosis venosa profunda (TVP) y el tromboembolismo pulmonar (TEP). La TVP puede afectar a cualquier localización aunque lo más frecuente es la afectación de las extremidades inferiores [1]. Cuando uno de los coágulos que se produce en las extremidades inferiores, se fragmenta, viaja al pulmón y obstruye las arterias pulmonares se produce una embolia pulmonar (EP). Si el trombo es pequeño se puede resolver y el paciente se recupera, sin embargo, en algunos casos, puede producir secuelas e incluso, si es lo suficientemente grande, puede ser mortal. El tromboembolismo pulmonar es considerado la 3º causa de muerte de causa vascular después del infarto agudo de miocardio y el ictus.

    Es un problema de salud importante por su elevada incidencia. La incidencia anual de ETEV es de 10 millones de casos/año y aumenta exponencialmente con la edad; un caso por cada 1.000 personas año en menores de 50 años a 6-8 casos por cada 1.000 personas/año en mayores de 80 años. El 60% de los casos ocurren en mayores de 65 años. [2] La incidencia está aumentando progresivamente debido al envejecimiento poblacional, al aumento de las comorbilidades asociadas a ETEV (obesidad, insuficiencia cardiaca y cáncer) y a la mayor sensibilidad de las técnicas de imagen para su diagnóstico. [3]

    La ETEV es una causa importante de morbilidad y de mortalidad hospitalaria, siendo la primera causa de muerte hospitalaria evitable. La aplicación de medidas preventivas disminuye la morbilidad y la mortalidad asociada a la ETEV, por ello, es necesario tanto su prevención como un diagnóstico precoz.

    Los síntomas de trombosis venosa profunda de miembros inferiores son: hinchazón, dolor y enrojecimiento de la pierna donde se produce el trombo.

    Los síntomas de la embolia pulmonar son más inespecíficos e incluso pueden ser asintomáticos, pero se debería acudir al médico si presentas: sensación brusca de falta de aire, palpitaciones, mareo o pérdida de conocimiento, tos con sangre o dolor de pecho que no se modifica con los movimientos.

    El tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa se basa en fármacos anticoagulantes, que como su nombre indica, son medicamentos encargados de evitar la formación del coagulo.

    En aquellos casos donde el trombo no se resuelve por completo puede producir consecuencias a largo plazo, como pueden ser insuficiencia venosa crónica (llamado síndrome post-trombótico) e hipertensión pulmonar crónica.

    La enfermedad tromboembólica venosa puede tener consecuencias graves, pero en un gran número de casos se pueden prevenir. Aunque en el 50% de los casos no se conoce el factor desencadenante se han definido una serie de factores de riesgo que predisponen a la trombosis y que es necesario conocer para poder hacer una buena prevención.


    Dra. Sara Martín Herrero

    Médico Adjunto del Servicio de Hematología

    Miembro de la Unidad de Trombosis y Hemostasia

    Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz

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Sobre este blog

Información divulgativa sobre los problemas de coagulación, prevención, diagnóstico, tipología, tratamientos y problemas asociados.

Perfil profesional
Dra. Pilar LlamasDra. Pilar Llamas SilleroJefe del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz. Directora de la Unidad de Trombosis y Hemostasia de la Fundación Jiménez Díaz.Dra. Rosa VidalMédico Adjunto del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz. Miembro de la Unidad de Trombosis y Hemostasia de la Fundación Jiménez Díaz.
Dr. Diego Velasco RodríguezMédico Adjunto del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz. Miembro de la Unidad de Trombosis y Hemostasia de la Fundación Jiménez Díaz.
Dra. Sara Martín HerreroMédico Adjunto del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz. Miembro de la Unidad de Trombosis y Hemostasia de la Fundación Jiménez Díaz.
Dra. Inés Martínez AlfonzoMédico Adjunto del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz. Miembro de la Unidad de Trombosis y Hemostasia de la Fundación Jiménez Díaz.
Carmen López ÁlvarezEnfermera de la Unidad de Terapia Antitrombótica de la Fundación Jiménez Díaz.

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