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Cinco mujeres dan la Vuelta a España en vela para demostrar que después del cáncer hay mucha vida

  • La jornada de descanso continúa mientras el viento no amaine en el campo base

    Nevado SajamaNevado SajamaEl viento cercano a los 60 kilómetros hora en altitud de Campo Base y los más de 85 kilómetros hora en cumbre, hacen que la estancia en el Nevado Sajama se complique para las seis expedicionarias que forman parte del Reto Pelayo Vida.

    Desde la madrugada de ayer, el viento ha ayudado a una bajada de temperatura de 26 grados bajo cero. Intimidante y acechante, para que es parte del castigo que a cualquier montañista le ofrece el punto más alto de Bolivia. Y sin duda, así parece. Desde la mañana, el viento fue tan fuerte que se podía ver nieve en el pueblo de Sajama procedente de la mismísima cumbre.

    Una parte del equipo se ha desplazado a 5.700 con 260 kilos de carga para intentar comenzar a montar el Campo Alto antes de que lo hagan las expedicionarias: la almeriense Felisa Requena, la extremeña Estrella Paulete, las madrileñas Raquel Millán, Victoria Martínez y Begoña Conde, y la mexicana Rina Gitler, lideradas por Rosa Fernández. "Es muy difícil con este viento avanzar hacia cumbre" nos explica la directora y experta Rosa Fernández, en una comunicación entrecortada entre la base del Reto en el cercano pueblo de Sajama y el Campo Base.

    El ánimo de todas las expedicionarias no varía, y se notan las ganas de poder emprender el siguiente paso hasta el Campo de Altura. Por orden de la directora del equipo, deben centrarse por el momento en descansar y reponer fuerzas para poder afrontar las posibles dificultades que lleguen conforme comiencen el último y definitivo ascenso.

    El viento sopla a 25 km/h, lo que impide avanzar y mucho, sobre la cresta. Los partes meteorológicos de la jornada no era mucho más optimistas, arriba el viento podría rozar los 85 km/h, cifra que solo deja una alternativa: esperar.

    Hoy ha sido un día de descanso en el que la única actividad ha sido una subida de 300 metros y regreso al Campo Base. Así, el equipo ha podido abordar hoy la perspectiva más psicológica y predisponer sus mentes para lo que van a encontrarse. Aunque es Estrella la que más necesita apoyo, todas necesitan que se trabajen en equipo las dificultades.

    El equipo de avanzada que se dirige el Campo de Altura situado a 5.700 metros de altitud, deberá montar todo el campamento con vientos que golpean a 45 km/h y una temperatura cercana a 18 grados bajo cero. Este campo, a 842 metros de cumbre, tiene que ser instalado sobre una pendiente muy pronunciada y enclavado en terrazas artificiales, excavadas por el hombre para los propios equipos de avanzada.

    El parte con que el equipo cuenta, hace posible que la idea de ascender el próximo martes 8, entre las 2 y las 8 de la mañana, pueda ser factible debido a que el viento podrá bajar a los 25 km/h y la temperatura sube a los 13 grados negativos. Con el cielo descubierto, según la meteorología de la que dispone el equipo, podrá ayudar a que el Nevado Sajama pueda recibir, no quizá como un buen anfitrión, a Raquel, Rina, Victoria, Begoña, Felisa y Estrella, todas ellas supervivientes de cáncer de mama. Así, juntas, cumplirán el sueño de alcanzar la cima de Bolivia y lo harán: "Por ellas, por todas"!.

  • Desde el campo base a la cumbre: el momento culmen del Reto Pelayo Vida es inminente

    Ascendiendo 1Ascendiendo 1El gigante boliviano sigue esperando, impasible, a que las seis expedicionarias puedan coronar su cumbre. En total, 6.542 metros hielo, roca, penitentes, canalones inclinados, y un viento que sopla a 50 km/h y que hace temblar las temperaturas hasta poder alcanzar los 25 grados negativos.

    La almeriense Felisa Requena, la extremeña Estrella Paulete, las madrileñas Raquel Millán, Victoria Martínez y Begoña Conde, y la mexicana Rina Gitler comienzan el ascenso desde el pueblo de Sajama (4.250 metros) rumbo al Campo Base situado a 4.800 metros de altitud a las seis de la mañana hora local.

    En España, seis horas más tarde, todo seguía al orden de la rutina, pero el equipo, formado por las seis supervivientes de cáncer, Rosa Fernández, directora de expedición; Raquel Suárez, médico; tres cámaras que ruedan del documental; Marco Capriles, jefe de cordada; y tres de los hermanos Choque, como guías, inició esa caminata de tres horas a ritmo constante, a veces en silencio, otras comentando la ruta. "Creo que las seis chicas han aclimatado muy bien gracias a la subida al Acotango, pero no cabe la menor duda de que el ascenso va a tener que ser muy lento para que el mal de altura no les juegue una mala pasada. Ahora hay que mantener el ritmo. Paso a paso. Lentamente" nos explica la propia directora del Reto y experta himalayista, Rosa Fernández.

    El mayor problema es el viento sin duda, soplando a casi 50 kilómetros a la hora, y las miradas se alzan hacia la punta blanca de este gigante esperando que los días que llegan puedan calmar ese aire casi bélico, que acecha la estabilidad del equipo e impide montar campamento.: "Con vientos de 50 kilómetros a las hora es imposible instalar una tienda de campaña", afirma Marco Capriles, jefe de cordada y que ha hecho ya cerca de 26 cumbres en el gigante boliviano.

    El inicio de este ascenso no se exhibe complicado, pero el suelo arenoso, la cantidad de piedras sueltas que tientan la estabilidad de la pisada, hace que la caminata se ralentice. Alrededor, paisajes con plantas autóctonas como la Quenua, que crece a partir de 4000 metros de altura. Más allá, las montañas nevadas, hermanos menores del Nevado Sajama: el Pomerate (6.282 m), el Parinacota (6.348 m) o el Acotango (6.052 m.), este último conquistado hace unas horas por el equipo como parte de su entrenamiento.

    Al llegar al campo base, el balance es casi al unísono: "Hemos llegado bien, pero el viento y el terreno han hecho que se convierta en una marcha de polvo y peligro", asegura Vicky. "Teníamos buen ritmo y mucha fuerza, pero ha sido complicado", afirma Estrella.

    El próximo día será de descanso, hidratación y espera para que el viento cese. Cuando la directora de la expedición, Rosa, de la orden de continuar hacia el Campo Alto, la mente de las seis expedicionarias deberá relajarse tanto como el cuerpo. El volcán seguirá, por el momento, esperando que el momento de cumbre se cumpla en pocos días.

  • De México a Bolivia: así es la expedicionaria Rina Gitler

    rinarina

    Hoy es día de descanso para Rina, Raquel, Felisa, Victoria, Begoña y Estrella, después de haber conseguido en solo dos días atravesar de sur a norte el Salar de Uyuni en MTB; comenzar a adaptarse haciendo ruta hasta las lagunas de altura a 5200 metros, y desplegar la bandera del Reto Pelayo Vida en la cima del volcán Acotango a 6.052 metros de altitud.

    Rina Gitler, mexicana de 45 años, es una de las seis expedicionarias. En esta quinta edición, la organización decidió abrir la convocatoria a 11 países y seleccionar participantes de fuera de España. Cirujana, especialista en reconstrucción mamaria de enfermas de cáncer, ha operado de manera gratuita a través de su Fundación Alma a casi medio millar de mujeres sin recursos.

    Una de las máximas de Rina es poder detectar el cáncer. Con sus libros, su formación y desde su experiencia, anima a las mujeres mexicanas a autoexplorarse y así detectar la enfermedad lo antes posible. Desde el altavoz que le brinda el Reto Pelayo Vida Andes 2019 espera continuar reivindicando un tratamiento digno e íntegro para pacientes que sufren una mastectomía.

    "Desde la cumbre del Nevado Sajama, el gran objetivo de la expedición, gritaré lo más fuerte posible para que los poderes políticos de mi país permitan ayudar a través de la sanidad pública a esas mujeres que como yo, han pasado cáncer y necesitan una reconstrucción de pecho" nos explica Rina en el cuartel general del Reto en el pueblo de Sajama.

    La trayectoria de Rina la ha consolidado como una mujer influyente que aparece a menudo en medios de comunicación. Además, sus mensajes de esperanza y apoyo a enfermos de cáncer también se mezclan con una defensa de la vida sana y el deporte. "Mi lema, ya no solo después del cáncer sino incluso antes, es "Sobrevivir no es suficiente".


    "Hace 10 años me fue diagnosticado cáncer de mama. Cuando enfermé pensé que tenía todo, pero descubrí también que la vida me estaba dando una segunda oportunidad. Si no te gusta algo de tu vida, cámbialo. Lo que tengas que hacer hoy, hazlo. Y desde que me curé esta ha sido mi filosofía de vida" nos cuenta la mexicana. A través de su cáncer encontró una misión en su vida, "antes operaba ‘vanidad’: arrugas, aumento de pecho, volumen de nalgas, labios. Ya no hago eso", dice.

    Como cirujana, encontró una nueva vocación en poder reconstruir cuerpos a los que el cáncer había trastocado. Y así, tanto su vida personal como la profesional, se adaptaron a este nuevo golpe de la vida tornado en oportunidad. La Secretaría de Salud del gobierno mexicano asegura que 2018 hubo 40.537 muertes femeninas por culpa del cáncer. La causa principal, cáncer de mama seguido de cáncer de útero. "En México hay medicina pública y privada, pero solo un 4 por ciento podemos acceder a la privada. Me traté en un hospital privado, con los mejores oncólogos y cirujanos plásticos. Cuando vi cómo había quedado después de la cirugía fue un momento difícil y me planteé: "Si tengo una segunda oportunidad haré algo diferente, entendí el para qué me estaba pasando todo eso".

    Ese fue el caldo de cultivo para el nacimiento de su fundación Alma, de asistencia privada. A través de este sueño, Rina pudo ver cómo cambió su situación cuando una mañana recibe una donación de medio millón de euros. Comenzó a trabajar en un hospital público de México donde, aunque daba uso a sus quirófanos, la asistencia y la inversión provenían de Rina. Intervino en diversos hospitales junto a 14 personas con el mismo compromiso solidario: operando a unas quince mujeres por día sin cobrar absolutamente nada.

    La donación de prótesis externas es el ambicioso proyecto en el que Rina está inmersa. También está promocionando su libro "El sostén de mamá", como parte de su intención de concienciar a las mujeres mexicanas desde que son muy jóvenes en la detección. "Además, cuando las mujeres pueden acceder a la reconstrucción se recuperan antes y mejor que una que sabe que no se podrá reconstruir".

    La unión entre España y México con la incorporación de Rina en el Reto Pelayo Vida es un hecho. Para la cirujana amante de la montaña, esta oportunidad es un regalo. Para este desafío, un honor contar con mujeres como ella. Una muestra más de que el cáncer golpea a capricho y que una vez se supera, merece muchísimo apoyo. Ahora, el reto de vida es poder disfrutar cada instante, porque la vida ya no trata de sobrevivir.

  • Las seis expedicionarias del Reto Pelayo Vida conquista el Acotango, la antesala del Nevado Sajama

    IMG_6438IMG_6438El despertador de la expedición sonaba a las 2 de la madrugada, hora local, para las seis expedicionarias: Raquel, Vicky, Felisa, Rina, Estrella y Begoña, quienes desayunaban a las 2:30 para, media hora más tarde, ponerse en marcha.

    El viento ya acechaba, helado, enviando un aviso desde el mismísimo Nevado Sajama, punto final de la expedición. El volcán Acotango de 6052 metros, medio kilómetro menos de altura que su hermano mayor, el Sajama, es la siguiente fase para poder afrontar, paso a paso, el enorme desafío que las seis supervivientes de cáncer han asumido conquistar.

    Son 16 los montañeros que van a asumir esta tarea. Liderados por Hilario, Macario y Julio, los hermanos Choque, la hilera de valientes comienza a enfrentarse al duro examen que tienen en esta jornada.

    Hilario Choque (33 años) el más joven de los hermanos, tenía 15 años cuando escaló el Huayna Potosí (6090 m). Con 18 se hizo guía, pero no es hasta 2016, cuando consigue el tan ansiado título de guía profesional que concede la prestigiosa UIAGM (Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña). Sus hermanos Julio (40 años) y Macario (38 años), también miembros de la cordada del Acotango, consiguieron ese mismo título cuatro años antes que él. Todos ellos, naturales de Bolivia, tienen en su ADN una aclimatación que, para las expedicionarias, ya constituye un exigente reto.

    El volcán Acotango es una parte del entrenamiento sobre el terreno que deben cumplir las expedicionarias antes de enfrentarse al gigante. Ubicado entre Bolivia y Chile, su zona de influencia directa está protegida entre dos parques naturales, el Lauca por el lado chileno y el Sajama, por el lado boliviano.

    Fue conquistado en 1965 por primera vez, cuando tres chilenos, Pedro Rosende, Sergio Kuntsmann y Claudio Meier alcanzaron su cota más alta. La creencia popular considera que la cumbre sirvió como altar de sacrificios durante el imperio inca.

    En marcha ya están los cámaras que se encargan de grabar para el documental, los guías y las seis supervivientes de cáncer participantes en esta quinta edición del reto. Los vehículos se detienen a unos 5300 metros de altitud, exactamente hasta la llamada mina de azufre, para dejar que los expedicionarios puedan cumplir el resto. El frío es intenso, hay ventisca, y las cinco horas de trayecto a pie se hacen largas y difíciles.

    El terreno es empinado, complicado, con una temperatura de entre 10 y 15 grados bajo cero, pero probablemente con una sensación térmica aún más baja. Los hermanos Choque afirman que lo difícil de este ascenso es como una barrera que la propia montaña se impone para evitar su conquista por montañistas. Quizá, esto sirva de ánimo para las expedicionarias, quienes sufren, y mucho, con el recorrido que lidera Rosa Fernández.

    La marcha se complica debido también a que del suelo se desprenden lascas según llegan las pisadas. La marcha continúa hasta los 5850 metros de altitud, en donde la cresta es casi en su cuarta parte, ‘nieve penitente’. En este momento, la temperatura asciende a cinco grados bajo cero, coincidiendo con la salida del sol. Las expedicionarias, de dos en dos, intentando aplicar con soltura la técnica que tanto los crampones como el piolet requieren: "Esto es como la prueba de selectividad (el Acotango) que deben aprobar si quieren conseguir conquistar la ‘universidad’ (el Nevado Sajama)" nos cuenta Fernández.

    El último y más peligroso tramo, desde los 5900 a los 6050 metros de altitud, exige que las expedicionarias vayan encordadas. La velocidad de viento en cumbre puede ser de 40 km/hora. La peligrosidad se inicia entre los 50 y 60 km/h.

    Es en este momento cuando Rosa Fernández decide unir a las expedicionarias con un criterio adquirido observado su comportamiento en la larga marcha a las lagunas de altura el día anterior. Felisa con Begoña, Raquel con Victoria y Rina con Estrella. "Necesito ver cómo avanzan unidas y por eso he decidido encordarlas en base a fuerza y resistencia" nos explica la himalayista asturiana.

    Unidas, cruzan un sendero de roca blanca muy fino que las adentra en una zona de placas de hielo. Toda la columna llega hasta un estrecho acceso a cumbre, que tiene una inclinación angular de unos 55 grados, lo que dificulta aún más los últimos metros de este volcán. "La última parte no ha sido tan técnica pero sí muy inclinada lo que ha dificultado el avance" explica Marco Capriles, jefe de cordada.

    El peligro al que están sometidas se mezcla con el acecho, aún, de un mal de altura muy probable, un golpe de frío y un cansancio extremo. Las cinco españolas y la mexicana entienden que el acceso al Acotango ha supuesto una aclimatación muy buena antes de poder llegar a la cumbre del Nevado Sajama. "Sin duda, es buena preparación, no solo desde el punto de vista de altura, sino también sirve como entrenamiento para saber cómo deben colocarse los crampones, los arneses, cómo utilizar los bastones, cómo deben caminar, cómo deben ajustarse el casco, el uso del piolet, sistema de cramponajes, y formas de utilización de cuerdas y arneses" explica Macario Choque, otro de los hermanos de la famosa saga de guías de montaña bolivianos.

    Esta nueva fase del reto aporta una muy merecida inyección de energía y positivismo ante el gigante Sajama, al que conocerán en menos de dos días. Juntas, las seis expedicionarias ya han conseguido alcanzar su primer ‘seismil’. Las seis supervivientes de cáncer, valientes y currantes, han sufrido por separado una dura enfermedad, pero han asumido juntas este grandísimo reto del que ya han cumplido una pequeña pero trascendental parte, llamada Acotango.

  • La primera etapa de aclimatación del Reto Pelayo Vida es un ‘4865’

    IMG_6415IMG_6415En unos días, Raquel, Begoña, Felisa, Victoria, Estrella y Rina podrán divisar desde la cumbre del pico de 6542 metros el paisaje Boliviano que este Reto Pelayo Vida tiene preparado para ellas. Fue ayer cuando, por primera vez, divisaron este gigante de rosa y hielo que observa, impasible, el paso del tiempo y no se inmuta ante los desafíos de tantos expedicionarios han imaginado sobre él.

    Esta masa de siglos de historia está habitada por llamas, vicuñas y algunos lugareños que se dedican al pastoreo y para los que la aclimatación es algo intrínseco y la altura no supone desafío alguno. La jornada ha sido, para todas las expedicionarias, de aclimatación profunda. Rosa Fernández, directora de expedición, exigió al equipo un ascenso de 4500 metros con 300 metros de desnivel: "tras las duras etapas vividas en el Salar de Uyuni, mi objetivo es triple, que descanse mucho, que se aclimaten rápido y que el frío intenso deje de ser un problema".

    La ‘ochomilista’ asturiana y directora de esta quinta edición del Reto Pelayo Vida también fija su mirada en la punta blanca de ese Nevado Sajama. La jornada comenzaba a las 5 de la mañana para todo el equipo, para poder iniciar esa aclimatación, antesala de la conquista de la cumbre. Tras un acercamiento a una sencilla zona de géiseres, las 6 supervivientes de cáncer iniciaron un primer ascenso hasta la llamada Laguna Khasiri, situada a 4865 metros de altitud. Seis horas de intenso paseo en ascenso han servido a Rosa Fernández y Marco Antonio Capriles Beltrán, jefe de guías en el Sajama –y que ha llegado a esta cumbre en veinte ocasiones-, para testear la resistencia y la aclimatación de las seis participantes.

    La laguna Khasiri, con un fondo esperanza, se descubría en los entresijos de esta caminata y Rina Gitler, Raquel Millán, Estrella Paulete, Vicky Martín, Felisa Requena y Begoña Conde, han podido descubrir una leyenda vinculada al misterio y el misticismo:

    "Unos campesinos pidieron a la diosa Al Ajayu de esta laguna coger un poco de sus aguas e invocar con ellas a las lluvias para sus tierras. De repente se levantó una ola cristalina en el techo de la laguna".

    Santos Choque, miembro de una gran dinastía de guías de montaña, confiesa al equipo que ésta es una historia que en su familia se ha trasladado de abuelas a madres. Tanto él como sus hermanos son ahora guardianes de esta laguna y sus secretos y conocen a la perfección estas montañas y su entorno. Estos antiguos campesinos decidieron un día que su vida debería estar dedicada a estas montañas y los cuatro hermanos consiguieron la difícil certificación de la UIAGM (Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Alta Montaña) y hoy son ya una leyenda en los Andes.

    Para llegar a esta laguna, la expedición pasó por otras más pequeñas: Kallwani y Taypi Khota. A la montaña en la que Khasiri reposa se llega mediante unos senderos vallados por grandes piedras que han sido abiertos no por el hombre, sino por toros salvajes. El camino se va haciendo mientras el ruido de los pasos asusta a bovinos que no parecen sufrir el frío que comienza a calar en las expedicionarias. En medio de un cráter rocoso, flanqueado por varias montañas -de las que solo una conserva un poco de nieve- está Khasiri.

    Un trayecto de más de una hora y media para poder ladear esta laguna que, con su agua cristalina, deja ver su fondo de piedras y arena de color amarillo o blanco. Este peculiar paisaje y ecosistema, ayudará a Rosa y a Marco, jefe de guías a calcular la resistencia de las expedicionarias ante el próximo y más exigente reto: escalar el volcán Acotango, con una altura de 6054 metros de altitud, quinientos metros menos que su hermano mayor, el Nevado Sajama. Una distancia considerable y un esfuerzo que podrá a prueba la resistencia de nuestras seis expedicionarias.


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Quirónsalud repite por quinta edición consecutiva como Proveedor Médico Oficial del Reto, que en la edición de 2020 consiste en una vuelta a España en vela para demostrar que después del cáncer hay mucha vida del 12 al 26 de octubre. Además, ante el contexto de pandemia actual Quirónprevención, empresa de prevención de riesgos laborales de Quirónsalud, ha diseñado un exhaustivo protocolo para minimizar el riesgo de Covid-19 durante toda la travesía.

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