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Blog de la Dra. Carmen Ponce de León, de Trastornos de la Alimentación de Hospital U. Quirónsalud Madrid

  • Tu no tienes anorexia, lo que pasa es que quieres parecer una celebrity: el estigma de la Anorexia


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    En nuestra sociedad, los diagnósticos psiquiátricos pueden ser -y de hecho son percibidos como condiciones que convierten al portador en raro, diferente, débil, incapaz, peligroso y no sé cuantas cosas más. En efecto, nuestra tendencia a etiquetar incluso cuando no existe una necesidad lógica de hacerlo, conduce a que muchas persona sean juzgadas por amplios sectores de la población con criterios muy alejados de la realidad. Esa visión constituye un problema en sí misma porque está basada en la ignorancia y porque es injusta y cruel.

    Si nos referimos a La Anorexia, Bulimia y otros Trastornos de Conducta Alimentaria, las actitudes sociales son todavía más distorsionadas, complejas y con frecuencia abiertamente hostiles.

    A los calificativos anteriormente enumerados y que se aplican a sujetos que presentan trastornos psíquicos en general, se suma en este caso la idea de que existe una decisión por parte de la persona; una voluntad de permanecer enfermo o enferma.

    A esta visión se ha llamado "Estigma Volicional" y ha sido objeto de estudios sociológicos rigurosos. Los resultados son alarmantes, ya que indican que sectores amplios de la población trivializan los trastornos de alimentación hasta el punto de reducirlos a productos de la vanidad, llamadas de atención o simples problemas de autoestima.
    Desconocemos muchos de los mecanismos que intervienen en su inicio y persistencia, pero sabemos que se trata de auténticas enfermedades que pueden llegar a ser muy graves.

    Tan necesario y urgente como investigar en busca de mejores tratamientos para Anorexia, Bulimia y patologías afines, es combatir el estigma que afecta a los pacientes. Muchos de ellos evitan acudir al médico o pedir ayuda por temor a ser rechazados.

    Como sociedad necesitamos, tenemos el deber de encontrar o construir un lenguaje y una actitud que nos ayuden a acercarnos a estas patologías destacando sus aspectos médicos y a tratar a las personas diagnosticadas con el respeto y el cuidado que todo ser humano necesita cuando se encuentra enfermo.

    Los Trastornos de Conducta Alimentaria no son condiciones incomprensibles, lo que ocurre es que todavía somos demasiado ignorantes para comprenderlas.

  • ¿Es Depresión o es Anorexia? Un poco de historia

    Hoy en día ningún estudiante de Medicina confundiría los trastornos de conducta alimentaria con las depresiones. Sin embargo, Sigmund Freud entendía que las pacientes que hoy diagnosticaríamos de anorexia padecían una "forma puberal de Melancolía", y Emil Kraepelin, a comienzos del siglo XX, que sufrían un "trastorno depresivo modificado".

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    Podemos leer estos comentarios en sus escritos y también en los debates clínicos, recogidos con esmero por sus discípulos.

    Ahora bien, a ninguno de los dos le faltaba experiencia, intuición o empatía. Ambos practicaban el método científico, poseían inteligencias lúcidas, y eran investigadores tan rigurosos como creativos: en efecto, no podemos decir alegremente que Kraepelin o Freud se equivocaron. Sus tesis conservan interés y vigencia un siglo después. ¿Por qué?

    Destacamos dos motivos.

    • En primer lugar, porque más de la mitad de los pacientes de anorexia nerviosa sufren también depresión; y la proporción aumenta si nos referimos a la bulimia nerviosa.
    • En segundo lugar, porque los tratamientos antidepresivos no son suficientes, pero sí muy a menudo necesarios, para recuperarse de anorexia y bulimia rerviosas.


    Los debates académicos acerca de qué fue primero, anorexia o depresión, o cuál es el diagnóstico protagonista, o cuál es causa y cuál efecto, resultan interesantes en la docencia o la investigación. Pero la práctica de la medicina consiste en hacerse cargo de los pacientes como personas completas. De este modo, en los trastornos de conducta alimentaria, es tan necesario restablecer una pauta alimentaria normal como atender al equilibrio social y emocional del enfermo.

  • La perversa relación entre la depresión y los trastornos de conducta alimentaria del adulto

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    La falta de apetito (o anorexia), junto con el insomnio, son síntomas inequívocos de depresión; en los textos clásicos de Medicina, allá por el comienzo de nuestra historia, aparecen ambos, junto con la tristeza o la apatía, como aspectos esenciales de esa enfermedad. A día de hoy, sin embargo, ha cambiado la actitud de los pacientes ante la inapetencia, y ha cambiado hasta el punto de perder su carácter amenazante. Un síntoma que en el siglo pasado era percibido como grave, y suponía un motivo más de sufrimiento, resulta aceptable en estos tiempos. Hoy es normal que muchas personas deprimidas se quejen en la consulta de pérdida de energía, insomnio, tristeza, cansancio o falta de interés, pero olviden mencionar su rechazo a la comida, aunque éste sea muy notable. A algunos pacientes no sólo les da igual perder peso por su enfermedad, sino que piden que el tratamiento no les mejore el apetito.

    Existen otros Estados Depresivos en los que la alteración del humor se conjuga con un exceso de ingesta y desincronización de los ritmos biológicos*. Cuando hay hiperfagia (aumento del apetito y del impulso hacia la comida), el miedo a engordar y la sensación de descontrol intensifican los sentimientos de incapacidad, autodepreciación o baja autoestima general, que son característicos del cuadro depresivo. Las personas que experimentan un aumento de peso secundario a la enfermedad tienden a ocultarse, lo que favorece el aislamiento y empeora su situación clínica. En este tipo de depresiones, los pacientes refieren sus síntomas alimentarios con expresión avergonzada, como si en lugar de constituir una manifestación del trastorno, el exceso de ingesta tuviera origen en debilidades personales o delatara su escasa fuerza de voluntad.

    Estos problemas de salud invitan a reflexionar sobre los motivos que han convertido el bienestar alimentario o la aceptación del propio apetito en algo extraordinario. Existe un estado de opinión según el cual estar flaco o gordo depende de la fuerza de voluntad o la habilidad de las personas, pero mientras combatimos esas falsas creencias, tan arraigadas en nuestra cultura, necesitamos ofrecer respuestas que reduzcan el malestar.
    Probablemente, el consejo nutricional no resuelva por completo el problema, pero muchos profesionales de la sanidad entendemos que la atención a los hábitos alimentarios debería formar parte del tratamiento de los Trastornos Mentales y del Comportamiento.

    (*) variaciones del humor a lo largo del día, cansancio o sueño por la mañana o por la tarde y dificultad para dormir de noche.

  • Los horarios de las comidas y sueño, nuevo factor a tener en cuenta en trastornos alimentarios

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    Las interrupciones en el sueño son frecuentes entre los pacientes con trastornos de conducta alimentaria: a veces se despiertan de madrugada y desarrollan conductas compulsivas, otras veces tienen un sueño ligero y frecuentemente interrumpido. Hasta ahora pensábamos que la hiperactividad nocturna se debía al deseo de hacer ejercicio físico sin ser vistas, pero también se da en pacientes que no tienen que esconderse. Algo parecido ocurre en pacientes con bulimia cuyos episodios se dan más frecuentemente por la tarde y por la noche. Siempre hemos pensado que se daban a esa hora porque era cuando los pacientes llegaban a casa, pero también ocurre así en personas que pasan el día en su domicilio. En definitiva, estas observaciones y otras más complejas (aportadas por la investigación neurobiológica), indican que hay factores asociados al ritmo circadiano -el reloj biológico- que deben tenerse en cuenta para mejorar los tratamientos.

    Las investigaciones sobre ritmo circadiano y reloj biológico realizadas por Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young, premiados con el Nobel de Medicina en 2017, abren nuevas perspectivas para el tratamiento de los pacientes con trastornos de la alimentación. En las entrevistas con los pacientes tenemos en cuenta factores como su ansiedad, el miedo a engordar, sus preocupaciones… Ahora bien, debemos aprender más sobre sus horarios: cuándo se levantan, a qué hora se acuestan, cuánto duermen, qué relación existe entre los ciclos de luz solar y las emociones y conductas de estas pacientes. Esta información puede permitirnos mejorar el tratamiento, además de conocer mejor el mundo de la paciente. Los cambios terapéuticos pueden llegar a incluir fármacos que intervienen en el ritmo de vigilia y sueño, como los relacionados con la leptina o melatonina, que hasta ahora no habían sido considerados en los tratamientos de trastornos de conducta alimentaria.

  • Anorexia nerviosa y bulimia: nueve hechos comprobados

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    Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) son las patologías mentales más comentadas. Gran parte de los ciudadanos tiene opiniones sobre la anorexia y la bulimia nerviosas, pero la mayoría de las veces están basadas en informaciones sesgadas o erróneas.

    Algunos expertos se han comprometido a traducir los resultados de la investigación al lenguaje de todos, para divulgar el conocimiento de estas patologías y combatir la vergüenza y la culpa que sufren individuos y familias afectadas. De esta forma se facilita el reconocimiento del problema y el inicio del tratamiento.

    A día de hoy, los expertos destacan nueve verdades:

    Muchas personas con Trastornos de Conducta Alimentaria tienen un aspecto completamente normal.

    • Las familias no tienen la culpa del trastorno, y pueden ser los mejores aliados para la recuperación.
    • La aparición de un Trastorno de Conducta Alimentaria supone un problema sanitario que altera el funcionamiento personal y familiar.
    • Los Trastornos de Conducta Alimentaria no son el resultado de una decisión, sino enfermedades graves y determinadas biológicamente.
    • Los TCA afectan a hombres y a mujeres de todas las edades, culturas, razas, pesos o formas corporales, orientaciones sexuales y niveles socioeconómicos.
    • Las personas con TCA tienen un riesgo alto de complicaciones médicas y de suicidio.
    • En el desarrollo de los Trastornos de Conducta Alimentaria intervienen los genes y también los factores ambientales.
    • La genética por sí sola no determina que una persona sufra un Trastorno de Conducta Alimentaria.
    • La recuperación total de los Trastornos de Conducta Alimentaria es posible. La detección y el tratamiento precoces son fundamentales.

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Sobre este blog

Se calcula que cada 18 meses, más de un 4% de adolescentes españolas inician conductas anoréxicas o bulímicas. El equipo de Trastornos de la Alimentación del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, liderado por la Dra. Carmen Ponce de LeónEste enlace se abrirá en una ventana nueva, quiere acompañaros y ayudaros en este camino. Intentaremos desde este blog resolver dudas y serviros de apoyo. Esperamos vuestras preguntas y sugerencias.

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