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Blog de Dermatología de Quirónsalud en Tenerife

  • Tratamiento del acné y secuelas cicatrizales

    AcnéAcnéEl acné es una enfermedad cutánea frecuente que se origina debido a la obstrucción e inflamación del folículo pilosebáceo. Puede afectar a la cara, espalda y pecho y presentar lesiones inflamatorias, comedones o incluso nódulos y quistes.

    La predisposición genética es un factor importante para su desarrollo, en el que también influyen factores bacterianos, exceso de producción de grasa, inflamación y taponamiento de los folículos pilosos.

    Aproximadamente un 80% de las personas padecerán acné en algún momento de sus vidas, con un 20% de casos severos con cicatrices permanentes y severa afectación psicológica debido al cuadro. En la adolescencia es más frecuente en hombres que en mujeres, sin embargo, en la vida adulta es más frecuente en mujeres.

    Para tratar el cuadro activo, existen múltiples opciones farmacológicas, tanto aplicadas tópicamente como vía oral: antibióticos, retinoides, anti-andrógenos, anticonceptivos orales, ácidos, etc.

    Cuando el cuadro inflamatorio o activo se ha resuelto, muchas veces, persiste un cuadro residual conformado únicamente por cicatrices. En estos casos es importante complementar el tratamiento con otras técnicas que permitan al paciente mejorar estéticamente el estado de la piel, ya que muchas veces, las áreas más afectadas son la cara, escote y espalda. Estas áreas son visibles en las relaciones sociales de los pacientes y el cuadro cicatrizal puede llegar a afectar a su autoestima y sus relaciones personales.

    Entre las opciones posibles, de menor a mayor intensidad, contamos con peelings superficiales, medios y profundos, técnicas de micropunción, infiltraciones intralesionales, rellenos de hialurónico, mesoterapias, cirugía, etc.

    Estas técnicas pretenden mejorar el aspecto homogéneo de la piel, devolver uniformidad al color, rellenar cicatrices deprimidas y atenuar el pigmento que en ocasiones se acompaña de la cicatrización. Todo ello aporta un aspecto más saludable a la piel, mejorando las secuelas cicatrizales e incluso los comedones y las lesiones inflamatorias leves.

    Dra. Marina Rodríguez Martín

  • Problemas dermatológicos durante la lactancia

    Lactancia maternaLactancia maternaLa lactancia materna es la forma ideal de alimento del recién nacido de forma exclusiva hasta los 6 meses de edad, y según recomienda la OMS hasta los dos años o hasta que la madre o el bebé así lo decidan. Ofrece innumerables beneficios tanto para la madre como para el bebé y el entorno: disminuye el riesgo de obesidad y diabetes en el niño, mejora su sistema inmunitario, establece una relación de apego materno-filial, disminuye el riesgo de cáncer de mama en la madre y genera una menor cantidad de residuos y consumo energético desde el punto de vista ambiental que la lactancia artificial.

    Ciertas alteraciones dermatológicas pueden poner en riesgo la lactancia debido a las molestias, dolor o infecciones en la zona torácica, areola o mamila.

    Grietas, fisuras, infecciones, dermatitis o tumoraciones benignas pueden aparecer por primera vez durante este periodo o presentar exacerbaciones en pacientes ya predispuestos.

    Uno de los problemas más frecuentes durante las primeras semanas de lactancia es la aparición de fisuras o grietas en la zona mamilar (pezón). Muchas prácticas pretenden disminuir la aparición de este problema, instando a la madre incluso antes del parto a aplicar ciertos emolientes, masajear o tomar sol en la zona. Ninguna de ellas ha demostrado efectividad al respecto. La correcta hidratación de la zona areolar y mamila con productos emolientes es por supuesto recomendable, al igual que en el resto del cuerpo. En caso de que aparecieran grietas o fisuras es fundamental disminuir la inflamación y el dolor que experimenta la madre para así no poner en riesgo la lactancia, pues en ocasiones el dolor es tan intenso que imposibilita alimentar al bebé. Para ello existen productos específicos que contienen anestésicos y antiinflamatorios que pueden aplicarse inmediatamente después de que el lactante coma o una hora antes y retirar antes de ofrecer el pecho al bebé. Junto con estos productos específicos, la correcta hidratación intensiva de la zona es fundamental para la rápida cicatrización.

    Causas

    En cuanto al origen más frecuente de las grietas o fisuras, para evitar la continuidad del problema es fundamental analizar el método de lactancia y la postura utilizada por la madre y el bebé, o menos frecuentemente problemas oro-faciales del lactante. Una incorrecta posición para amamantar o problemas de succión en el niño podrían perpetuar el cuadro.

    De forma secundaria a estas fisuras o grietas, pueden producirse infecciones bacterianas o fúngicas (por hongos o levaduras), que en ocasiones aumentan la inflamación en la zona y requieren un tratamiento específico.

    La continua humedad en el área, uso de discos absorbentes, sujetadores de fibras sintéticas, cabios hormonales, estrés, etc. pueden desencadenar la aparición de dermatitis en la zona del pezón por problemas de contacto irritativos o por alergia. En madres con tendencia atópica estos problemas son aún más frecuentes y suelen requerir tratamiento antiinflamatorio tópico y sistémico, así como medidas para disminuir el picor. Además, es importante tomar medidas no farmacológicas como evitar el excesivo lavado de la zona (el amamantar a un bebé no supone que deba lavarse más la zona de la areola-mamila), correcta hidratación, uso de fibras naturales en contacto con la piel.

    Otras lesiones que en ocasiones pueden resultar molestas durante la lactancia son tumoraciones benignas como los fibromas blandos o acrocordones que aparecen el la zona areolar, submamaria o entre las mamas en personas con antecedentes de las mismas lesiones en la familia. Además es habitual que estas lesiones aumenten en número y tamaño durante el embarazo. En ocasiones el bebé puede rozar o irritar estas lesiones, causando inflamación, infección y dolor a la madre al alimentar al bebé. Por ello se recomienda eliminar las lesiones presentes en zonas conflictivas antes del nacimiento del bebé.

    Ciertas lesiones infecto-contagiosas como verrugas víricas o moluscos que estén presentes en la zona de la mama o abdomen de la madre deben ser tratadas antes del nacimiento del bebé para evitar así el contagio durante la lactancia.

    Múltiples problemas dermatológicos pueden aparecer durante la lactancia y todos ellos tienen una gran variedad de opciones de tratamiento. Es importante acudir al dermatólogo, ginecólogo o matrón lo antes posible para así evitar poner en peligro algo tan importante para la madre y el bebé como la lactancia materna.


    Dra. Marina Rodríguez Martín

  • Tengo un herpes

    La familia de los herpes virus está formada por, al menos, ocho virus patógenos para el ser humano. En esta ocasión, hablaremos del virus del herpes simple, que produce una de las enfermedades infecciosas más frecuentes en el mundo y del que se pueden distinguir dos grupos: Tipo I, que se asocia a infecciones orales y faciales, y el Tipo II, que es una infección de transmisión sexual altamente contagiosa.

    herpes labialImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoherpes labialTras la infección primaria (primer contagio), que suele ser el más severo, el virus queda en un estado latente o dormido en los ganglios sensitivos de los nervios de la zona de inoculación. A lo largo de toda la vida pueden ocurrir reactivaciones o recurrencias, que no son más que la manifestación de una nueva fase de replicación vírica y la progresión del virus por las fibras nerviosas hasta alcanzar la piel. La intensidad y duración de los síntomas, así como la eliminación de virus suele ser menor que en el primer contagio. Suelen existir síntomas previos a la erupción, como dolor, prurito o escozor.

    Virus del herpes simple tipo I (VHS-1)

    Se adquiere mayoritariamente en la infancia y dura toda la vida. Se contagia principalmente por exposición directa a través del contacto mucocutáneo con otro individuo infectado, también a través de la saliva o de las secreciones. La gran mayoría de las infecciones por VHS-1 son herpes labiales, pero también se pueden producir herpes en la cara, boca, parte superior del cuerpo, zona genital y anal. Se caracteriza por la aparición de pequeñas vesículas o ampollas agrupadas a modo de racimos, que asientan sobre una zona roja.

    Virus del herpes simple tipo II (VHS-2)

    Este virus es la causa principal del herpes genital, aunque también hay casos producidos por el virus del herpes simple tipo I. Esta infección dura toda la vida y se estima que en todo el mundo hay un 11% de personas entre los 15 y 45 años afectadas.

    Las infecciones por herpes genital son con frecuencia asintomáticas, o tienen síntomas leves que hace que la mayoría de las personas desconozcan estar infectadas. Cuando es sintomático, el herpes se caracteriza por una o más vesículas o úlceras genitales y/o anales, que pueden acompañarse de fiebre y ganglios inflamados. Aunque los síntomas son con frecuencia recurrentes, los episodios tienden a disminuir con el tiempo.

    La infección por VHS-2 multiplica aproximadamente por tres el riesgo de infección por VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). Además, las personas infectadas por ambos virus tienen más probabilidades de transmitir el VIH.

    Factores desencadenantes

    Dentro de los factores desencadenantes de los herpes virus I y II destacan: stress emocional, exposición solar, procesos febriles, traumatismos, fatiga, menstruación, manipulaciones dentarias y procedimientos en la región orofacial como el peeling o resurfacing con láser.

    Para prevenir esta infección es muy importante que las personas con síntomas activos de herpes labial eviten el contacto bucal con otras personas, así como compartir objetos que tengan contacto con la saliva. Tampoco deben tener contacto bucogenital para no trasmitir el herpes a los genitales de la pareja, mientras presenten síntomas. En el caso del herpes genital, es importante el uso correcto y sistemático del preservativo.

    En la actual, disponemos de varios fármacos eficaces, como el aciclovir, valaciclovir y famciclovir; que pueden administrarse por vía tópica, oral o intravenosa. Estos fármacos son capaces de inhibir la replicación del virus y su objetivo es reducir la sintomatología asociada, acortar el tiempo de curación de las lesiones y acelerar la eliminación del virus. En la actualidad no disponemos de un fármaco curativo.


    Dr. Antonio Bello

  • Prepárate para recibir los primeros rayos de sol

    Con la primavera comienza el buen tiempo y muchos aprovechamos la Semana Santa para realizar actividades al aire libre. Después de meses sin tomar el sol es importante que sigamos una serie de recomendaciones para asegurar la salud de nuestra piel:

    protección solarprotección solar


      1. No olvides el protector solar. La protección solar diaria es básica para evitar el cáncer de piel y, además para mantener una piel más joven, con menos arrugas y sin manchas. El factor de protección para nuestra zona geográfica debe ser igual o superior a 30, salvo que por razones concretas se precise un factor más alto o un protector específico como aquellos que contienen fotoliasa, una enzima específica que ayuda a revertir el daño celular secundario al sol en nuestra piel. Es importante destacar que no sólo debe protegerse la piel del rostro, también con la llegada del calor y la ropa veraniega, hay que acordarse del escote, las manos y los brazos. Existen fotoprotectores fluidos, antiedad, compactos a modo de maquillajes, en polvo, minerales, para pieles atópicas, para pieles con alergia solar... Hay un fotoprotector para cada necesidad. Lo ideal es consultar con el dermatólogo el más adecuado, según tipo de piel, hábitos de vida, patologías previas, historia familiar y hábitos de vida.
      2. Cúbrete. Usa gorra/sombreros/pamelas y gafas de sol. Este punto es especialmente importante en aquellas personas con escaso cabello para evitar la incidencia directa y perpendicular de la radiación ultravioleta sobre el cuero cabelludo con el consiguiente daño solar. Sin embargo, en personas sin este problema, también es importante la protección del mismo para evitar una caída excesiva de cabello secundaria a la radiación solar. Por otro lado, el uso de gafas de sol homologadas y certificadas es fundamental para prevenir problemas oculares importantes, tales como el pterigión, la degeneración macular o el melanoma conjuntival.
      3. Refuerza tu piel. Hay productos orales a base de vitaminas (D y E), minerales y antioxidantes (licopenos, carotenos…) con acción protectora, que refuerzan la piel antes, durante y después de la exposición solar.
      4. Evitar la exposición solar entre las 12:00 y 16:00 horas y durante todo el día en niños menores de 3 años.
      5. Vigila tus lunares (nevus). Es recomendable realizar una revisión anual de las lesiones pigmentadas cutáneas por parte de un dermatólogo. Gracias a los medios actuales de dermatoscopia manual y digital se diagnostican lesiones malignas en fases muy iniciales. Lesiones que si se diagnostican de forma tardía pueden comprometer la vida de la persona que las padece. Por supuesto, si se observan cambios en un lunar (cambios de forma, borde irregular, cambios de color, sangrado o picor), se debe consultar con el dermatólogo con la mayor celeridad posible.
      6. Hidrata la piel. Es muy importante en cualquier época del año. Con los primeros rayos de sol, comienzan los primeros baños en piscinas. Hay que tener en cuenta que las sustancias químicas que se utilizan para limpieza pueden resecar e irritar la piel, por lo que es importante utilizar un emoliente adecuado para recuperar la hidratación. Con la primavera hay algunas patologías cutáneas que pueden empeorar, entre ellas el psoriasis y la dermatitis atópica. Es especialmente importante hidratar mucho la piel en estos casos para minimizar la aparición de brotes.
      7. Una crema facial para cada estación. Existen tratamientos domiciliarios que se usan en otoño-invierno (épocas de menor radiación solar), como ocurre con algunos tratamientos para las manchas o el fotoenvejecimiento, que con la llegada del buen tiempo se suelen sustituir por otras fórmulas más adecuadas o se reduce la proporción de algún principio activo. Esto ocurre con la hidroquinona o el ácido glicólico.
      8. La sudoración excesiva tiene solución. Con el calor reaparecen problemas como la hiperhidrosis, por ello, se debe conocer las opciones posibles, entre ellas desodorantes específicos o tratamientos orales o infiltrados (toxina botulínica).
      9. Bebe agua. Beber abundante agua y tomar alimentos ricos en antioxidantes.
      10. Ponte cómodo. Usa de ropa adecuada, fresca y preferiblemente de algodón.

    Dra. Nayra Merino

  • ¿Qué champú debo usar? II. Los componentes, todo un mundo

    Si leemos las etiquetas de los componentes de los champús nos podemos encontrar con un montón de palabras que no entendemos y que no sabemos cómo pueden afectar a nuestro cabello, cuero cabelludo, etc. Con este post me gustaría esclarecer estos términos para que todos podáis entender de qué nos hablan realmente estas composiciones y qué conviene tener en cuenta a la hora de seleccionar uno u otro.Componentes de los champusComponentes de los champus

    Detergentes

    Son los encargados de eliminar la suciedad, grasa, células muertas… Pueden clasificarse en aniónico (laurilsulfato, sarcosinas o sulfosuccionatos), catiónico, anfotérico (betaínas, sultaínas o derivados de imidazolinio) o no iónico. Los champús precisan dos detergentes: uno primario, presente en mayor concentración y otro secundario, en menor concentración. Los componentes aniónicos son buenos eliminando el sebo, pero sin embargo dejan el cabello áspero y cargado de electricidad estática; mientras los anfotéricos son más suaves y los más comunes en champús de bebés.

    Compuesto espumante

    No hay relación entre espuma y limpieza, a diferencia de lo que a menudo se piensa. De hecho la grasa hace que se produzca más espuma, por lo que al lavar el cabello limpio se produce menos cantidad de espuma.

    Compuestos acondicionadores y equilibrantes del pH

    Dan brillo y crean una película que sirve para dejar el cabello más suave y manejable a la hora de desenredarlo.

    Espesantes

    Espesan el champú y no están relacionados con la efectividad.

    Opacificantes

    Hacen el champú opaco y tampoco tienen relación con la efectividad.

    Secuestrantes

    Evitan que permanezcan residuos de jabón en el cabello seco.

    Fragancias

    Como es evidente, sirven para dar olor a los champús. Es importante tener en cuenta que las personas alérgicas a perfumes deben evitar utilizar champús con este tipo de compuesto.

    Conservantes

    Revienen la contaminación microbiana y fúngica del champú.

    Aditivos especializados

    Con fines comerciales

    Y, después de toda esta explicación, dejo un último post dedicado a los tipos de champús, que son cada vez más. Os espero.

    Dra. Nayra Merino

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Sobre este blog

La piel es el mayor órgano del cuerpo humano y nos conecta con el exterior al tiempo que nos protege de él. Está permanentemente expuesto a las inclemencias del frío, el sol, los traumatismos, sin embargo, muchas veces olvidamos esta especial vulnerabilidad y la descuidamos. Con este blog, el equipo de Dermatología del Grupo Hospitalario Quirónsalud en Tenerife quiere ofrecerte sus consejos para cuidar adecuadamente la piel sana, pero también para tratar y prevenir aquellas enfermedades más frecuentes. Desde aquí trataremos de dar respuesta a todas tus dudas.

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